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Literatura de a. rolcest
a tres minutos de la muerte (libro)
El viejo tenía un pecho esquelético. Se veía el andamiaje de las costillas, y los ojos pequeños, de un azul turbio, se perdían en la enmarañada barba y pobladas cejas. Pero la
alma y colt (libro)
—¡Muy bien, vaquero! ¡Así, como jugando, has dejado la manada en orden...! Quien decía esto era un hombre de cabellos grises. Llevaba la placa de sheriff. Al entrar el ganado e
barranco negro (libro)
Cox, el subalterno del sheriff, iba tan atolondrado que no pensó que en aquel momento pudiese haber al otro lado de la puerta alguien dispuesto a salir. Así es como se produjo
brigada de choque (libro)
Cuando el aparato se detuvo, infinidad de hilos de agua marcaron la silueta del avión sobre el emparrillado de la pista.Resultaba extraño. Enfocado por los reflectores de una c
buitres de la pradera (libro)
Arsenio Olcina Esteve nació en Alcoy, provincia de Alicante (Comunidad Valenciana) el 15 de octubre de 1909. Como muchos, participó en las contiendas de la guerra civil español
cerco a damasco (libro)
La cubierta negra de pelo de camello empezó a hincharse, tan pronto arreció el viento. Las estacas que sostenían el techo cuadrangular pareció que fueran a saltar de sus cimien
cerco de metralletas (libro)
Las olas fueron empujándola a tierra. Una tuvo más fuerza que las otras y levantó el cuerpo pasándolo por encima de pequeñas rocas que emergían de la arena.Suavemente lo deposi
cerco en el vietnam (libro)
Un rabioso círculo de fuego se prendió en unos segundos. Disparaban de todas las alturas en derredor. No cesaba el petardeo de las ametralladoras, y balas trazadoras, lanzadera
chantaje en las tumbas (libro)
Arsenio Olcina Esteve nació en Alcoy, provincia de Alicante (Comunidad Valenciana) el 15 de octubre de 1909. Como muchos, participó en las contiendas de la guerra civil español
cita en tierra de nadie (libro)
El soldado plantado en la fangosa trinchera, el soldado anónimo, tenía ya de la campaña de Corea una definición gráfica: No podían ganar, ni perder. Pero, además, tampoco podía
consigna: plomo (libro)
El capitán del «Pearl» se puso a maldecir al ver que la entrada al embarcadero estaba obstruida por barcazas y pataches. Tenía razón porque desde mucho antes de divisar el pobl
convoy en ruta (libro)
Cuando se dio la orden de arriar los botes, ya nadie pudo oírla. El buque escoraba deprisa, hundiéndose de popa. El oleaje saltaba la borda, a la busca de escotillas abiertas.
crimen en el «subway» (libro)
En el instante en que Jesse Peyton se inclinaba un poco para aplastar con el pie el cigarrillo que acababa de írsele de las manos, a consecuencia de un empujón de la multitud h
detrás quedan los muertos (libro)
Arsenio Olcina Esteve nació en Alcoy, provincia de Alicante (Comunidad Valenciana) el 15 de octubre de 1909. Como muchos, participó en las contiendas de la guerra civil español
disparos sin respuesta (libro)
Albert Dorsey se preguntaba, atónito y horrorizado de sí mismo: “¿De dónde puede salir tanto disimulo?' Se encontraba en uno de los momentos que consideraba más difíciles de su
domando horizontes (libro)
—A la bala que oigas silbar, sácale la lengua, como decíamos en guerra… —¿Por qué? —Por si acaso es el último pitorreo que te puedes permitir. La que no se oye es la peligrosa.
el asesino blanco (libro)
Dave volvió la cabeza para mirar a la pista. No tuvo necesidad de buscar mucho. La acompañante de Bud Laskey parecía una antorcha encendida en medio de las demás parejas. Su es
el azote de los cuatreros (libro)
No esperaban encontrarlos tan pronto. Los abigeos habían tenido toda la noche y parte de la mañana para alejarse del rancho. Arl Carson, el capataz, señaló al fondo de la cañad
el fuego en las manos (libro)
Al descender del avión, la bella mujer se dirigió con los demás pasajeros a la aduana. Para muchos, en todos los aviones que llegaban al aeródromo, el instante de someter el eq
el harén del diablo (libro)
En el aeropuerto los aguardaba un amigo. Era un poco mayor que los recién llegados. —¡Darvi! —gritaron al que los esperaba. Lo abrazaron, palmeándole la espalda. Un mozo, mient
el infierno de los ídolos (libro)
Arsenio Olcina Esteve nació en Alcoy, provincia de Alicante (Comunidad Valenciana) el 15 de octubre de 1909. Como muchos, participó en las contiendas de la guerra civil español
el monumento al muerto (libro)
Había pasado la noche en una cabaña, cuando muy cerca tenía una casa. Tanto la casa como la cabaña le pertenecían. Pero Neg Hogan decidió descansar en aquel rústico refugio, po
el naipe revancha (libro)
Arsenio Olcina Esteve nació en Alcoy, provincia de Alicante (Comunidad Valenciana) el 15 de octubre de 1909. Como muchos, participó en las contiendas de la guerra civil español
el pistolero del norte (libro)
Arsenio Olcina Esteve nació en Alcoy, provincia de Alicante (Comunidad Valenciana) el 15 de octubre de 1909. Como muchos, participó en las contiendas de la guerra civil español
el rancho de los condenados (libro)
Sólo en casos muy extremados el sheriff Dwan se atrevía a preguntar a un forastero quién era y de dónde venía. Tenía muy en cuenta la tácita cortesía del Oeste en la que cierta
el reto de la amazona (libro)
Arsenio Olcina Esteve nació en Alcoy, provincia de Alicante (Comunidad Valenciana) el 15 de octubre de 1909. Como muchos, participó en las contiendas de la guerra civil español
el tigre sediento (libro)
Arsenio Olcina Esteve nació en Alcoy, provincia de Alicante (Comunidad Valenciana) el 15 de octubre de 1909. Como muchos, participó en las contiendas de la guerra civil español
el tributo de la muerte (libro)
En el continente americano habían hecho tres escalas, a simple vista un poco absurdas. Primero, en un aeropuerto costero situado muy al sur, adonde llegaron con los depósitos d
el tributo del desierto (libro)
Veía que el barrio árabe en El Cairo tenía fama, y con razón, de ser una de las redes urbanas más complicadas del mundo. Un beodo tambaleándose sobre una llanura de arena no tr
empujado a la muerte (libro)
Para Dick Burke, lo sorprendente no fue lo que el sheriff Bell le dijo, en el momento en que se disponía a abrir la celda, sino la forma de decirlo. Causaba la sensación de que
enviado especial de la muerte (libro)
HABÍA que dar un motivo concreto a aquella acción, y uno de los altos jefes reunió a la fuerza que tenía que tomar parte y con un puntero señaló la costa noruega. Apuntó a Tron
fuego en saigón (libro)
En una misma mañana, con una diferencia de minutos, iba a ver dos alardes de la Naturaleza, en tipos de mujer totalmente distintos. Esto no hubiera tenido nada de particular en
furia blanca (libro)
El aparato parecía haber recibido una mordedura en el vientre y daba la sensación de que se encogía. Habían descendido mucho desde que notaron la primera embestida. Algo iba ma
guarida de condenados (libro)
Estubo un rato en la cuadra de la posada, atendiendo a su caballo y hablándole: —Saldremos temprano, «Escamón»… Come y descansa —fue lo último que le dijo. Cruzó el patio y emp
hampa brillante (libro)
El inspector de policía americano Fadner llega a Roma de vacaciones junto con su mujer. Allí se encuentra con el agente del FBI Travis Wick y la pintora Gladys Blair. La esposa
hechiceros de la muerte (libro)
Eran muchos los que habían abandonado el salón para salir a la terraza o bajar al jardín. La finca, situada en las afueras de Nairobi, servía aquella noche de punto de reunión
hoguera en la noche (libro)
El jinete que marchaba delante explorando el camino, volvió grupas. Desde el coche apenas se le podía ver, borrado por la densa cortina de lluvia. Alrededor del coche iban dos
huellas en el mar (libro)
La samba desplegó el embrujo de su sensualidad y tristeza, y los ojos de las parejas adquirieron un nuevo brillo. Los cuerpos de las mujeres —sirenas con escamas de seda y joya
invitación a la muerte (libro)
Ya le pareció desde lejos que el grupo no iba de juerga. Desde la arboleda pudo observarlos largo rato sin que ellos lo advirtieran. El lugar era demasiado solitario para que n
jaque de rufianes (libro)
Arsenio Olcina Esteve nació en Alcoy, provincia de Alicante (Comunidad Valenciana) el 15 de octubre de 1909. Como muchos, participó en las contiendas de la guerra civil español
la captura de la fiera (libro)
Arsenio Olcina Esteve nació en Alcoy, provincia de Alicante (Comunidad Valenciana) el 15 de octubre de 1909. Como muchos, participó en las contiendas de la guerra civil español
la caravana muerta (libro)
Arsenio Olcina Esteve nació en Alcoy, provincia de Alicante (Comunidad Valenciana) el 15 de octubre de 1909. Como muchos, participó en las contiendas de la guerra civil español
la cueva de los muertos (libro)
TODAVÍA no se había acercado al pueblo. El helicóptero descendió en la misma playa, y a muy pocos pasos del aparato, frente al mar, estaba el hotel. Aquel viaje estaba lleno de
la encrucijada del héroe (libro)
—¡Pues claro que el tiempo progresa!... El gigante y el pobre diablo, quedan relativamente igualados con esto... Y se dio una palmada a la pistolera del lado derecho. Era un in
