Literatura de alar benet
a la caza del hombre (libro)
En Fairbanks, la importante ciudad de Alaska situada en la margen derecha del río Tanana, en los montes de Mac Kinley, con la llegada del invierno llegaban también un tropel de
a la deriva (libro)
En el ambiente más misterioso, rodeado de enemigos, sintiendo a su alrededor el silbido siniestro de los proyectiles, un hombre audaz y astuto, sufre las mayores torturas físic
agente x-27 (libro)
Asomado a la ventanilla, miré de nuevo el reloj. ¡Qué despacio marchaba el segundero! Tenía conciencia de un grave peligro. Necesitaba alejarme rápidamente de Potsdam. Hasta qu
al filo de la muerte (libro)
Los dos hombres miráronse con seriedad en el amplio y lujoso despacho, mientras, acomodados en los sillones del tresillo, guardaban silencio. Uno de ellos tendría setenta años
burlando la muerte (libro)
La cabeza de Douglas golpeó en el vientre al atracador, quien rodó por el suelo, perdiendo la automática. Para Waring fue un juego aprovechar la sorpresa del ataque, y reducir
ceylán (libro)
El paisaje, en la noche tropical, era maravilloso. Los gigantescos árboles caucheros, los bananos y las palmeras se alzaban al cielo rompiendo con sus verdes hojas los rayos de
cita con el horror (libro)
En una sucursal bancaria próxima al muelle 32… Se hizo el silencio. Un silencio denso. De muerte. —Esto es un atraco. ¡Que nadie haga tonterías! Preferimos llevarnos el dinero
continente negro (libro)
Todo sucedió con tan increíble rapidez que Margaret Langley y Donald Cookman no tuvieron tiempo de lanzar un grito de espanto. El profesor Raymond, que marchaba a la izquierda
el coloso de hierro (libro)
EN uno de los palcos del Opera House, del suburbio de Harlem, dos hombres de edad madura charlaban en voz baja, sin prestar ninguna atención al espectáculo, animado por un bell
el delator (libro)
En el cruce de la calle de Monroe y Dearborn en Chicago, álzase el magnífico edificio del First National Bank, el más importante establecimiento bancario de la ciudad. Eran las
el diablo rubio (libro)
Miraba por la ventanilla con curiosidad el inmenso gentío que lentamente se fué perdiendo hasta desaparecer por completo en una curva y pensé que el signo de la época, del mome
el genio del mal (libro)
JIM Bypas, enfundado en su traje negro de Impecable corte, estrechaba mecánicamente las manos que se le tendían sin oír las frases de condolencia de sus numerosos amigos, obses
el hijo del gun-man (libro)
EL moscardón atrajo por un momento el interés de los que, con las manos apoyadas en las culatas de los revólveres, contemplábanse con fiereza. En el almacén de provisiones de L
el reloj de la muerte (libro)
El maestro indiscutible de la moderna novelistica el escritor que aprisiona el corazón de los lectores los lleva prendidos de la muerte, la pasión, la violencía y el amor, a es
el secreto del inspector waring (libro)
GEORGE Kenton, con ademán nervioso, se subió el cuello de la americana, hundiendo sus manos en los bolsillos del pantalón. Llovía. Un agente le miró con desconfianza. Aquel hom
el tejano (libro)
A los dos meses y medio de la toma de Fuerte Sumter por los confederados, lo que dio comienzo a la guerra de Secesión, ciento noventa mil reclutas esperaban ansiosamente su bau
espanto en hollywood (libro)
Giovanni Melotti, eminente director musical, mientras dirigia la «Séptima Sinfonía», de Beethoven, recibe un disparo. Es el comienzo de una serie de atentados en Hollywood...
espionaje en corea (libro)
La porra de goma cayó sobre la nuca del hombre con increíble fuerza. Fue un golpe capaz de derribar a un toro, pero con gran sorpresa de los atacantes, no surtió efecto. El cor
falta un cadáver (libro)
Arrojó la corta espada junto a uno de los cadáveres y abandonó la estancia, llegando al cuarto de trabajo, del que tomó una cartera con documentos para pasar a sus habitaciones
fidelidad (libro)
Un audaz agente del F. B. I. se adentra temerariamente en el laberinto misterioso de una intriga sorprendente. Su misión es resolver la incógnita, su misión le impulsa a comete
gangsters en nueva york (libro)
Richard Miles, aferrado al volante, sentía como el corazón se aceleraba en su marcha y, al enviar la sangre con rapidez a sus venas —poderoso motor del organismo—, un fuego ext
hombres de lucha (libro)
Juan Alarcón Benito, escritor, prologuista, guionista... Alar Benet es uno de sus seudónimos para estas novelas de género menor, que no constituye, ni mucho menos, una parte im
huellas sangrientas (libro)
Fred Power no tuvo un momento de vacilación. Aparentó ponerse en pie, cual si fuera a obedecer las indicaciones, de sus agresores y cargó el peso del cuerpo en el lado de estri
humor negro (libro)
ROBERT Baker masculló un taco «impresionante». Acababa de tropezar por tercera vez con un obstáculo que resultó ser una papelera adosada a la pared, a media altura. Todas las s
infierno en el barrio chino (libro)
Un indio, vestido de blanco, con zapatillas del mismo color, cubierto con el clásico sarape o capote de monte mejicano, que masticaba sin cesar hojas de «coca» para, privando a
intriga en tokio (libro)
Seigo calló. En la estancia reinaba un profundo silencio. El reo se inclinó hacia adelante y empuñó la daga con resolución, sosteniéndola a la altura del vientre. Iba a consuma
la ciudad maldita (libro)
La ciudad comenzaba a despertar. Para los habitantes de Filadelfia aquélla era una madrugada más, preludio de un día de trabajo, gozo y dolor, tríptico que no abandona a los hu
la dama del expreso (libro)
La mujer aspiró voluptuosa el humo del cigarrillo emboquillado, mientras, distraída en apariencia, miraba en torno suyo. A través del cristal del departamento por el que pasaba
la diosa blanca (libro)
EL hechicero, vestido extrañamente con ropas entre las que predominaban las pieles de animales salvajes, alzó ambos brazos echando la cabeza hacia atrás con tanta violencia que
la ley del soborno (libro)
La noche, vencedora del crepúsculo, se extendía sobre la ciudad de Chicago. Irving Carroll, de unos treinta años, alto, de rostro ancho y pronunciada mandíbula, cerciorándose d
la montaña sagrada (libro)
Las hogueras iban apagándose lentamente sin que los dos blancos, un hombre y una mujer, y los negros que como porteadores, formaban parte del safari, repararan en el enorme pel
la muerte en celuloide (libro)
En la sala de conciertos de Andrew Carnegie se habían dado cita las figuras más destacadas de Nueva York No pocos políticos, financieros y diplomáticos se trasladaron desde Was
la muerte se anticipa (libro)
Roger Bradford, situado junto a la puerta de entrada a la habitación, de forma que cuando la hoja de madera se abriese quedara oculto por ella, no pudo evitar una sonrisa de su
la muerte y yo (libro)
Tarareando una cancioncilla popular, Herbert Lovett se dispuso a penetrar en la peluquería que James Drake regentaba en la Avenida de la India. Pensó que su amigo, conocedor de
la promoción de la muerte (libro)
La promoción de la muerte es la historia más apasionante de contra-espionaje. Un auténtico alarde novelístico de ALAR BENET, el mismo autor de REBELION DE LOS MUERTOS, EL DELAT
