Chloe no ha tenido una vida fácil, y a sus veintiún años, sigue lidiando con un pasado complicado que continúa pasándole factura, pues todavía no se siente del todo cómoda alrededor de los chicos; no sabe nada del amor más allá de lo que lee en los libros, y ni siquiera ha dado su primer beso de verdad. Sin embargo, durante unas vacaciones de verano, Liam se cruza en su vida con la fuerza de un tsunami. Es un descarado, un alma libre, un chico al que solo le apetece pasarlo bien y disfrutar de la vida sin ataduras. Sin embargo, Chloe cae rendida a sus encantos desde el primer momento en el que sus miradas se cruzan. Sabe que Liam no le conviene, que para él, ella es una más en su lista de conquistas, pero ¿será capaz Chloe de resistirse a sus coqueteos? O por el contrario, ¿dejará que Liam le ayude, por fin, a superar sus miedos? Un verano inolvidable. Dos corazones latiendo a destiempo. Y un reencuentro cargado de recuerdos y sentimientos escondidos que no tardarán en salir a la luz con una velocidad imparable.

Kate odia a los chicos egocéntricos, prepotentes, de los que te miran con superioridad y tratan a las chicas como simples esclavas sexuales. Hasta que se cruza en su vida Daniel Bonatti. Él tiene todo lo que ella no soporta, y además, es su profesor. La atracción entre los dos es innegable, pero Daniel huye de las relaciones y Kate está totalmente en contra de los rollos de una noche, y más aun, si encima el tipo es de lo más detestable. ¿Pero qué pasa cuando el destino tiene otros planes? ¿Cuándo te das cuenta que el odio y el amor están demasiado cerca?

Cuando la vecina de Elena se va de viaje, le encomienda la tarea de regar sus plantas y cuidar de Pepito, un canario que canta como Montserrat Caballé. Para más inri, también le advierte que su nieto pasará unos días en el piso. Un nieto al que ella no conoce. Lo que no espera Elena, es encontrarlo por primera vez completamente desnudo, y con las manos en su... ejem, en su bien proporcionado paquete. Elena huye despavorida muerta de vergüenza. Vergüenza que por lo visto él no tiene cuando, al día siguiente, encuentra una nota deslizada bajo la puerta de su casa que dice:"¿Para cuándo otra visita, querida vecina?" ¿Será desvergonzado el tío? ¡Si ella solo iba a regar las plantas!