la espera del buitre (libro)
Cuando decidió detener el caballo, Herb Cowley tenía la convicción de que era espiado. No le importó, porque se había metido en aquel bosque sabiendo que en cualquier momento a
la hoguera del pionero (libro)
Ni siquiera con el gesto saludaron al administrador del hotel. Los tres individuos daban la impresión de estar pisando terreno sometido. Uno se acercó al mostrador y cogió el l
la huella de los cuatreros (libro)
Cuando llegaron a la cañada donde Bud Gerber tenía el refugio y la pista de entrenamiento, el joven se encontraba en pleno ejercicio. Se acercaron a la cabaña llevando dos caba
la lección del muerto (libro)
Ya era muy tarde. El saloon iba a cerrar. Dat Given se levantó de la mesa y se dirigió al mostrador. La mayoría de los clientes ya estaban saliendo. —¿Cómo te ha ido la noche,
la ley en el revólver (libro)
Arsenio Olcina Esteve nació en Alcoy, provincia de Alicante (Comunidad Valenciana) el 15 de octubre de 1909. Como muchos, participó en las contiendas de la guerra civil español
la meta del odio (libro)
Arsenio Olcina Esteve nació en Alcoy, provincia de Alicante (Comunidad Valenciana) el 15 de octubre de 1909. Como muchos, participó en las contiendas de la guerra civil español
la muerte da una cita (libro)
Tres veces le salió aquella mujer al paso. Y las tres, la muerte aleteó en torno al corresponsal de guerra norteamericano, Kid Stiwell. La primera fue en los arrabales de Nápol
la muerte en las manos (libro)
Desde que lo vieron desmontar, sujetar el caballo frente al saloon de la bella Framy, subir lentamente al soportal y arrimarse a una columna para mirar la calle, se dieron cuen
la muerte invita (libro)
Arsenio Olcina Esteve nació en Alcoy, provincia de Alicante (Comunidad Valenciana) el 15 de octubre de 1909. Como muchos, participó en las contiendas de la guerra civil español
la muerte viste de blanco (libro)
Los que vieron pasar los dos coches por la aldea, camino de la frontera, sonrieron, sabiendo que pronto estarían de regreso, rechazados por la nieve. Hacía ya dos días que la c
la noche de bright garden (libro)
Apenas servía de nada la lámpara automática con que alumbraba el que marchaba delante. Tan espesa era la niebla que ni siquiera se adivinaban los faros encendidos de los coches
la ofrenda del diablo (libro)
Al terminar el baile, Kev propuso salir a la terraza. Muy cerca tenían el puerto, convertido en un estallido de lucecitas.Eida Raybel accedió. Su vestido le perfilaba la figura
la orgía de los gangsters (libro)
Su nariz era una gárgola y, al darle fuego el otro surgió del mechero de gas una llama demasiado grande. Stransberry tuvo que echar atrás la cabeza para salvar la nariz. —¿Es q
la pantera dormida (libro)
Había poca luna, pero suficiente para que la cima de la cordillera mostrase sus abolladuras y agudos espolones sobre un fondo menos oscuro. Hacía un rato que Doug descendió por
la soga y el colt (libro)
Cuando terminó de colocar el último tornillo que sujetaba el cojinete, el viejo Slack soltó un prolongado respiro. —¡Ahora, a esperar otro golpe de suerte! ¿No crees, Geila? Ha
la trampa abierta (libro)
Primero fue el disparo. Luego, la palabra:—¡Márchese!…El proyectil casi rozó el sombrero de Hal Walker. Miró indignado en la dirección en que todavía se apreciaba la nubecilla
la tumba espera (libro)
Arsenio Olcina Esteve nació en Alcoy, provincia de Alicante (Comunidad Valenciana) el 15 de octubre de 1909. Como muchos, participó en las contiendas de la guerra civil español
la venus dorada (libro)
A los seis días de estar en Roma, todavía no había establecido contacto con el inspector Nover, su jefe inmediato, en su nueva misión en Europa. Que la misión era en Europa fue
las llaves del infierno (libro)
—¡No salga de París, Radnay! ¡Es un anzuelo! —advirtió la joven francesa, Marise Delin. El británico se quedó mirándola, sonriente, en afectuosa burla. Le chocaba que aquella m
las siete serpientes (libro)
El inspector se quedó mirando la casa más vieja. Era la fachada posterior. Por orden de la policía habían ido apagando las luces en los compartimentos inmediatos a la habitació
línea de fuego (libro)
Arsenio Olcina Esteve nació en Alcoy, provincia de Alicante (Comunidad Valenciana) el 15 de octubre de 1909. Como muchos, participó en las contiendas de la guerra civil español
luz verde en el mekong (libro)
Al llegar al hotel, se dispuso a darse un baño. Creía tener tiempo. Hasta la hora de la cena no se entrevistaría con el superior. Pero aún no había abierto las maletas, sonó el
mensaje de una muerta (libro)
Desde lo alto de la loma, el chiquillo Kit dijo a Jeff dando saltos de alegría, como si en un desierto acabase de descubrir un manantial, estando los dos sedientos. —¡Ese es el
misión en extremo oriente (libro)
Alex Bartley temía que de un momento a otro bajase el telón, terminando el segundo acto de Lohengrin. Sin embargo, no es que la obra le tuviese tan entusiasmado para que le dis
muerte en los rostros (libro)
Era corpulento, de enormes fuerzas, y así que cogió a Willie de los hombros lo atrajo contra su pecho sujetándole de forma que lo dejó inmovilizado. Mientras, el que había reci
noche amarilla (libro)
El chasquido de la lluvia contra los cristales, fue despertándole, con una sensación de que los disparos de ametralladora seguían tanteando el sampán a bordo del cual dejó la c
orden de invasión (libro)
Apenas amaneció, un squad, que terminada su vigilancia nocturna volvía a su retiro en uno de las pueblecitos costeros del condado de Kent, se encontró con los restos carbonizad
oro y sirenas (libro)
Lo decía demasiado alto. De otros palcos la oyeron, porque muchos tenían centrada la atención en aquella mujer joven, procedente de Nueva Orleans. Muy elegante y perfumada. Bas
peor que fieras (libro)
Arsenio Olcina Esteve nació en Alcoy, provincia de Alicante (Comunidad Valenciana) el 15 de octubre de 1909. Como muchos, participó en las contiendas de la guerra civil español
póker y tumba (libro)
Los coches se acercaron con los faros apagados. Tenían que ir con mucha cautela, porque aparte de que no había luna, los árboles hacían más cerrada la oscuridad. Los caminos qu
sin testigos (libro)
El jinete que vestía con elegancia y calzaba brillantes botas de tubo, puso el alazán al paso apenas dejar el camino general y emprender un sendero que conducía a una tupida ar
tierra de vencidos (libro)
Abrió la mujer del doctor. El que había llamado era un hombre joven, bien parecido, que vestía de vaquero. —¿Aquí tienen a un averiado del rodeo que se efectuó en este pueblo h
tierra maldita (libro)
Ed Riggan calculó mal. Pensó que iba a ser más larga y, por ello, dejó suelto el caballo, en tanto él se tendía sobre el césped, al pie de un grueso tronco. Acababa de lanzar a
tirando a lobo (libro)
Arsenio Olcina Esteve nació en Alcoy, provincia de Alicante (Comunidad Valenciana) el 15 de octubre de 1909. Como muchos, participó en las contiendas de la guerra civil español
tres hombres en la nieve (libro)
Desde una de las ventanas percibíase un ángulo del aeropuerto Tempelhof, situado en el sector americano. El coronel Brown, jefe del servicio de información, se quedó mirando el
tromba en la pradera (libro)
En aquel momento, para Nil Read, ver a la vieja Marubey fue como ver al mismo diablo. Todavía no se había calmado del choque que había tenido con unos individuos, cuando aparec
un loco en la sombra (libro)
Se abrió la puerta y apareció Elssie Hogan, una muchacha esbelta, de grandes ojos garzos. El empleado de la Compañía aérea pareció extrañarse del aspecto de aquella mujer, que,
un revólver en la sombra (libro)
Ya desde el mostrador del «Radiant Saloon» lo habían señalado como hombre inquietante. Marlle, la dueña, obedeciendo a una significativa mirada del barman, se había acercado. —
una mujer muerta (libro)
Otro relámpago incendió de verde el interior del almacén. Leib Rodner tuvo el tiempo preciso para ver al culi tras unos fardos de hierba lalan. Desenfundó rápidamente la pistol
vendaval en laos (libro)
Antes de meterse en la callejuela, todavía se volvió una vez más para embelesarse en aquella inmóvil explosión de cerámica multicolor que se reflejaba en las aguas del Menam. E
¡fuera los rufianes! (libro)
Arsenio Olcina Esteve nació en Alcoy, provincia de Alicante (Comunidad Valenciana) el 15 de octubre de 1909. Como muchos, participó en las contiendas de la guerra civil español
¡no habrá retirada! (libro)
Arsenio Olcina Esteve nació en Alcoy, provincia de Alicante (Comunidad Valenciana) el 15 de octubre de 1909. Como muchos, participó en las contiendas de la guerra civil español
«colt huracan» (libro)
—¡Con dos horas de retraso, pero apareces! —No es culpa mía que la diligencia pierda una rueda como quien pierde un guante —replicó el recién llegado, de muy mal humor. Se sent
a tres minutos de la muerte (libro)
El viejo tenía un pecho esquelético. Se veía el andamiaje de las costillas, y los ojos pequeños, de un azul turbio, se perdían en la enmarañada barba y pobladas cejas. Pero la pelambrera era postiza, porque de dos manotazos se la quitó, mostrando una cara rasurada, y una cabeza monda. Quedó su enjuto cuerpo, y su vejez.