la rebelión de los muertos (libro)
Los tres compañeros del muerto, agentes del F. B. I., pusiéronse firmes de nuevo, mientras que sus ojos adquirían una expresión acerada, mortal. Y en ese preciso instante, John
la ruta del infierno (libro)
ALFRED WARING aspiró voluptuoso el humo de un «Abdullahs» mientras, deteniéndose en breve paseo, giraba la vista en torno suyo. Hallábase frente al Auditorium, en la avenida de
la sombra del general mac arthur (libro)
El agente Walter Carry, último de su promoción, recibe las ordenes del Alto Estado Mayor del C.I.A. para ser instruido durante meses por un especialista en oriente sobre las ca
las mujeres tambien mueren (libro)
El que hablaba era alto, delgado sin exageración, de mirada vivaz y rostro extraño, quizá debido a la nariz ganchuda y prominente, lo que le daba el aspecto de un ave de rapiña
locura homicida (libro)
El edificio del Pennsylvania Insane Asylum, de enormes proporciones y severa arquitectura, parecía dormido. Sin embargo, en una celda, un enfermo hacía inauditos esfuerzos por
los ángeles negros (libro)
Soy un cold turkey encerrado en la «lata de conservas» de la penitenciaría de Trenton. ¿Mi condena? Diez años. Continúan instruyendo sumarios contra mí. A juzgar por la primera
lucha en la sombra (libro)
Rodney Henderson, dejando en el suelo el estuche de pinturas, miró en torno suyo. Merecía la pena haber abandonado la grata compañía de Susan y la Exposición de Crisantemos de
matar o morir (libro)
Juan Alarcón Benito, escritor, prologuista, guionista... Alar Benet es uno de sus seudónimos para estas novelas de género menor, que no constituye, ni mucho menos, una parte im
mensaje cifrado (libro)
TARAREANDO una cancioncilla popular, Herbert Lovett se dispuso a penetrar en la peluquería que James Drake regentaba en la Avenida de la India, en el barrio chino de San Franci
misión desesperada (libro)
El caballo avanzaba lentamente, retenido por las riendas de un jinete envuelto en pieles. La tormenta fue terrible; pero los últimos nubarrones se perdían ya en la distancia, h
misión secreta (libro)
—John… John —como no obtuviera respuesta del hombre que pasaba, a pocos pasos de distancia, el comandante Tiller llamó autoritario—: ¡Sargento! El aludido, cuadrándose con rigi
misión suicida (libro)
A las tres de la madrugada la ciudad de Chicago no dormía. Su segunda vida hallábase en peligrosa efervescencia. En los suburbios —¡terrible barrio del Loop!— y hasta en las má
morir no me importa (libro)
Caminaba despacio, con la cabeza hundida entre los hombros, la mirada huidiza y un gesto extraño en el rostro. De vez en vez, se detenía para observar en todas direcciones, com
muerte en el caribe (libro)
LOS relámpagos iluminaban fantásticamente el paisaje de la zona montañosa que comprende de Rockampton a Brisbane, al norte de los llamados Alpes Australianos. El cielo parecía
niebla en la sangre (libro)
Como si la Naturaleza quisiera desmentir la tradición de las nieblas londinenses, la mañana era espléndida y el sol, iluminando calles y plazas, alegraba el ánimo de los ingles
noche de angustia (libro)
Todas las fuerzas de seguridad de Filadelfia fueron movilizadas. Numerosos coches oficiales circulaban por las amplias calles, casi desiertas pese a no haber anochecido aún. La
puños de hierro (libro)
—¿Quién quiere al chatito más que yo? Peter Tilling, esforzándose en dominar un gesto de fastidio, se echó ligeramente hacia atrás para impedir que los dedos de la rubia que le
rastros perdidos (libro)
Hacía tiempo que ocurrió un delito criminal, y cuando el agente especial del F. B. I. recibió la orden de seguirlos, su primera dificultad estuvo en ir descubriendo y recomponi
rumbo a la muerte (libro)
Perry Sullivan frunció el ceño al oír tales palabras. El general Speifer no era partidario de desorbitar los problemas. En pie, en posición de firme, interrogó a su jefe con la
sangre entre brumas (libro)
El silencio de la noche fue turbado por un grito de terror. Después reinó el silencio, un silencio pegajoso, denso como la niebla que envolvía la gran ciudad. Un hombre que cam
sentenciado (libro)
Un argumento vigoroso encarnado por un personaje de audacias inolvidables y de hechos increíbles. Es la historia de un hombre sentenciado por...
siguiendo la pista (libro)
LOS numerosos transeúntes que, en las primeras horas de la mañana, se dirigían a sus quehaceres, detuviéronse sorprendidos al ver pasar ante ellos, a meteórica velocidad, a un
sombras (libro)
¿Un crimen tenebroso...? en un marco de apasionada intriga, y aventura: pletóricas de mil sorpresas y peligros. SOMBRAS. Este es el título que refleja en sus capítulos, trazado
tierra de redención (libro)
La batalla de Gettysburg, famosa en la historia de los Estados Unidos, desarrollábase con incierto resultado para los ejércitos del Norte y del Sur. En la noche del 2 de julio
tráfico de esclavos (libro)
—¡Marisa! ¡Marisa! La voz bronca de Harold Tuner espantó a una bandada de pájaros de vistosos colores que se habían posado en la pequeña explanada que daba acceso, desde el bos
trágico safari (libro)
El dardo, al clavarse en uno de los árboles inmediatos a Harry Lamborn, produjo un ruido vibrante, estremecedor. La caravana se detuvo y todos miraron espantados la lanza peque
tras el telón de acero (libro)
EN el crepúsculo vespertino, el horizonte sangraba. La estepa rusa era un inmenso mar de hielo. De los montes Urales, de la Siberia, cual si fuese el aliento de los forzados, l
tres días en blanco (libro)
Lou Witman cerró el libro de contabilidad. Su expresión era de cansancio. De asco también. Reconstruir la marcha de un negocio en quiebra partiendo de cinco años atrás, a veces
tres sombras en el suelo (libro)
—¡Calla! ¡Estás borracho! Las irritadas palabras de Leo Kerr sonaron como trallazos, dominando la algarabía de la taberna en la que hombres y mujeres charlaban y bebían, sin pr
una mujer diabólica (libro)
Janet Hogan terminó de ordenar pendientes en el amplio escaparate de la joyería. Su jefe, un rumano evadido de su patria, Lascar Bratiano, la miraba desde la caja con expresión
vacaciones de sangre (libro)
—La estatua de la Libertad, que para los Estados Unidos es un símbolo, fue inaugurada el 28 de octubre de 1886. Como pueden ustedes comprobar, representa una mujer sosteniendo
viaje sin fin (libro)
Un «Cadillac» negro se deslizaba veloz por Oxford Street, horadando con sus potentes focos los cendales de niebla que envolvían Londres. Eran las tres de la madrugada y la ciud
vidas en peligro (libro)
El grupo de mujeres, que escuchaba atentamente en la azotea de la casa situada en la Avenida de Odgen, muy cerca de la de Kedzie, constituía un conjunto en el que predominaban
¡acepto el desafío! (libro)
—Por favor, no me interrumpa. Lo que he de decirle es algo de suma importancia. Dentro de media hora se detendrá cerca de su oficina uno de los autocares que se dedican a mostr
¡ajusticiado! (libro)
EN el sórdido barrio chino de San Francisco de California, la mayor concentración oriental en el mundo, si exceptuamos los países asiáticos, la noche iba acompañada del delito.