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alma y colt (libro)
—¡Muy bien, vaquero! ¡Así, como jugando, has dejado la manada en orden...! Quien decía esto era un hombre de cabellos grises. Llevaba la placa de sheriff. Al entrar el ganado en la cañada, había habido un amago de estampida En una de las vertientes de la cañada, sentados a la sombra de los árboles estaban el sheriff Ruark y otros dos hombres, poco más o menos de su misma edad.
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barranco negro (libro)
Cox, el subalterno del sheriff, iba tan atolondrado que no pensó que en aquel momento pudiese haber al otro lado de la puerta alguien dispuesto a salir. Así es como se produjo el choque. Cox fue quien llevó la peor parte, pues, mucho menos pesado que el otro, salió disparado, como empujado por una catapulta, y fue a quedar tendido en medio de la acera
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brigada de choque (libro)
Cuando el aparato se detuvo, infinidad de hilos de agua marcaron la silueta del avión sobre el emparrillado de la pista.Resultaba extraño. Enfocado por los reflectores de una camioneta, veíase el enorme avión de transporte echar agua por todos lados, como bajo una formidable lluvia. Y ocurría cuando en lo alto brillaba la noche limpísima, en un impresionante torbellino de estrellas.La tripulación saltó a tierra, dirigiéndose a la camioneta. El último en salir del aparato, al percibir la lluvia, se colocó junto al tren de aterrizaje, extendió una mano y acarició una rueda.—¡Buen chico! ¡Te has portado como los buenos! ¿Hace una buena ración de café caliente?…
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buitres de la pradera (libro)
Arsenio Olcina Esteve nació en Alcoy, provincia de Alicante (Comunidad Valenciana) el 15 de octubre de 1909. Como muchos, participó en las contiendas de la guerra civil española y le tocó estar en el bando perdedor. Como todos los escritores de esta segunda España, fue represaliado. Dado que los ámbitos superiores de la literatura le estaban vedados, debió dedicarse a escribir folletines y novelitas del Oeste. Para ello con las primeras dos letras de su nombre y apellidos formó su seudónimo literario post guerra civil. Se llamó A. Rolcest
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cerco a damasco (libro)
La cubierta negra de pelo de camello empezó a hincharse, tan pronto arreció el viento. Las estacas que sostenían el techo cuadrangular pareció que fueran a saltar de sus cimientos. Cuantos había en la tienda se quedaron mirando hacia un punto de la llanura, donde una polvareda de arena semejaba una carga de caballería que a todo galope se estuviese acercando a ellos.Dos de los beduinos, los que se hallaban sentados sobre una estera extendida en la parte donde el techo de la tienda se inclinaba, y donde la sombra era completa, después de mirar hacia la estepa, se volvieron para mirarse entre sí. Ambos llevaban el turbante de seda sujeto con un cordón de pelo de camello, bien inclinado sobre el rostro, y una especie de venda que les cubría desde la barbilla hasta la nariz.
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cerco de metralletas (libro)
Las olas fueron empujándola a tierra. Una tuvo más fuerza que las otras y levantó el cuerpo pasándolo por encima de pequeñas rocas que emergían de la arena.Suavemente lo depositó en el sitio más blando, donde había más arena, y se retiró. A partir de ese momento las olas fueron perdiendo fuerza, en plan de retirada.Un rato más tarde, cerca de la playa se detenía un coche. Se apeó una pareja, los dos en traje de baño. Eran muy jóvenes.Fue la mujer la primera que se acercó al agua, corriendo. De pronto se detuvo y miró a un lado. Enseguida soltó un grito.—¡Dick! ¡Una mujer muerta…!
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cerco en el vietnam (libro)
Un rabioso círculo de fuego se prendió en unos segundos. Disparaban de todas las alturas en derredor. No cesaba el petardeo de las ametralladoras, y balas trazadoras, lanzaderas, enloquecidas, cruzaban la urdimbre de la gruesa lluvia. La fusilería pellizcaba la noche, asomando por las grietas de las rocas y de vez en cuando se producía la llamarada de algún proyectil de mortero.
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chantaje en las tumbas (libro)
Arsenio Olcina Esteve nació en Alcoy, provincia de Alicante (Comunidad Valenciana) el 15 de octubre de 1909. Como muchos, participó en las contiendas de la guerra civil española y le tocó estar en el bando perdedor. Como todos los escritores de esta segunda España, fue represaliado. Dado que los ámbitos superiores de la literatura le estaban vedados, debió dedicarse a escribir folletines y novelitas del Oeste. Para ello con las primeras dos letras de su nombre y apellidos formó su seudónimo literario post guerra civil. Se llamó A. Rolcest
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cita en tierra de nadie (libro)
El soldado plantado en la fangosa trinchera, el soldado anónimo, tenía ya de la campaña de Corea una definición gráfica: No podían ganar, ni perder. Pero, además, tampoco podían marcharse. A ese callejón sin salida habían llegado las cosas. Lo comprendían así los jefes militares, los políticos, y, lo que ya era más delicado, el mismo pueblo de los Estados Unidos, que era, a fin de cuentas, quien más heridas recibía.
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consigna: plomo (libro)
El capitán del «Pearl» se puso a maldecir al ver que la entrada al embarcadero estaba obstruida por barcazas y pataches. Tenía razón porque desde mucho antes de divisar el poblado de Olker, el «Pearl» había estado avisando con prolongados toques de— sirena. Todo el pasaje se encontraba en cubierta, apretujándose en la borda que daba al embarcadero. Había pasaje de las condiciones más heterogéneas. Hombres de negocios, colonos, vaqueros, jugadores profesionales, aventureros…
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convoy en ruta (libro)
Cuando se dio la orden de arriar los botes, ya nadie pudo oírla. El buque escoraba deprisa, hundiéndose de popa. El oleaje saltaba la borda, a la busca de escotillas abiertas. Las próximas explosiones alcanzaban con su relámpago las espasmódicas contorsiones del buque que harto de zigzags, optaba por la definitiva voltereta. Por cubierta, agarrándose a cables, veíanse a hombres pugnando por alcanzar un bote, que medio destrincado, balanceábase con movimiento de péndulo.
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crimen en el «subway» (libro)
En el instante en que Jesse Peyton se inclinaba un poco para aplastar con el pie el cigarrillo que acababa de írsele de las manos, a consecuencia de un empujón de la multitud hacinada en el departamento del Metro en que iba, un periódico doblado cayó sobre sus rodillas. Sólo en un caso tan especial como aquél, el repórter Jesse Peyton se había decidido a tocar con sus manos un ejemplar del hediondo «Amplifier News», del que no sentía ningún deseo de acordarse.