¡petróleo! (libro)
El potente cuatrimotor volaba sobre las cumbres del Himalaya, en la frontera de China con la India. Los treinta y dos pasajeros, ajenos a la belleza del paisaje a sus pies, fum
¡traición! (libro)
Los ojos de George Kenton centelleaban de cólera, fulminando a la mujer que le miraba con desprecio. —Todo lo que eres me lo debes a mí, a un dinero que he ganado con riesgo de
¡yo no maté a forrest! (libro)
Los dos hombres y la mujer se detuvieron en la ancha acera, tambaleantes. La noche era cálida. En el cielo parpadeaban las estrellas, como si se burlaran de unos seres que busc
a la caza del hombre (libro)
En Fairbanks, la importante ciudad de Alaska situada en la margen derecha del río Tanana, en los montes de Mac Kinley, con la llegada del invierno llegaban también un tropel de gentes de todas las nacionalidades. Unos, los menos, mineros que esperarían entre juego y alcohol el buen tiempo para reanudar sus explotaciones; los más cazadores que iniciarían expediciones para cobrar piezas cuyas pieles se cotizaban a gran precio. Y, al olor del dinero y la aventura, hombres y mujeres de toda condición se apiñaban en las tabernas, dispuestos a desvalijar a quienes se lo permitieran.
a la deriva (libro)
En el ambiente más misterioso, rodeado de enemigos, sintiendo a su alrededor el silbido siniestro de los proyectiles, un hombre audaz y astuto, sufre las mayores torturas físicas y espirituales. Se presenta al prototipo de hombre, servidor del deber y de la justicia, que, en determinada ocasión, sufre una crisis emotiva que lo lleva a la deriva, internán¬dose en un peligro que lo acecha desde la sombra.
agente x-27 (libro)
Asomado a la ventanilla, miré de nuevo el reloj. ¡Qué despacio marchaba el segundero! Tenía conciencia de un grave peligro. Necesitaba alejarme rápidamente de Potsdam. Hasta que no me encontrara en la zona occidental de Alemania no podía considerarme a salvo. No ignoraba que en cuantos lugares parásemos, patrullas soviéticas subirían al tren para pedimos, una y otra vez, la documentación.
al filo de la muerte (libro)
Los dos hombres miráronse con seriedad en el amplio y lujoso despacho, mientras, acomodados en los sillones del tresillo, guardaban silencio. Uno de ellos tendría setenta años y, su rostro, de líneas duras, evidenciaba un carácter enérgico. Sus cabellos eran blancos y escasos, principalmente en la nuca. Vestía un batín azul y llevaba anudado al cuello un pañuelo de seda.
burlando la muerte (libro)
La cabeza de Douglas golpeó en el vientre al atracador, quien rodó por el suelo, perdiendo la automática. Para Waring fue un juego aprovechar la sorpresa del ataque, y reducir al joven mediante una «llave» de lucha libre. Apoderándose del arma del que quiso desvalijarle, le dijo...
ceylán (libro)
El paisaje, en la noche tropical, era maravilloso. Los gigantescos árboles caucheros, los bananos y las palmeras se alzaban al cielo rompiendo con sus verdes hojas los rayos de luna. El silencio, turbado únicamente por el leve murmullo de las aguas del río Kalani, tenía algo majestuoso, a tono con el alma sencilla y bárbara de los veddas, primitivos habitantes de Ceylan, la hermosa isla del Océano Indico.
cita con el horror (libro)
En una sucursal bancaria próxima al muelle 32… Se hizo el silencio. Un silencio denso. De muerte. —Esto es un atraco. ¡Que nadie haga tonterías! Preferimos llevarnos el dinero sin derramar sangre; pero no nos importará liquidar al imbécil que pretenda presumir de héroe. Las palabras sonaron secas, tajantes, estremecedoras.
continente negro (libro)
Todo sucedió con tan increíble rapidez que Margaret Langley y Donald Cookman no tuvieron tiempo de lanzar un grito de espanto. El profesor Raymond, que marchaba a la izquierda del guía de la expedición, fatigado por el tremendo esfuerzo de caminar por un terreno pantanoso, apoyó su diestra en el tronco de un árbol. Una serpiente de anteojos, que se hallaba agazapada en las ramas bajas, molesta, por la presencia inmediata del hombre o temerosa de ser atacada, movió rápidamente la cabeza, “en golpe de hacha”, según frases de los indígenas, para asestar a Raymond Langley una pequeña mordedura en la mano izquierda, desapareciendo enseguida de la vista de los miembros del safari.
el coloso de hierro (libro)
EN uno de los palcos del Opera House, del suburbio de Harlem, dos hombres de edad madura charlaban en voz baja, sin prestar ninguna atención al espectáculo, animado por un bello ramillete de «glamours girls». Eran el senador Harold Wallman y el inspector del Federal Bureau of Investigation, Stephen Hadfield. El primero insistía, una vez más: —Sólo ustedes serían capaces de terminar con el actual estado de cosas. No me fío ni de los políticos ni de la Policía. Hay muchos millones destinados a comprar su silencio. Nadie ignora la perfecta organización de los sindicatos de juego ni aún los nombres de algunos de sus presidentes, camuflados en empresas o sociedades anónimas absurdas, y, sin embargo, éstos continúan su criminal industria, mofándose nuestras leyes. Jueces, magistrados y jefes de Policía son nombrados por la influencia de los sindicatos, y me consta que entre mis compañeros los hay a sueldo de aquéllos a quienes tenemos el deber de combatir. Créame, inspector, si el F. B. I., no interviene en este asunto llegará un momento en que sea demasiado tarde.
el delator (libro)
En el cruce de la calle de Monroe y Dearborn en Chicago, álzase el magnífico edificio del First National Bank, el más importante establecimiento bancario de la ciudad. Eran las doce de la mañana y el sol lucía esplendoroso en las anchas aceras de las avenidas, festoneadas de árboles y de bien cuidados jardines.
el diablo rubio (libro)
Miraba por la ventanilla con curiosidad el inmenso gentío que lentamente se fué perdiendo hasta desaparecer por completo en una curva y pensé que el signo de la época, del momento, era la incertidumbre, el temor. Íbamos a atravesar la zona soviética de Alemania y la experiencia me gritaba que hasta que no me viese en la americana no podía considerarme seguro. En breve, en cuantos lugares parásemos, patrullas soviéticas subirían al tren para pedirnos, una y otra vez, la documentación con aquellos bruscos modales que tanto me irritaban.
el genio del mal (libro)
JIM Bypas, enfundado en su traje negro de Impecable corte, estrechaba mecánicamente las manos que se le tendían sin oír las frases de condolencia de sus numerosos amigos, obsesionado aún por la lectura de una carta póstuma del hombre al que acababan de enterrar en el cementerio Calvary, de la avenida Parker. Terminada la ceremonia, entró en un moderno automóvil, en cuyo interior había un individuo de complexión robusta y rostro brutal. —Apéate, Huhg. No te necesito. El aludido obedeció, no sin advertir: —Le seguiré en un «taxi», jefe.
el hijo del gun-man (libro)
EL moscardón atrajo por un momento el interés de los que, con las manos apoyadas en las culatas de los revólveres, contemplábanse con fiereza. En el almacén de provisiones de Las Cruces, propiedad de Francisco Salazar, famoso en el Estado de Nuevo Méjico, por su extraordinaria habilidad en el manejo del cuchillo, el silencio, al ser roto por el zumbido del insecto, pareció perder dramatismo. La gran mosca, de color pardo obscuro, revoloteaba entre los hombres, con sus rápidos giros. Un individuo joven, de rostro desfigurado por las viruelas, hizo un brusco ademán con la mano derecha, en un vano intento por golpear al moscardón, a la par que murmuraba: —¡Traen mala suerte! Huelen la muerte desde muchas millas de distancia. He visto cientos de cadáveres plagados de moscas como esta. —Tienen buen olfato, Boges, pero no debemos preocuparnos. Somos siete hombres contra uno. El final no es dudoso. ¿No lo crees así, Lytton?
el reloj de la muerte (libro)
El maestro indiscutible de la moderna novelistica el escritor que aprisiona el corazón de los lectores los lleva prendidos de la muerte, la pasión, la violencía y el amor, a escenarios maravillosos, ha realizado su mejor obra para la Colección C. I. A. El Reloj de la Muerte es una impresionante narración, en la que se mezclan las vidas de audaces ladrones de guante blanco, con las de Agentes Secretos del Central Infelligence Agency, Alar Benet, SE SUPERA UNA VEZ MAS EN El Reloj de la Muerte en donde un hombre malvado se regenera por el amor, ¿Cómo? Se enterará leyendo el próximo número, de esta sin par colección.
el secreto del inspector waring (libro)
GEORGE Kenton, con ademán nervioso, se subió el cuello de la americana, hundiendo sus manos en los bolsillos del pantalón. Llovía. Un agente le miró con desconfianza. Aquel hombre semejaba ser, por su aspecto, uno de los muchos indeseables que pululaban en San Francisco, la ciudad más corrompida del mundo. El cielo ofrecía un inquietante aspecto, Los relámpagos iluminaban el espacio, dando a las estrechas calles de «Chinatown» una iluminación fantasmagórica. De los sórdidos establecimientos de bebidas, de vez en vez, salían individuos que, por su porte, denotaban habitar en el famoso «barrio chino».
el tejano (libro)
A los dos meses y medio de la toma de Fuerte Sumter por los confederados, lo que dio comienzo a la guerra de Secesión, ciento noventa mil reclutas esperaban ansiosamente su bautismo de fuego. Hasta entonces, el conflicto entre el Norte y el Sur había sido una romántica empresa, algo pleno de emoción que daba a la vida su más hermoso aliciente: el heroísmo. Los soldados, que a las órdenes de oficiales dedicaban unas horas escasas cada día a la instrucción y el manejo de las armas, caminaban por pueblos y ciudades con aires fanfarrones y extraños atuendos, ya que la uniformidad de ropa era imposible de conseguir pese a que numerosas mujeres trabajaban en grandes talleres improvisados al efecto.Era el de Lincoln un ejército extraño. Por ser muy admirados los turcos, algunos de los reclutas llevaban raros turbantes rodeando sus cabezas y no pocos, al igual que los zuavos, envolvían sus piernas en vendas de sedas multicolores. Mientras unos optaban por echarse el fusil a la espalda, los más sosteníanlo en la mano derecha, suspendido, e iban por las calles golpeando las piedras con las culatas o lo que era peor, lanzándolo al aire mientras gozaban con la ingenua e infantil admiración de los muchachuelos, quienes considerábanles héroes.
espanto en hollywood (libro)
Giovanni Melotti, eminente director musical, mientras dirigia la «Séptima Sinfonía», de Beethoven, recibe un disparo. Es el comienzo de una serie de atentados en Hollywood...
espionaje en corea (libro)
La porra de goma cayó sobre la nuca del hombre con increíble fuerza. Fue un golpe capaz de derribar a un toro, pero con gran sorpresa de los atacantes, no surtió efecto. El coronel Michael Carter se tambaleó, sin caer, mientras retrocedía, sintiéndose dominado por una extraña turbación, y de cara a sus enemigos, dos sujetos de aspecto patibulario que surgieron de forma imprevista a su espalda, a la altura del Golden Gate, comprendió que necesitaba ganar unos minutos para que su cerebro se despejara de las tinieblas que le envolvían.
falta un cadáver (libro)
Arrojó la corta espada junto a uno de los cadáveres y abandonó la estancia, llegando al cuarto de trabajo, del que tomó una cartera con documentos para pasar a sus habitaciones particulares. Estaba solo en la casa. Dos horas antes tuvo la precaución de alejar a los criados. Se despojó de la vestidura de las grandes ceremonias, poniéndose un traje de corte americano. Con la nueva ropa pareció adquirir más corpulencia. Sin la menor muestra de nerviosismo, hábilmente, comenzó a maquillarse.
fidelidad (libro)
Un audaz agente del F. B. I. se adentra temerariamente en el laberinto misterioso de una intriga sorprendente. Su misión es resolver la incógnita, su misión le impulsa a cometer un acto heroico, de FIDELIDAD, que figura con letras de oro en los anales del F. B. I.
gangsters en nueva york (libro)
Richard Miles, aferrado al volante, sentía como el corazón se aceleraba en su marcha y, al enviar la sangre con rapidez a sus venas —poderoso motor del organismo—, un fuego extraño le dominaba, enrojeciéndole. Como en otras ocasiones, duros momentos emocionales, hubo de parpadear con fuerza. La carretera que enlazaba Sing-Sing con Nueva York comenzó a desdibujarse, y el chófer, con un gemido de impotencia, luego de una hábil maniobra, detuvo el lujoso automóvil, un «Ford Zephyr Zodiac», de seis cilindros y 2262 centímetros cúbicos, ganador en 1953 del Rallye de Montecarlo.
hombres de lucha (libro)
Juan Alarcón Benito, escritor, prologuista, guionista... Alar Benet es uno de sus seudónimos para estas novelas de género menor, que no constituye, ni mucho menos, una parte importante de su obra.
huellas sangrientas (libro)
Fred Power no tuvo un momento de vacilación. Aparentó ponerse en pie, cual si fuera a obedecer las indicaciones, de sus agresores y cargó el peso del cuerpo en el lado de estribor. La lancha se inclinó peligrosamente y el del C. I. A. se hundió en las aguas. Al caer oyó el tableteo de la ametralladora, más las balas, altas, se perdieron a lo lejos. Buceando, Power se alejó hacia la orilla opuesta del Parque, buscando la protección de los centinelas que montaban la guardia en el Arsenal de la Marina, mientras su cerebro trabajaba rápidamente. Pensándolo mejor, rasgó en menudos fragmentos los papeles y, convencido de que ya sólo la vida podrían arrebatarle, asomó unos centímetros la cabeza llenando sus pulmones de oxígeno. Vio a sus perseguidores oteando el río en todas las direcciones y se trazó un plan a tono con su temperamento audaz.