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detrás quedan los muertos (libro)
Arsenio Olcina Esteve nació en Alcoy, provincia de Alicante (Comunidad Valenciana) el 15 de octubre de 1909. Como muchos, participó en las contiendas de la guerra civil española y le tocó estar en el bando perdedor. Como todos los escritores de esta segunda España, fue represaliado. Dado que los ámbitos superiores de la literatura le estaban vedados, debió dedicarse a escribir folletines y novelitas del Oeste. Para ello con las primeras dos letras de su nombre y apellidos formó su seudónimo literario post guerra civil. Se llamó A. Rolcest
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disparos sin respuesta (libro)
Albert Dorsey se preguntaba, atónito y horrorizado de sí mismo: “¿De dónde puede salir tanto disimulo?' Se encontraba en uno de los momentos que consideraba más difíciles de su ajetreada vida. Y no por el cansancio de tantos días de cabalgar de un lado a otro, unido a aquel grupo de individuos. Cuando pidieron a Albert que se uniera a ellos, el jefe de la pandilla, John Leach, pareció sincero: —Nuestra misión es provocar estampidas… De vez en cuando, asaltar algún transporte de mineral. Te hablo muy claro porque sé que puedo hacerlo contigo. No vamos a perjudicar a gente que merece respeto. Atacaremos a cuadrillas que obedecen a una organización dedicada al robo.
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domando horizontes (libro)
—A la bala que oigas silbar, sácale la lengua, como decíamos en guerra… —¿Por qué? —Por si acaso es el último pitorreo que te puedes permitir. La que no se oye es la peligrosa. Llegó una bala cuyo silbido no lo oyeron, pero sí el chasquido que produjo al clavarse en el árbol al pie del cual se hallaban tendidos Alcott y Brent. Los dos quedaron mirándose. Brent, el que dijo lo de sacar la lengua, permaneció callado. —¿Nos pitorreamos de ésta, Brent? —preguntó Alcott. Alex Eiken, el que mandaba el grupo, se acercó, arrastrándose, sin que le oyeran. —¿No sería mejor guardar silencio? —preguntó. —¡Es que nos aburrimos, Alex! ¿Qué hacen los otros?
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el asesino blanco (libro)
Dave volvió la cabeza para mirar a la pista. No tuvo necesidad de buscar mucho. La acompañante de Bud Laskey parecía una antorcha encendida en medio de las demás parejas. Su espléndida escultura se revelaba a través del tenue vestido y cuando las evoluciones del baile hacían que estuviera de frente, Dave veía un óvalo perfecto, con el corte acentuado por el rímel, de unos ojos de trazo asiático y una boca pequeña, encarnada, con el labio inferior un poco adelantado en el que parecía asomar algo desdeñoso.
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el azote de los cuatreros (libro)
No esperaban encontrarlos tan pronto. Los abigeos habían tenido toda la noche y parte de la mañana para alejarse del rancho. Arl Carson, el capataz, señaló al fondo de la cañada. —¡Ahí los tenemos! ¡Valientes estúpidos! ¡Se han detenido a remarcar! En un recodo de la cañada se veía una hoguera y gente manipulando con los hierros. Arl observó el lugar donde se habían detenido los ladrones de ganado. —Todo será fácil. Están demasiado «atareados».
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el fuego en las manos (libro)
Al descender del avión, la bella mujer se dirigió con los demás pasajeros a la aduana. Para muchos, en todos los aviones que llegaban al aeródromo, el instante de someter el equipaje a los ojos escrutadores y manos experimentadas de los aduaneros, tenía algo así como la angustiosa emoción de cuando el aparato acusaba la entrada en un «bache».
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el harén del diablo (libro)
En el aeropuerto los aguardaba un amigo. Era un poco mayor que los recién llegados. —¡Darvi! —gritaron al que los esperaba. Lo abrazaron, palmeándole la espalda. Un mozo, mientras tanto, se hizo cargo del equipaje para llevar coche. El chófer cogió las maletas y fue situándolas en el vehículo. —¡Tú no puedes darte cuenta de nuestro asombro! —dijo Hoad—. Continuamente estás en Chicago y no puedes notar el cambio. Pero ¡nosotros! Yo, hace más de quince años que no he venido aquí. Y entonces apenas estuve unas horas…
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el infierno de los ídolos (libro)
Arsenio Olcina Esteve nació en Alcoy, provincia de Alicante (Comunidad Valenciana) el 15 de octubre de 1909. Como muchos, participó en las contiendas de la guerra civil española y le tocó estar en el bando perdedor. Como todos los escritores de esta segunda España, fue represaliado. Dado que los ámbitos superiores de la literatura le estaban vedados, debió dedicarse a escribir folletines y novelitas del Oeste. Para ello con las primeras dos letras de su nombre y apellidos formó su seudónimo literario post guerra civil. Se llamó A. Rolcest
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el monumento al muerto (libro)
Había pasado la noche en una cabaña, cuando muy cerca tenía una casa. Tanto la casa como la cabaña le pertenecían. Pero Neg Hogan decidió descansar en aquel rústico refugio, porque le traía mejores recuerdos. En la casa habrían despertado cosas que Neg deseaba permaneciesen dormidas, especialmente las que se referían a sus padres, a sus penosas discusiones. Todo eso debía quedar de momento bajo la nieve. De noche había entrado en la cabaña.
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el naipe revancha (libro)
Arsenio Olcina Esteve nació en Alcoy, provincia de Alicante (Comunidad Valenciana) el 15 de octubre de 1909. Como muchos, participó en las contiendas de la guerra civil española y le tocó estar en el bando perdedor. Como todos los escritores de esta segunda España, fue represaliado. Dado que los ámbitos superiores de la literatura le estaban vedados, debió dedicarse a escribir folletines y novelitas del Oeste. Para ello con las primeras dos letras de su nombre y apellidos formó su seudónimo literario post guerra civil. Se llamó A. Rolcest
subir
el pistolero del norte (libro)
Arsenio Olcina Esteve nació en Alcoy, provincia de Alicante (Comunidad Valenciana) el 15 de octubre de 1909. Como muchos, participó en las contiendas de la guerra civil española y le tocó estar en el bando perdedor. Como todos los escritores de esta segunda España, fue represaliado. Dado que los ámbitos superiores de la literatura le estaban vedados, debió dedicarse a escribir folletines y novelitas del Oeste. Para ello con las primeras dos letras de su nombre y apellidos formó su seudónimo literario post guerra civil. Se llamó A. Rolcest
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el rancho de los condenados (libro)
Sólo en casos muy extremados el sheriff Dwan se atrevía a preguntar a un forastero quién era y de dónde venía. Tenía muy en cuenta la tácita cortesía del Oeste en la que ciertas preguntas, además de ser imprudentes, resultaban una insolencia peligrosa. El desconocido que se inmergía en la pradera podía tener muy buenos motivos para querer silenciar lo que le hizo dejar su tierra natal, o la manera conque había conseguido su caballo. Lo que al sheriff le interesaba era si el forastero tenía que quedarse en la comarca. En caso afirmativo, los medios conque contaba. En las respuestas no cabían trampas.
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el reto de la amazona (libro)
Arsenio Olcina Esteve nació en Alcoy, provincia de Alicante (Comunidad Valenciana) el 15 de octubre de 1909. Como muchos, participó en las contiendas de la guerra civil española y le tocó estar en el bando perdedor. Como todos los escritores de esta segunda España, fue represaliado. Dado que los ámbitos superiores de la literatura le estaban vedados, debió dedicarse a escribir folletines y novelitas del Oeste. Para ello con las primeras dos letras de su nombre y apellidos formó su seudónimo literario post guerra civil. Se llamó A. Rolcest
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el tigre sediento (libro)
Arsenio Olcina Esteve nació en Alcoy, provincia de Alicante (Comunidad Valenciana) el 15 de octubre de 1909. Como muchos, participó en las contiendas de la guerra civil española y le tocó estar en el bando perdedor. Como todos los escritores de esta segunda España, fue represaliado. Dado que los ámbitos superiores de la literatura le estaban vedados, debió dedicarse a escribir folletines y novelitas del Oeste. Para ello con las primeras dos letras de su nombre y apellidos formó su seudónimo literario post guerra civil. Se llamó A. Rolcest
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el tributo de la muerte (libro)
En el continente americano habían hecho tres escalas, a simple vista un poco absurdas. Primero, en un aeropuerto costero situado muy al sur, adonde llegaron con los depósitos de combustible casi vacíos. Había aeropuertos más propicios para repostar. De allí, inmediatamente volaron hacia el interior. Y otro aterrizaje, este aparentemente innecesario, en un insignificante aeródromo casi en la divisoria de Bolivia y Brasil.