humor negro (libro)
ROBERT Baker masculló un taco «impresionante». Acababa de tropezar por tercera vez con un obstáculo que resultó ser una papelera adosada a la pared, a media altura. Todas las situaciones, personajes y entidades de esta novela son producto exclusivo de la fantasía del autor, por lo que cualquier semejanza con hechos actuales o pasados será mera coincidencia. Dedicó un entrañable recuerdo a su jefe inmediato, el inspector Vincent Lubbok, de la plantilla del F.B.I. en Nueva York, quien le propuso a Washington para aquella misión en Inglaterra.
infierno en el barrio chino (libro)
Un indio, vestido de blanco, con zapatillas del mismo color, cubierto con el clásico sarape o capote de monte mejicano, que masticaba sin cesar hojas de «coca» para, privando a la planta de sus nervios, hacer una bola y, mezclándola con cal, precipitar la cocaína, noche tras noche llamaba la atención a Peter Cochano, habitual contertulio a «El As de Trébol», una taberna con pretensiones de «nigth-club». Siempre le encontraba al entrar. ¿Cómo conseguía los fondos para que no le faltara el toxicó? El indio no reparaba en lo que sucedía en torno suyo. Sentado en la acera, con la espalda apoyada en la pared, sacaba del bolsillo hojas frescas que añadía a las masticadas. Sus movimientos eran los de un autómata.
intriga en tokio (libro)
Seigo calló. En la estancia reinaba un profundo silencio. El reo se inclinó hacia adelante y empuñó la daga con resolución, sosteniéndola a la altura del vientre. Iba a consumarse el harakiri. El haishaku vigilaba al condenado, dispuesto a cortarle la cabeza al menor gesto de cobardía. Tranquilizado ante el semblante sereno de Hakano se situó a su lado, siguiendo la lenta trayectoria del arma blanca. De pronto, el puñal cobró una vida insospechada. El que parecía decidido a ofrendar su existencia a una causa y a un código caballeresco, se incorporó, hiriendo mortalmente a Ogawa en el cuello. Después se volvió al otro hombre, que, asombrado, quiso defenderse. Seigo le clavó el cuchillo en el corazón.
la ciudad maldita (libro)
La ciudad comenzaba a despertar. Para los habitantes de Filadelfia aquélla era una madrugada más, preludio de un día de trabajo, gozo y dolor, tríptico que no abandona a los humanos para recordarles que la vida es transito. Al sur de Lombard Street, en el barrio habitado por negros, italianos y judíos, unas detonaciones rasgaron el silencio, mensajeras de odio. Los disparos restallaban como latigazos. Tres obreros, que se dirigían a sus ocupaciones.
la dama del expreso (libro)
La mujer aspiró voluptuosa el humo del cigarrillo emboquillado, mientras, distraída en apariencia, miraba en torno suyo. A través del cristal del departamento por el que pasaba vio a un hombre de unos treinta años y facciones enérgicas que leía un libro. ¿Por qué, estando solo, no corrió la cortinilla interior para ocultarse a la ajena observación? En la plataforma del tren se repitió la misma pregunta, sin acertar a darse una respuesta. ¿Cuál era el misterio de aquel desconocido que rehuía el trato de los demás viajeros del expreso? ¿Por qué le irritaba su actitud?
la diosa blanca (libro)
EL hechicero, vestido extrañamente con ropas entre las que predominaban las pieles de animales salvajes, alzó ambos brazos echando la cabeza hacia atrás con tanta violencia que los que integraban el safari dirigido por el profesor Arthur Evatt temieron que el cuello del negro se quebrase o que fuera víctima de un ataque epiléptico.
la ley del soborno (libro)
La noche, vencedora del crepúsculo, se extendía sobre la ciudad de Chicago. Irving Carroll, de unos treinta años, alto, de rostro ancho y pronunciada mandíbula, cerciorándose de que no le amenazaba ningún peligro, dijo al que guiaba el automóvil y a otro individuo: —Tened el motor en marcha y las armas preparadas. Con paso elástico, apeándose del vehículo, penetró en uno de los muchos restaurantes italianos de la ciudad. Por lo prematuro de la hora, se hallaban vacías casi todas las mesas. En el mostrador, un grupo de hombres jugaban a los dados volteando un cubilete de cuero. Al ver al que llegaba, uno de ellos llevó su diestra a la funda sobaquera. La sonrisa de Irving cortó su actitud defensiva. —No vengo en son de guerra, Franc Price.
la montaña sagrada (libro)
Las hogueras iban apagándose lentamente sin que los dos blancos, un hombre y una mujer, y los negros que como porteadores, formaban parte del safari, repararan en el enorme peligro representado por las numerosas fieras que merodeaban en torno al campamento situado en las estribaciones de los montes Muchinga, cerca del río Luangua, en territorio del Nyasa... Conforme las llamas decrecían, los rugidos de los animales carnívoros percibíanse más cercanos y en la oscuridad, entre los árboles inmediatos al claro del bosque, brillaban los ojos de los felinos al acecho de sus presas.
la muerte en celuloide (libro)
En la sala de conciertos de Andrew Carnegie se habían dado cita las figuras más destacadas de Nueva York No pocos políticos, financieros y diplomáticos se trasladaron desde Washington y otras poblaciones para escuchar a Giovanni Melotti en el único concierto que dirigiría en los Estados Unidos. El eminente músico pensaba ir a Europa para refrendar, mía vez más, su indiscutible genio.
la muerte se anticipa (libro)
Roger Bradford, situado junto a la puerta de entrada a la habitación, de forma que cuando la hoja de madera se abriese quedara oculto por ella, no pudo evitar una sonrisa de superioridad, Estaba seguro de haber engañado horas antes al comisario Frederick Wilder, Al oír unos pasos, que se aproximaban, por la gran galería del City Hospital, situado en Welfare Island, entre los municipios de Queens y Manhattan y en el centro del East River, el gesto de triunfo del hombre se hizo más amplio mientras sus ojos se posaban en el reloj de pulsera. —No se retrasa—musitó. Aun sin desearlo, los músculos de Roger se tensaron. ¡No era tarea sencilla escapar de las garras del comisario Wilder! ¿Podría conseguirlo de acuerdo con lo proyectado?
la muerte y yo (libro)
Tarareando una cancioncilla popular, Herbert Lovett se dispuso a penetrar en la peluquería que James Drake regentaba en la Avenida de la India. Pensó que su amigo, conocedor de la fecha de su llegada del Vietnam para convalecer de una herida en el pecho, le reprocharía la tardanza en visitarle, pero estaba seguro de ser disculpado. Le pospuso a Sarah Larkey, la muchacha más bonita de Chinatown.
la promoción de la muerte (libro)
La promoción de la muerte es la historia más apasionante de contra-espionaje. Un auténtico alarde novelístico de ALAR BENET, el mismo autor de REBELION DE LOS MUERTOS, EL DELATOR, EL COLOSO DE HIERRO y MUERTE EN EL CARIBE que tan¬tos laureles alcanzaron a su publicación. La promoción de la muerte: Los agentes del F. B. I., luchan contra ocul¬tos espías en Estados Unidos, saboteadores vengativos que van demoliendo una obra nacional mediante las tretas más sucias y sangrientas que imaginarse pueda.