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el tributo del desierto (libro)
Veía que el barrio árabe en El Cairo tenía fama, y con razón, de ser una de las redes urbanas más complicadas del mundo. Un beodo tambaleándose sobre una llanura de arena no trazaría direcciones más absurdas. Por fin ocurrió lo que una hora antes, al empezar a seguir a aquella pareja, estuvo temiendo: se acababan de meter en un callejón sin salida. Aunque se diera mucha prisa en retroceder, le verían. Para mayor contrariedad, había muy pocos turistas en ésa callejuela y de una sola mirada podían verse los que vestían a la manera occidental.
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empujado a la muerte (libro)
Para Dick Burke, lo sorprendente no fue lo que el sheriff Bell le dijo, en el momento en que se disponía a abrir la celda, sino la forma de decirlo. Causaba la sensación de que para darle aquella noticia, había cambiado de traje, se había lavado e incluso se había peinado aquel mostacho blanco y amarillento, teñido por el humo del tabaco. Hasta había desaparecido de su voz aquella antipática carraspera con que le hablaba desde que tuvo el honor de conocerle, exactamente veinticuatro horas atrás. —Tiene usted visita, señor Burke…
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enviado especial de la muerte (libro)
HABÍA que dar un motivo concreto a aquella acción, y uno de los altos jefes reunió a la fuerza que tenía que tomar parte y con un puntero señaló la costa noruega. Apuntó a Trondheim. —Aquí, en el fiordo de Aas, tenemos el «Tirpitz». Era el mayor acorazado de la flota alemana. Allí permanecía acorralado y al mismo tiempo esperando el momento de convertirse en atacante. —Ese acorazado constituirá una amenaza mientras tenga cerca un dique donde poder reparar sus fuerzas, en el caso de que se atreva a salir y lo toquemos.
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fuego en saigón (libro)
En una misma mañana, con una diferencia de minutos, iba a ver dos alardes de la Naturaleza, en tipos de mujer totalmente distintos. Esto no hubiera tenido nada de particular en Saigón, donde confluían los prototipos de todas las razas, pero sí en aquel puesto avanzado que con sus alambradas canalizaba el hormiguero que surgía de la selva.
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furia blanca (libro)
El aparato parecía haber recibido una mordedura en el vientre y daba la sensación de que se encogía. Habían descendido mucho desde que notaron la primera embestida. Algo iba mal en los motores. Rateaban, los dos lo mismo y de pronto callaron. —¡Vamos a planear!… ¡Pero usted láncese, Carver! ¡Que quede uno para contarlo!
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guarida de condenados (libro)
Estubo un rato en la cuadra de la posada, atendiendo a su caballo y hablándole: —Saldremos temprano, «Escamón»… Come y descansa —fue lo último que le dijo. Cruzó el patio y emprendió la escalera que conducía a las habitaciones. Ya era medianoche. La llave estaba puesta en la cerradura. Al ir a darle la vuelta, advirtió que era innecesario. Se dio cuenta de que dentro había luz, muy amortiguada. Al tiempo que con el pie empujaba la puerta, desenfundaba. —¡Calma, muchacho! ¡Gente de paz!
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hampa brillante (libro)
El inspector de policía americano Fadner llega a Roma de vacaciones junto con su mujer. Allí se encuentra con el agente del FBI Travis Wick y la pintora Gladys Blair. La esposa sospecha que entre los dos hombres hay algo más que amistad y que su marido en realidad ha venido a Roma en misión secreta. Por la noche, las dos parejas acuden a un club nocturno. Allí actúa una bailarina llamada Yona, a la que Travis conoce desde hace tiempo.A la mañana siguiente Fadner y Travis se van en coche sin indicar su destino. La policía italiana encuentra el coche con los dos hombres asesinados a bordo.Unos días después llega a Roma el periodista americano Jeff Rayner para investigar la muerte de los dos hombres. Jeff era amigo personal de Travis Wick y también conoce a Yona.
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hechiceros de la muerte (libro)
Eran muchos los que habían abandonado el salón para salir a la terraza o bajar al jardín. La finca, situada en las afueras de Nairobi, servía aquella noche de punto de reunión de lo más destacado de la colonia británica en Kenya. Había también algunas personalidades africanas, de marcada tendencia occidental. Y algún que otro colonizador europeo establecido fuera de Kenya, como el padre de Neida, Pietro Fellini, que desde Eritrea se había desplazado a la zona oriental inglesa para estudiar a fondo el sistema de colonización británico y al mismo tiempo, para convivir con viejos amigos.
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hoguera en la noche (libro)
El jinete que marchaba delante explorando el camino, volvió grupas. Desde el coche apenas se le podía ver, borrado por la densa cortina de lluvia. Alrededor del coche iban dos jinetes más, con las solapas del capote levantadas, los sombreros de fieltro convertidos en cubos, el ala mustia. A cada momento soltaban una maldición, no muy alta porque temían que les oyeran los ocupantes del coche. —¡El puente se ha hundido!—gritó el que venía de explorar el terreno. Desde el pescante, el conductor, una masa informe envuelta en pieles de venado, inquirió: —¡Eh! ¿Qué diablos dices? —¡Que el puente está destruido!
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huellas en el mar (libro)
La samba desplegó el embrujo de su sensualidad y tristeza, y los ojos de las parejas adquirieron un nuevo brillo. Los cuerpos de las mujeres —sirenas con escamas de seda y joyas—, adoptaron un cimbreo juguetón, tal vez lascivo. El salón resplandecía por el joyerío de luces, por el oro y piedras preciosas brillando sobre bustos casi desnudos, por los valiosos trajes y tocados caprichosos. El inmenso salón donde se celebraba la fiesta era un arca conteniendo todo lo opulento, todo lo bello de aquel mundo fácil, alegre, de personas acostumbradas a manejar inmensas riquezas. El palacio de Samuel Karby, en Oregón, entre acantilados frente al Pacífico, concentraba aquella noche a lo más destacado de la política y las finanzas que se encontraba en la costa en plan de vacaciones.
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invitación a la muerte (libro)
Ya le pareció desde lejos que el grupo no iba de juerga. Desde la arboleda pudo observarlos largo rato sin que ellos lo advirtieran. El lugar era demasiado solitario para que no le resultara sospechoso lo que veía. Aquellos jinetes no iban hacia el pueblo, que quedaba al sur, sino en dirección contraria, donde solamente, durante millas, había rocas. El camino que seguían no era el adecuado para la misión que, a juzgar por las trazas, llevaba el grupo. Traían a un hombre con las manos atadas al pomo de la silla. Al cuello llevaba una cuerda. Este jinete iba en medio del grupo. En vano Gerb estuvo tratando de averiguar si entre aquellos individuos había alguien que diera un toque de legalidad. La chapa de sheriff que buscaba no la distinguía.
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jaque de rufianes (libro)
Arsenio Olcina Esteve nació en Alcoy, provincia de Alicante (Comunidad Valenciana) el 15 de octubre de 1909. Como muchos, participó en las contiendas de la guerra civil española y le tocó estar en el bando perdedor. Como todos los escritores de esta segunda España, fue represaliado. Dado que los ámbitos superiores de la literatura le estaban vedados, debió dedicarse a escribir folletines y novelitas del Oeste. Para ello con las primeras dos letras de su nombre y apellidos formó su seudónimo literario post guerra civil. Se llamó A. Rolcest
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la captura de la fiera (libro)
Arsenio Olcina Esteve nació en Alcoy, provincia de Alicante (Comunidad Valenciana) el 15 de octubre de 1909. Como muchos, participó en las contiendas de la guerra civil española y le tocó estar en el bando perdedor. Como todos los escritores de esta segunda España, fue represaliado. Dado que los ámbitos superiores de la literatura le estaban vedados, debió dedicarse a escribir folletines y novelitas del Oeste. Para ello con las primeras dos letras de su nombre y apellidos formó su seudónimo literario post guerra civil. Se llamó A. Rolcest
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la caravana muerta (libro)
Arsenio Olcina Esteve nació en Alcoy, provincia de Alicante (Comunidad Valenciana) el 15 de octubre de 1909. Como muchos, participó en las contiendas de la guerra civil española y le tocó estar en el bando perdedor. Como todos los escritores de esta segunda España, fue represaliado. Dado que los ámbitos superiores de la literatura le estaban vedados, debió dedicarse a escribir folletines y novelitas del Oeste. Para ello con las primeras dos letras de su nombre y apellidos formó su seudónimo literario post guerra civil. Se llamó A. Rolcest
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la cueva de los muertos (libro)
TODAVÍA no se había acercado al pueblo. El helicóptero descendió en la misma playa, y a muy pocos pasos del aparato, frente al mar, estaba el hotel. Aquel viaje estaba lleno de sorpresas, desde que salió de los Estados Unidos, con plaza reservada en el avión, hasta su llegada a Londres. Y luego el salto del Canal, en helicóptero, para llegar a Saint-Jacques. La última sorpresa había sido encontrar alojamiento en el hotel de lujo. Una cómoda habitación en el primer piso, cuyo ventanal enfocaba precisamente los acantilados que tantos recuerdos contenían para Jerry Skinson.