la rebelión de los muertos (libro)
Los tres compañeros del muerto, agentes del F. B. I., pusiéronse firmes de nuevo, mientras que sus ojos adquirían una expresión acerada, mortal. Y en ese preciso instante, John Kane, esgrimiendo con increíble velocidad una «German Luger», gritó, apuntando a lo alto:...
la ruta del infierno (libro)
ALFRED WARING aspiró voluptuoso el humo de un «Abdullahs» mientras, deteniéndose en breve paseo, giraba la vista en torno suyo. Hallábase frente al Auditorium, en la avenida de Michigan de Chicago. Examinó la guía que le facilitaron en el hotel, comprobando que los datos estadísticos, por muy fieles que sean, no reflejan ni remotamente la grandiosidad y la belleza de las cosas. El Auditorium, de más de cien metros de fachada y diez pisos de ladrillo y granito, es un edificio espléndido con gran hotel frente al lago y un teatro con capacidad para más de cinco mil espectadores.
la sombra del general mac arthur (libro)
El agente Walter Carry, último de su promoción, recibe las ordenes del Alto Estado Mayor del C.I.A. para ser instruido durante meses por un especialista en oriente sobre las características de Japón, nación a la que debe viajar para incorporarse como miembro de la escolta secreta del general Mac Arthur. La irrupción en la trama de una desconcertante mujer trastocará la ya de por si complicada misión encargada al bisoño agente. Sólo en sus manos estará el impedir la realización del atentado urdido contra la importante personalidad de la que ha sido encargada su custodia.
las mujeres tambien mueren (libro)
El que hablaba era alto, delgado sin exageración, de mirada vivaz y rostro extraño, quizá debido a la nariz ganchuda y prominente, lo que le daba el aspecto de un ave de rapiña. Su aspecto, sin embargo, no repelía, debido a que el resto de las facciones eran correctas y a que la expresión de la cara denotaba inteligencia y sinceridad. A veces los labios se distendían en una mueca agradable, poco común. Era un hombre con personalidad, uno de los que se destacan siempre entre las gentes.
locura homicida (libro)
El edificio del Pennsylvania Insane Asylum, de enormes proporciones y severa arquitectura, parecía dormido. Sin embargo, en una celda, un enfermo hacía inauditos esfuerzos por librarse de la camisa de fuerza, mientras sus ojos, desorbitados, reflejaban un odio sin límites. En los dormitorios individuales cientos de seres olvidaban sus tragedias con el sueño. Algunos gemían sin despertarse. Tal vez el subconsciente les mostraba escenas de la vida pasada. El enfermo del guardia del Pabellón del Sur paseaba fumando un cigarrillo. Sus manos temblaban.
los ángeles negros (libro)
Soy un cold turkey encerrado en la «lata de conservas» de la penitenciaría de Trenton. ¿Mi condena? Diez años. Continúan instruyendo sumarios contra mí. A juzgar por la primera sentencia tendré que cumplir unos trescientos cuarenta y ocho años de presidio, aproximadamente. —¡No me lo harán! Sería el Matusalén carcelario. Un personaje famoso. Hasta quizá pudiera escribir mis memorias. Las memorias de un delincuente fino, que después de vulnerar todas las leyes, va a vivir a perpetuidad por cuenta del Estado sin asomarse a ese cuartito pequeño donde hay una silla con abrazaderas metálicas. Estafas, violencias, tráfico de drogas… Toda una serie de actos piadosos. Sin sangre. Al menos, sangre que echarme a la cara. Eso dice mi expediente.
lucha en la sombra (libro)
Rodney Henderson, dejando en el suelo el estuche de pinturas, miró en torno suyo. Merecía la pena haber abandonado la grata compañía de Susan y la Exposición de Crisantemos de los jardines de Dango-Zaka para contemplar tan hermoso paisaje. Sobre la colina de Maruyama, en el Parque Shiba, el más popular de Tokio, por centrarse en él hasta 1877, los sentimientos budistas de un pueblo profundamente religioso, Rodney Henderson tenía a sus pies la gran puerta Sammon, único vestigio del derruido templo de Zojoji, erigido por la secta «Yadó». Los «Monumentos Mortuorios», maravillas del arte japonés, alzábanse, pregoneros de la milenaria cultura de una raza fuerte.
matar o morir (libro)
Juan Alarcón Benito, escritor, prologuista, guionista... Alar Benet es uno de sus seudónimos para estas novelas de género menor, que no constituye, ni mucho menos, una parte importante de su obra.
mensaje cifrado (libro)
TARAREANDO una cancioncilla popular, Herbert Lovett se dispuso a penetrar en la peluquería que James Drake regentaba en la Avenida de la India, en el barrio chino de San Francisco de California, la ciudad famosa en el mundo por su perversión. Pensó que su amigo, conocedor de la fecha de su llegada de Corea para convalecer de una herida en el pecho, reprocharíale la tardanza en visitarle, pero estaba seguro de ser disculpado. Sarah Larkey era la muchacha más bonita de Chinatown.
misión desesperada (libro)
El caballo avanzaba lentamente, retenido por las riendas de un jinete envuelto en pieles. La tormenta fue terrible; pero los últimos nubarrones se perdían ya en la distancia, hacia las Dakotas, para quizá crecerse de nuevo en los fríos territorios del Norte. Había sido, Fred Burke no lo ignoraba, el último coletazo del invierno. No lo sorprendió desprevenido porque en el mulo de reata llevaba mucho equipaje, y entre él ropa de abrigo como la que se apresuró a ponerse sobre el ancho capote de soldado; ropa apropiada para las llanuras y montañas a atravesar, de Washington a Indiana, de Indiana a Illinois, de Illinois a Iowa y de Iowa a Nebraska, al otro lado del Missouri, la última frontera, la segunda y definitiva frontera porque, al decir de las gentes, las tierras civilizadas terminaban al este del Mississippi.
misión secreta (libro)
—John… John —como no obtuviera respuesta del hombre que pasaba, a pocos pasos de distancia, el comandante Tiller llamó autoritario—: ¡Sargento! El aludido, cuadrándose con rigidez, dio vista a su jefe. —A la orden, señor. —Sígame. El suboficial situóse a la izquierda del que le hablaba, algo retrasado, guardando la distancia reglamentaria. Algunos soldados cuchichearon al verles atravesar la explanada central del campamento de Belmont, al sur de la Gran Cuenca Cerrada y al norte del Desierto Ralston, en Nevada. Nadie ignoraba la rivalidad que existía entre los dos hombres, ligados por el lazo indisoluble de la sangre.
misión suicida (libro)
A las tres de la madrugada la ciudad de Chicago no dormía. Su segunda vida hallábase en peligrosa efervescencia. En los suburbios —¡terrible barrio del Loop!— y hasta en las más céntricas calles, hombres y mujeres vibran a los impulsos del odio, las pasiones, los vicios y la muerte. En las tabernas, entre juramentos, humo de cigarrillos y alcohol, se concertaban proyectos que harían estremecer a los que, ajenos al nocturno volcán, descansaban del honrado trabajo diario, disponiéndose a enfrentarse con los quehaceres de la nueva jornada.
morir no me importa (libro)
Caminaba despacio, con la cabeza hundida entre los hombros, la mirada huidiza y un gesto extraño en el rostro. De vez en vez, se detenía para observar en todas direcciones, como si esperase a alguien. Solo entonces sus ademanes denotaban inquietud y sus facciones se crispaban en un gesto angustioso, desesperado.