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la encrucijada del héroe (libro)
—¡Pues claro que el tiempo progresa!... El gigante y el pobre diablo, quedan relativamente igualados con esto... Y se dio una palmada a la pistolera del lado derecho. Era un individuo delgado, bien trajeado. Los que tenía a su alrededor vestían de vaquero. —En otro tiempo —prosiguió el que hablaba del progreso, en son de burla—, un hombre con mi poca fuerza temblaría ante un tipo como ése... Y señaló a un hombre fornido que acababa de salir de una tienda, llevando un saco en cada mano.
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la espera del buitre (libro)
Cuando decidió detener el caballo, Herb Cowley tenía la convicción de que era espiado. No le importó, porque se había metido en aquel bosque sabiendo que en cualquier momento alguien le saldría al paso para preguntarle adonde se dirigía. Lo que Herb no tenía previsto era que el recibimiento se efectuase por medio de una cuerda. Un lazo lo enfiló, cogiéndole del pecho. Y le arrancó de la silla. Pudo caer de pie, pero le interesaba seguir la dirección de la cuerda, para dejarla escurrir por el cuerpo, mientras giraba, ya en el suelo. Rodando desenfundó.
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la hoguera del pionero (libro)
Ni siquiera con el gesto saludaron al administrador del hotel. Los tres individuos daban la impresión de estar pisando terreno sometido. Uno se acercó al mostrador y cogió el libro donde figuraban los huéspedes. En seguida encontró el nombre que buscaba: Belk Landay. —Ocupa la ocho —dijo a los dos compinches.
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la huella de los cuatreros (libro)
Cuando llegaron a la cañada donde Bud Gerber tenía el refugio y la pista de entrenamiento, el joven se encontraba en pleno ejercicio. Se acercaron a la cabaña llevando dos caballos de carga y procedieron a soltar paquetes. Luego se encaminaron al “mirador”, unos peñascos que emergían en mitad de una ladera, desde los que podían dominar toda la pista. Montaba a “Racha”, un potro morcillo con endemoniadas manías. Sólo un “jockey” como Bud podría sacarle partido a un potro que corría a ráfagas, amainando cuando se le antojaba, para de pronto recobrar todo lo perdido.
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la lección del muerto (libro)
Ya era muy tarde. El saloon iba a cerrar. Dat Given se levantó de la mesa y se dirigió al mostrador. La mayoría de los clientes ya estaban saliendo. —¿Cómo te ha ido la noche, Dat? —preguntó el barman. —No ha estado mal
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la ley en el revólver (libro)
Arsenio Olcina Esteve nació en Alcoy, provincia de Alicante (Comunidad Valenciana) el 15 de octubre de 1909. Como muchos, participó en las contiendas de la guerra civil española y le tocó estar en el bando perdedor. Como todos los escritores de esta segunda España, fue represaliado. Dado que los ámbitos superiores de la literatura le estaban vedados, debió dedicarse a escribir folletines y novelitas del Oeste. Para ello con las primeras dos letras de su nombre y apellidos formó su seudónimo literario post guerra civil. Se llamó A. Rolcest
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la meta del odio (libro)
Arsenio Olcina Esteve nació en Alcoy, provincia de Alicante (Comunidad Valenciana) el 15 de octubre de 1909. Como muchos, participó en las contiendas de la guerra civil española y le tocó estar en el bando perdedor. Como todos los escritores de esta segunda España, fue represaliado. Dado que los ámbitos superiores de la literatura le estaban vedados, debió dedicarse a escribir folletines y novelitas del Oeste. Para ello con las primeras dos letras de su nombre y apellidos formó su seudónimo literario post guerra civil. Se llamó A. Rolcest
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la muerte da una cita (libro)
Tres veces le salió aquella mujer al paso. Y las tres, la muerte aleteó en torno al corresponsal de guerra norteamericano, Kid Stiwell. La primera fue en los arrabales de Nápoles, recién caído en poder de los aliados. Una multitud famélica y aterrorizada, les salía al encuentro saludándoles histéricamente. El fragor de cadenas de los tanques, el rugir de los motores, quedaba ahogado por aquel impresionante ulular de millares de seres que parecían surgidos de un mundo de pesadilla.
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la muerte en las manos (libro)
Desde que lo vieron desmontar, sujetar el caballo frente al saloon de la bella Framy, subir lentamente al soportal y arrimarse a una columna para mirar la calle, se dieron cuenta de que el joven forastero era de los que pisaban fuerte. Precisamente por el abandono con que mantenía la figura, por aire cansino que se desprendía de todos sus movimientos. Muchos de los que lo observaban, al darse cuenta de la perfección de su cara, pensaron en Danl Romack. Era el que formaba pareja con Framy. Siempre había sido el gallo de pelea, donde húbose un hombre con buena planta y una mujer que disputar.
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la muerte invita (libro)
Arsenio Olcina Esteve nació en Alcoy, provincia de Alicante (Comunidad Valenciana) el 15 de octubre de 1909. Como muchos, participó en las contiendas de la guerra civil española y le tocó estar en el bando perdedor. Como todos los escritores de esta segunda España, fue represaliado. Dado que los ámbitos superiores de la literatura le estaban vedados, debió dedicarse a escribir folletines y novelitas del Oeste. Para ello con las primeras dos letras de su nombre y apellidos formó su seudónimo literario post guerra civil. Se llamó A. Rolcest
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la muerte viste de blanco (libro)
Los que vieron pasar los dos coches por la aldea, camino de la frontera, sonrieron, sabiendo que pronto estarían de regreso, rechazados por la nieve. Hacía ya dos días que la carretera estaba interceptada. Los que iban en los dos coches no podían alegar ignorancia, pues habían tenido ocasión de leer varios avisos en el camino. Ya era de noche cuando los dos vehículos se detuvieron. Podían seguir unos cuantos kilómetros, pero no parecía ser lo difícil del camino lo que les había impulsado a detenerse. Fuera de la carretera, perdida entre los árboles, había una cabaña en cuyas ventanas se veía luz. Los dos coches habían quedado en sentido transversal, de cara a la cabaña. Y encendieron los faros, para apagarlos en seguida.
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la noche de bright garden (libro)
Apenas servía de nada la lámpara automática con que alumbraba el que marchaba delante. Tan espesa era la niebla que ni siquiera se adivinaban los faros encendidos de los coches dejados en la carretera. Bajando los últimos escalones, el que sostenía el cadáver por las piernas lo soltó e hizo caer al que marchaba detrás. La cabeza de la muerta quedó apoyada entre sus rodillas. —¡Idiota! ¿Qué haces? El otro soltó una risa nerviosa. —No sé… Me pareció que me daba un puntapié. Como si estuviera viva. Los que estaban ya al mismo borde del río, retrocedieron. —¿Qué ocurre? —Ése, que está borracho. ¡Venga, agárrate y terminemos!
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la ofrenda del diablo (libro)
Al terminar el baile, Kev propuso salir a la terraza. Muy cerca tenían el puerto, convertido en un estallido de lucecitas.Eida Raybel accedió. Su vestido le perfilaba la figura, de sobrias líneas. Su boca suave, de labios llenos, sonrió al tiempo que sus ojos grandes, castaño claros, quedaron fijos en su acompañante.—Pero tendrá que hablarme de la selva, capitán Burgan…—¡Desde luego, Eida! —rió el hombre.La cabellera de la joven se volcaba sobre los hombros desnudos, en suaves ondas, y refulgía tanto como sus ojos. Su acompañante, Kev Burgan, quedó medio paso rezagado, para poder apreciar el andar felino de la bella.