muerte en el caribe (libro)
LOS relámpagos iluminaban fantásticamente el paisaje de la zona montañosa que comprende de Rockampton a Brisbane, al norte de los llamados Alpes Australianos. El cielo parecía que iba a desgajarse, a juzgar por los estampidos horrísonos de los truenos. Del Océano Pacífico, un viento huracanado azotaba las cumbres de las grandes moles de granito, produciendo en sus oquedades y gargantas un sonido gigantesco, que el eco retransmitía a muchas millas. La lluvia azotaba las piedras, y en la espantosa noche, indiferentes a la fuerza de los desencadenados elementos, dos hombres, jinetes sobre otros tantos caballos, caminaban por un estrecho desfiladero, en donde corría el agua formando un pequeño riachuelo.
niebla en la sangre (libro)
Como si la Naturaleza quisiera desmentir la tradición de las nieblas londinenses, la mañana era espléndida y el sol, iluminando calles y plazas, alegraba el ánimo de los ingleses que se dirigían a sus centros de trabajo. Los ferrocarriles de superficie iban abarrotados de público, así como los autobuses y toda clase de vehículos.
noche de angustia (libro)
Todas las fuerzas de seguridad de Filadelfia fueron movilizadas. Numerosos coches oficiales circulaban por las amplias calles, casi desiertas pese a no haber anochecido aún. Las zonas próximas a los ríos Delaware y Schuylkill, entre los que se alza la ciudad, estaban siendo evacuadas ante la certeza del desbordamiento de ambos cursos de agua. Un clima de angustia, habíase creado con las advertencias lanzadas por prensa, radio y televisión. El cielo, gris plomizo, oscurecíase más y más y un viento fuerte anunciaba a los vecinos de la gran población, denominada popularmente «Ciudad de las Viviendas», que las predicciones meteorológicas eran ciertas, que no se trataba de una falsa alarma.
puños de hierro (libro)
—¿Quién quiere al chatito más que yo? Peter Tilling, esforzándose en dominar un gesto de fastidio, se echó ligeramente hacia atrás para impedir que los dedos de la rubia que le acompañaba se posaran por enésima vez en su raíz, algo deforme desde su época de universitario. —Cambia el disco, preciosa. Te repites mucho. Había un leve matiz de impaciencia y de enojo en su voz que no fue captado por Clara Peck, algo alegre por las repetidas copas de champaña. —¿Ya no te gusto, chatito? —inquirió ella, con un mohín de coquetería, dejándose caer materialmente sobre el hombre.
rastros perdidos (libro)
Hacía tiempo que ocurrió un delito criminal, y cuando el agente especial del F. B. I. recibió la orden de seguirlos, su primera dificultad estuvo en ir descubriendo y recomponiendo, a costa de jugarse la vida, los...
rumbo a la muerte (libro)
Perry Sullivan frunció el ceño al oír tales palabras. El general Speifer no era partidario de desorbitar los problemas. En pie, en posición de firme, interrogó a su jefe con la mirada, sin pronunciar palabra.En el despacho del segundo jefe del Estado Mayor de la capital de la Unión reinó el silencio, un silencio denso roto sólo por el tintineo de las espuelas de Speifer, que paseaba despacio, en actitud meditativa.
sangre entre brumas (libro)
El silencio de la noche fue turbado por un grito de terror. Después reinó el silencio, un silencio pegajoso, denso como la niebla que envolvía la gran ciudad. Un hombre que caminaba rápidamente por Piccadilly Circus, con las manos hundidas en los amplios bolsillos de su gabardina, se detuvo. Acababa de leer en el «The Times», una información del ministro de Salud, Mr. Mac Leod en la que se pedía a todos los londinenses que colaboraran con las autoridades a fin de evitar que aumentaran las muertes producidas por accidentes y enfermedades de toda índole, agravadas por la niebla, que iba adquiriendo un dramatismo superior al de muchas inundaciones y catástrofes recogidas por la Prensa en grandes titulares.
sentenciado (libro)
Un argumento vigoroso encarnado por un personaje de audacias inolvidables y de hechos increíbles. Es la historia de un hombre sentenciado por...
siguiendo la pista (libro)
LOS numerosos transeúntes que, en las primeras horas de la mañana, se dirigían a sus quehaceres, detuviéronse sorprendidos al ver pasar ante ellos, a meteórica velocidad, a un automóvil que, con las dos ruedas laterales en alto, dobló la esquina de la calle Carpenter con la Octava, perdiéndose a lo lejos. Aún no había transcurrido un minuto cuando oyéronse sirenas policiales y un coche de la patrulla de la Metropolitana tomó la misma dirección que el vehículo anterior.
sombras (libro)
¿Un crimen tenebroso...? en un marco de apasionada intriga, y aventura: pletóricas de mil sorpresas y peligros. SOMBRAS. Este es el título que refleja en sus capítulos, trazado por mano maestra las hazañas de los agentes secretos del C. I. A. norteamericano, convertidos, prácticamente, en sombras del espionaje, que constituye, gracias a su patriotismo, los ojos y oídos de la gran Nación Norteamericana. Alar Bener nuestro celebérrimo colaborador, reúne en ésta su nueva obra, las características del éxito indiscutible. Un misterio que obsesiona, y del que surgen nuevas complicaciones. Un sacrificio heroico, pleno de vida y emotividad. Una historia, apasionante y extraña de un superhombre de corazón firme y resuelto.
tierra de redención (libro)
La batalla de Gettysburg, famosa en la historia de los Estados Unidos, desarrollábase con incierto resultado para los ejércitos del Norte y del Sur. En la noche del 2 de julio de 1863, en el campamento del general Roberto Eduardo Lee reinaba extraordinario júbilo. —En dos días les hemos producido más de veinte mil bajas a los yanquis —informaba el jefe supremo de las tropas de la Confederación a los oficiales a su mando—. Pronto cumpliremos la promesa hecha a los soldados. En Pennsylvania la carne es abundante, y todo será fácil, sin privaciones. Cuando entremos en Washington, los Gobiernos de Francia y Gran Bretaña tendrán que reconocemos. Mañana daremos el asalto definitivo a las posiciones enemigas. ¿Tienen algo que oponer, señores?
tráfico de esclavos (libro)
—¡Marisa! ¡Marisa! La voz bronca de Harold Tuner espantó a una bandada de pájaros de vistosos colores que se habían posado en la pequeña explanada que daba acceso, desde el bosque, a la casa de troncos, en cuya puerta, con expresión inquieta, hallábase una mujer cuya edad frisaba en el medio siglo. —Esa chica acabará dándonos un serio disgusto. Tú tienes la culpa de ello, Harold, por haberla educado igual que a un muchacho.
trágico safari (libro)
El dardo, al clavarse en uno de los árboles inmediatos a Harry Lamborn, produjo un ruido vibrante, estremecedor. La caravana se detuvo y todos miraron espantados la lanza pequeña, arrojadiza. Una liebre saltadora cruzó como un meteoro por entre las piernas de Alicia Collins, quien no pudo contener un grito de terror, al que siguió un comentario con voz no muy firme: —No es nada. Tengo los nervios deshechos y… Un joven de unos treinta años, muy alto y en cuyas manos llevaba un rifle en disposición de disparar, tranquilizó a la muchacha...