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la orgía de los gangsters (libro)
Su nariz era una gárgola y, al darle fuego el otro surgió del mechero de gas una llama demasiado grande. Stransberry tuvo que echar atrás la cabeza para salvar la nariz. —¿Es que quiere señalarme, Hasson? —preguntó, mirando furioso al que sostenía el encendedor. Los dos estaban excitados. Ya llevaban media hora diciéndose cosas desagradables. Stransberry era el gerente artístico de la productora de films para la televisión. Hasson, guionista.
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la pantera dormida (libro)
Había poca luna, pero suficiente para que la cima de la cordillera mostrase sus abolladuras y agudos espolones sobre un fondo menos oscuro. Hacía un rato que Doug descendió por la vertiente de la colina que encaraba con la cordillera. Fue a comprobar si su caballo estaba en el sitio en que lo dejó. Nadie más que Doug se había acercado a donde estaba su montura. Le acarició el cuello y murmuró: «No tardaré en volver». Habían sido demasiadas horas de espera. En lo alto de la colina estaba la cabaña, donde tenía que encontrar al hombre que le había citado allí. Doug llegó oscureciendo. Dentro de la cabaña no encontró más que desorden y suciedad.
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la soga y el colt (libro)
Cuando terminó de colocar el último tornillo que sujetaba el cojinete, el viejo Slack soltó un prolongado respiro. —¡Ahora, a esperar otro golpe de suerte! ¿No crees, Geila? Había sudado para conseguir que el eje trasero del carromato quedara debidamente asegurado. La joven apenas volvió la cabeza para mirarle. Sentada sobre un peñasco, permanecía absorta, contemplando el paisaje. —¡Primero, los dos zánganos que nos acompañaban, llenan el buche y se alejan, para «explorar»! ¡Vaya par de sinvergüenzas! ¡Luego, se sueltan varios paquetes! ¡Y menos mal…!
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la trampa abierta (libro)
Primero fue el disparo. Luego, la palabra:—¡Márchese!…El proyectil casi rozó el sombrero de Hal Walker. Miró indignado en la dirección en que todavía se apreciaba la nubecilla de humo.Y se produjo otra detonación. Este proyectil se clavó en el suelo, a dos palmos de donde tenía Hal los pies.—¡Obedezca!…Era voz de mujer. Una voz de entonación joven, que la ira no conseguía oscurecer. Demasiada buena voz para un genio tan endemoniado.Hal siguió inmóvil, en la boca de la mina.
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la tumba espera (libro)
Arsenio Olcina Esteve nació en Alcoy, provincia de Alicante (Comunidad Valenciana) el 15 de octubre de 1909. Como muchos, participó en las contiendas de la guerra civil española y le tocó estar en el bando perdedor. Como todos los escritores de esta segunda España, fue represaliado. Dado que los ámbitos superiores de la literatura le estaban vedados, debió dedicarse a escribir folletines y novelitas del Oeste. Para ello con las primeras dos letras de su nombre y apellidos formó su seudónimo literario post guerra civil. Se llamó A. Rolcest
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la venus dorada (libro)
A los seis días de estar en Roma, todavía no había establecido contacto con el inspector Nover, su jefe inmediato, en su nueva misión en Europa. Que la misión era en Europa fue lo que le dieron a entender en Washington, apenas llegó al Departamento, procedente de Thailandia.
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las llaves del infierno (libro)
—¡No salga de París, Radnay! ¡Es un anzuelo! —advirtió la joven francesa, Marise Delin. El británico se quedó mirándola, sonriente, en afectuosa burla. Le chocaba que aquella muchacha, que al fin y al cabo era novata en los trabajos clandestinos, se atreviese a darle consejos a él, uno de los más experimentados agentes del Intelligence Service. La expresión de alarma que había en el rostro de la joven la embellecía. Sus ojos dorados, con luces verdes, se hincaban en los del británico. —¡Presiento que es una encerrona, Radnay! ¡Hágame caso! ¡No salga de París!… El británico le puso una mano sobre un hombro y dijo: —Siéntese… Es usted una chiquilla, con alarmas de niño. Veamos, punto por punto, qué la hace pensar así. Nos ha costado mucho seguir los pasos de Jules Diemer. ¿Es cierto?
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las siete serpientes (libro)
El inspector se quedó mirando la casa más vieja. Era la fachada posterior. Por orden de la policía habían ido apagando las luces en los compartimentos inmediatos a la habitación cerrada de la que salían alarmantes tufaradas de gas.
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línea de fuego (libro)
Arsenio Olcina Esteve nació en Alcoy, provincia de Alicante (Comunidad Valenciana) el 15 de octubre de 1909. Como muchos, participó en las contiendas de la guerra civil española y le tocó estar en el bando perdedor. Como todos los escritores de esta segunda España, fue represaliado. Dado que los ámbitos superiores de la literatura le estaban vedados, debió dedicarse a escribir folletines y novelitas del Oeste. Para ello con las primeras dos letras de su nombre y apellidos formó su seudónimo literario post guerra civil. Se llamó A. Rolcest
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luz verde en el mekong (libro)
Al llegar al hotel, se dispuso a darse un baño. Creía tener tiempo. Hasta la hora de la cena no se entrevistaría con el superior. Pero aún no había abierto las maletas, sonó el teléfono. Era el jefe, citándole en un club situado en la misma manzana en que se encontraba el hotel. Renegando, Drek cambió de traje y se encaminó al establecimiento donde el superior, el inspector Rowe, lo había citado.
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mensaje de una muerta (libro)
Desde lo alto de la loma, el chiquillo Kit dijo a Jeff dando saltos de alegría, como si en un desierto acabase de descubrir un manantial, estando los dos sedientos. —¡Ese es el coche que yo decía! ¡Y va a la posta donde yo trabajo! Jeff estuvo unos momentos mirando, el carruaje. Le pareció un pedrusco empujado por un torrente de polvo. —¿Tan lleno va que no te han dejado subir al decirles que tu potro se había escapado? —¡No va lleno! Fuera lleva muchas maletas... Pero viajeros...
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misión en extremo oriente (libro)
Alex Bartley temía que de un momento a otro bajase el telón, terminando el segundo acto de Lohengrin. Sin embargo, no es que la obra le tuviese tan entusiasmado para que le disgustase la interrupción. Pero es que precisamente en el segundo entreacto tenía convenido con el inspector Rowley ir a saludar en su palco al general Glemser. Y esto es lo que a Alex Bartley le molestaba. Recientemente, Bartley había acompañado al general en su misión especial por la China nacionalista. Más que como capitán de aviación, fue en calidad de agente del F. B. I. como Alex acompañó al general.
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muerte en los rostros (libro)
Era corpulento, de enormes fuerzas, y así que cogió a Willie de los hombros lo atrajo contra su pecho sujetándole de forma que lo dejó inmovilizado. Mientras, el que había recibido el golpe en el estómago, le rodeó para cogerlo por las piernas sin correr mucho peligro. Willie no se opuso. En realidad era lo que estaba esperando. Así que sus pies estuvieron separados del suelo, puso en juego varios movimientos de contracción y estiramiento, de manera que los que le sujetaban se veían obligados a seguir sus balanceos.
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noche amarilla (libro)
El chasquido de la lluvia contra los cristales, fue despertándole, con una sensación de que los disparos de ametralladora seguían tanteando el sampán a bordo del cual dejó la costa china. Pero cuando verdaderamente sufrió una conmoción que lo obligó a incorporarse fue al darse cuenta de que se hallaba tendido en un lecho, entre sábanas blancas. No pudo reprimir una exclamación de asombro. Al momento, una enfermera acudió a su lado.
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orden de invasión (libro)
Apenas amaneció, un squad, que terminada su vigilancia nocturna volvía a su retiro en uno de las pueblecitos costeros del condado de Kent, se encontró con los restos carbonizados de un «Spitfire».La batalla de Inglaterra aún no había empezado. Noruega, Holanda y Bélgica, ya habían sido invadidas… Francia estaba quedando fuera de combate.Sola Inglaterra, ya con la magulladura de Dunkerque, miraba el mar con los músculos tensos. De un momento a otro podía producirse la invasión. Todo parecía posible en aquellos momentos. La «Wehrmacht» lavaba su fulminante lanza en las Alas más cerradas, y éstas se abrían como ante un poder diabólico. Hábiles barrenos perforaban los cimientos de los Estados, y en el momento del estallido estos se desmoronaban, convertidos en cascotes inservibles. La «Luftwaffe» cubría la comba del espacio, y el tremor de sus motores bastaba para que abajo los seres y las cosas pareciesen arrebatados por un huracán.
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oro y sirenas (libro)
Lo decía demasiado alto. De otros palcos la oyeron, porque muchos tenían centrada la atención en aquella mujer joven, procedente de Nueva Orleans. Muy elegante y perfumada. Bastante bonita. En su mismo palco estaban dos hombres jóvenes, muy bien vestidos, y la tía de Chera. Los dos hombres, al sentir la mirada de algunos espectadores, se turbaron. Uno se inclinó para susurrar a Chera: —¡No hable tan alto! A muchos puede molestarle...
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peor que fieras (libro)
Arsenio Olcina Esteve nació en Alcoy, provincia de Alicante (Comunidad Valenciana) el 15 de octubre de 1909. Como muchos, participó en las contiendas de la guerra civil española y le tocó estar en el bando perdedor. Como todos los escritores de esta segunda España, fue represaliado. Dado que los ámbitos superiores de la literatura le estaban vedados, debió dedicarse a escribir folletines y novelitas del Oeste. Para ello con las primeras dos letras de su nombre y apellidos formó su seudónimo literario post guerra civil. Se llamó A. Rolcest
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póker y tumba (libro)
Los coches se acercaron con los faros apagados. Tenían que ir con mucha cautela, porque aparte de que no había luna, los árboles hacían más cerrada la oscuridad. Los caminos que conducían a la colina, donde se encontraba la casa, eran muy estrechos. El encontronazo de algún coche contra cualquier árbol o roca, se podía convertir en un tapón para los que iban detrás, cargados de agentes. La colina donde estaba la casa tenía una ladera sin caminos, porque había un lago bordeando la maleza.
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sin testigos (libro)
El jinete que vestía con elegancia y calzaba brillantes botas de tubo, puso el alazán al paso apenas dejar el camino general y emprender un sendero que conducía a una tupida arboleda. Allí estaban esperándole. Era un individuo que vestía ropa de vaquero, muy sucia. Estaba empapado de sudor y cuando llegó el elegante soltó una exclamación de alegría: —¡Temí llegar tarde, Rand! Por poco reviento el caballo. La montura del que había hablado estaba sujeta a unas matas, con el pelaje cubierto de espuma.
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tierra de vencidos (libro)
Abrió la mujer del doctor. El que había llamado era un hombre joven, bien parecido, que vestía de vaquero. —¿Aquí tienen a un averiado del rodeo que se efectuó en este pueblo hace unos días? La ligereza con que lo preguntaba sorprendió a la mujer. —¿Cómo ha dicho? El vaquero sonrió. —Perdone… Me refiero a uno que se hirió en la monta de potros… Llegué ayer al pueblo y enseguida salí hacia el rancho del señor Fedder. Tenía que comprarle unos sementales de vacuno y me he enredado seleccionando potros… Allí me han dicho lo que ocurrió en el rodeo. ¿Puedo ver a ese joven?
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tierra maldita (libro)
Ed Riggan calculó mal. Pensó que iba a ser más larga y, por ello, dejó suelto el caballo, en tanto él se tendía sobre el césped, al pie de un grueso tronco. Acababa de lanzar al aire el medio cigarrillo que, encendido, había tenido en los labios un buen rato, sin succionar, olvidándose del tabaco y de todo, entregado a aquella dulce pereza que le producía el mismo enervamiento de un buen whisky. Se incluye el comic El vagabundo al final.
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tirando a lobo (libro)
Arsenio Olcina Esteve nació en Alcoy, provincia de Alicante (Comunidad Valenciana) el 15 de octubre de 1909. Como muchos, participó en las contiendas de la guerra civil española y le tocó estar en el bando perdedor. Como todos los escritores de esta segunda España, fue represaliado. Dado que los ámbitos superiores de la literatura le estaban vedados, debió dedicarse a escribir folletines y novelitas del Oeste. Para ello con las primeras dos letras de su nombre y apellidos formó su seudónimo literario post guerra civil. Se llamó A. Rolcest
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tres hombres en la nieve (libro)
Desde una de las ventanas percibíase un ángulo del aeropuerto Tempelhof, situado en el sector americano. El coronel Brown, jefe del servicio de información, se quedó mirando el cielo opaco, rayado de continuo por un ir y venir en cadena de fortalezas volantes. —Era preciso —dijo de pronto, sin volverse ni dejar de mirar al espacio. Detrás de él, sentado a un ángulo de una ancha mesa escritorio, se hallaba el capitán Bert Bakler.
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tromba en la pradera (libro)
En aquel momento, para Nil Read, ver a la vieja Marubey fue como ver al mismo diablo. Todavía no se había calmado del choque que había tenido con unos individuos, cuando aparecía la vieja que fue nodriza de Mood Wallson, la pesadilla de los Read. Nil estaba levantando la cabaña que tenía que servir de establo. Ya tenía terminada la que le servía de vivienda. Contra una pila de troncos estaba el rifle con el que había ahuyentado a los sujetos que habían ido a importunarle. Y ahora aparecía la vieja, montada en una carreta. Nadie la acompañaba.
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un loco en la sombra (libro)
Se abrió la puerta y apareció Elssie Hogan, una muchacha esbelta, de grandes ojos garzos. El empleado de la Compañía aérea pareció extrañarse del aspecto de aquella mujer, que, pese a la expresión de tristeza que había en su rostro, dominaba con tal fuerza la poderosa vitalidad y belleza que irradiaba de toda ella, que al empleado se le antojó paradójico que fuese precisamente ella quien se encargase de la fúnebre misión.
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un revólver en la sombra (libro)
Ya desde el mostrador del «Radiant Saloon» lo habían señalado como hombre inquietante. Marlle, la dueña, obedeciendo a una significativa mirada del barman, se había acercado. —¿Qué ocurre, Dean? —Cuidado con ese hombre. Ha preguntado por Owens. Cuando le he dicho que no sabía a quién se refería, ha sonreído y ha preguntado con sorna: «Tampoco conocerás a Sloan, ¿verdad?» Marlle se había apoyado en el mostrador, de cara a la sala. Sus ojos azules quedaron unos momentos entornados para recoger mejor la imagen del joven forastero.
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una mujer muerta (libro)
Otro relámpago incendió de verde el interior del almacén. Leib Rodner tuvo el tiempo preciso para ver al culi tras unos fardos de hierba lalan. Desenfundó rápidamente la pistola, cuando alguien se le acercó: —¡Comandante! ¡Creo que nos siguen! Era el sargento Loew. Y Leib ahogó una maldición. La aparición del subordinado hizo que perdiera unos segundos preciosos. Cuando se dio cuenta ya era demasiado tarde. No pudo hacer otra cosa que extender los brazos de manera que con ellos alcanzase al sargento y al soldado malgache que se acababa de situar a su derecha. —¡A tierra!
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vendaval en laos (libro)
Antes de meterse en la callejuela, todavía se volvió una vez más para embelesarse en aquella inmóvil explosión de cerámica multicolor que se reflejaba en las aguas del Menam. El Vat Arun, el «Templo de la Aurora», encaraba al sol sus ochenta metros de mosaicos. Un gigantesco vigía de oro y pedrería, ardiendo en una orgía de colores.
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¡fuera los rufianes! (libro)
Arsenio Olcina Esteve nació en Alcoy, provincia de Alicante (Comunidad Valenciana) el 15 de octubre de 1909. Como muchos, participó en las contiendas de la guerra civil española y le tocó estar en el bando perdedor. Como todos los escritores de esta segunda España, fue represaliado. Dado que los ámbitos superiores de la literatura le estaban vedados, debió dedicarse a escribir folletines y novelitas del Oeste. Para ello con las primeras dos letras de su nombre y apellidos formó su seudónimo literario post guerra civil. Se llamó A. Rolcest
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¡no habrá retirada! (libro)
Arsenio Olcina Esteve nació en Alcoy, provincia de Alicante (Comunidad Valenciana) el 15 de octubre de 1909. Como muchos, participó en las contiendas de la guerra civil española y le tocó estar en el bando perdedor. Como todos los escritores de esta segunda España, fue represaliado. Dado que los ámbitos superiores de la literatura le estaban vedados, debió dedicarse a escribir folletines y novelitas del Oeste. Para ello con las primeras dos letras de su nombre y apellidos formó su seudónimo literario post guerra civil. Se llamó A. Rolcest
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«colt huracan» (libro)
—¡Con dos horas de retraso, pero apareces! —No es culpa mía que la diligencia pierda una rueda como quien pierde un guante —replicó el recién llegado, de muy mal humor. Se sentó frente a los dos individuos. Uno de éstos le llenó un vaso, que rechazó con un gesto. —He de irme en seguida. He hecho amistad con algunos viajeros y me esperan en el hotel —miró a las mesas y a las paredes, y todo le pareció sucio, miserable. Hizo una mueca antes de decir: —¡Se pudo escoger un sitio más adecuado!…
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