tras el telón de acero (libro)
EN el crepúsculo vespertino, el horizonte sangraba. La estepa rusa era un inmenso mar de hielo. De los montes Urales, de la Siberia, cual si fuese el aliento de los forzados, llegaba un aire frío que iba congelando las aguas del Vitchegda, en las proximidades de Kotlas. Los lobos hacían oír su monótono himno de muerte. Sin embargo, pese a la crudeza del invierno y a los múltiples peligros, un hombre, cubierto de pieles, sobre un «tachanka» tirado por dos caballos y provisto de anchos deslizadores, recorría la llanura. Su rostro denotaba una firmeza límites. Al alcance de su mano descansaba un moderno rifle de repetición.
tres días en blanco (libro)
Lou Witman cerró el libro de contabilidad. Su expresión era de cansancio. De asco también. Reconstruir la marcha de un negocio en quiebra partiendo de cinco años atrás, a veces sin los datos necesarios, resultaba arduo. Cuando aceptó el encargo de su jefe, el viejo Reginald Overton, no suponía que aquello pudiera ser tan largo. La idea de trabajar solo, sin horas fijas, en el antiguo departamento comercial de la firma que investigaba, le pareció admirable. Así dedicaría más tiempo a sus estudios, sin sujetarse al rígido horario del Banco, sin tener que soportar a los apoderados, perdiendo de vista a su jefe inmediato, el envidioso Percy Herbert.
tres sombras en el suelo (libro)
—¡Calla! ¡Estás borracho! Las irritadas palabras de Leo Kerr sonaron como trallazos, dominando la algarabía de la taberna en la que hombres y mujeres charlaban y bebían, sin prestar atención a lo que no fuesen los propios problemas, derivados en parte de vicios y carencias económicas. En el establecimiento congregábanse todas las noches los que por desarrollar sus actividades en el puerto no se alejaban de él ni en las horas de descanso, cual si las turbias aguas les atrajeran con un secreto poder. En torno a descargadores, marinos y obreros, numerosos seres de ambos sexos, favoreciendo desviadas inclinaciones con olvido de la moral y la ley, iban resolviendo los angustiosos problemas de la diaria subsistencia.
una mujer diabólica (libro)
Janet Hogan terminó de ordenar pendientes en el amplio escaparate de la joyería. Su jefe, un rumano evadido de su patria, Lascar Bratiano, la miraba desde la caja con expresión satisfecha. La jornada había sido magnífica, con una venta superior a los cincuenta mil dólares, y aún faltaba una hora para el cierre del establecimiento, situado en Cedar Street, frente a la Clearing House, en las inmediaciones de Broadway. El negocio prosperaba y, justo era reconocerlo, debíase en gran parte a la amabilidad y al don de gentes de Janet Hogan. Lascar Bratiano le daba, a título de gratificación, el cinco por ciento de los beneficios, con lo que ella podía vivir lujosamente, frecuentando los mejores círculos sociales de Nueva York. La mujer puso en la amplia vitrina la bandeja de terciopelo negro y regresó al mostrador para atender a un caballero que acababa de entrar en la tienda. —¿Qué desea? —Decirle que es usted preciosa y…
vacaciones de sangre (libro)
—La estatua de la Libertad, que para los Estados Unidos es un símbolo, fue inaugurada el 28 de octubre de 1886. Como pueden ustedes comprobar, representa una mujer sosteniendo una antorcha. En su mano izquierda, pegada al cuerpo, lleva unas tablas de la ley en las que hay escrita la fecha memorable del 4 de julio de 1776, día de la Declaración de Independencia. Sobre la cabeza, una diadema de puntas, y a los pies unas cadenas rotas…Mientras el cicerone hablaba, el doctor Paul White miró a los que, como él, habían contratado los servicios de una agencia para conocer los lugares más típicos de Nueva York. Las dos mujeres, que atrajeron su atención en el muelle de Battery Park, primero, y en «ferry-boat», después, conversaban animadamente. Una de ellas, muy pálida, retorcía el bolso entre las manos, presa de visible nerviosismo. Ambas eran jóvenes de una belleza provocativa. Sus palabras, en inglés no muy correcto, que a veces llegaron a oídos de Paul White, las denunciaban como extranjeras.
viaje sin fin (libro)
Un «Cadillac» negro se deslizaba veloz por Oxford Street, horadando con sus potentes focos los cendales de niebla que envolvían Londres. Eran las tres de la madrugada y la ciudad, dormida al parecer, presentaba un triste aspecto. El macadán de las calles y avenidas relucía al reflejo de los faros con pequeñas y brillantes tachonaduras. En el interior del automóvil iban, silenciosos, cuatro hombres.
vidas en peligro (libro)
El grupo de mujeres, que escuchaba atentamente en la azotea de la casa situada en la Avenida de Odgen, muy cerca de la de Kedzie, constituía un conjunto en el que predominaban la inquietud y el temor. Eran las dos de la madrugada y la ciudad de Chicago semejaba, con sus luces multicolores, parpadeantes, un fantasma de sombras salpicado de luciérnagas.
¡acepto el desafío! (libro)
—Por favor, no me interrumpa. Lo que he de decirle es algo de suma importancia. Dentro de media hora se detendrá cerca de su oficina uno de los autocares que se dedican a mostrar la ciudad a los turistas. Le he reservado dos plazas. Una para usted y otra para su secretaria. A las nueve en punto de la noche apéense en Nidda Strasse y caminen hasta la confluencia de dicha calle con la de Moselstri Windmühl. En una de las casas que hacen esquina se cometerá el asesinato de un súbdito americano. Obedezca todas mis instrucciones.Paul Larmon, al notar que su invisible comunicante hacía una pausa, preguntó con avidez:—¿Quién es el que habla? Necesito saber su identidad o no haré lo que indica.—Peor para usted —fue la seca respuesta—. Morirá un compatriota suyo. Será inútil que avise a las autoridades. En Jefatura no darán crédito a su denuncia y si lo hicieran…
¡ajusticiado! (libro)
EN el sórdido barrio chino de San Francisco de California, la mayor concentración oriental en el mundo, si exceptuamos los países asiáticos, la noche iba acompañada del delito. Las principales calles rebosaban de establecimientos de bebidas y cabarets de baja estofa, cuyos negocios principales eran el tráfico de drogas y el juego. ¡Resultaba inconcebible tanta perversión!
¡petróleo! (libro)
El potente cuatrimotor volaba sobre las cumbres del Himalaya, en la frontera de China con la India. Los treinta y dos pasajeros, ajenos a la belleza del paisaje a sus pies, fumaban o leían revistas que las stewardess les facilitaban sonrientes. En el interior del gran aparato reinaba el silencio. Los hombres, de nacionalidad americana o inglesa, con excepción de un francés que tomaba pequeños sorbos de «coñac», aparentaban ignorarse entre sí, preocupados, sin duda, por los negocios que les forzaron a efectuar el largo viaje desde Tokio.
¡traición! (libro)
Los ojos de George Kenton centelleaban de cólera, fulminando a la mujer que le miraba con desprecio. —Todo lo que eres me lo debes a mí, a un dinero que he ganado con riesgo de mi vida. ¡Puedes permitirte el lujo de tener un estrecho concepto del honor, porque no conociste el hambre! Te ha horrorizado mi profesión. ¿Por qué no repites con desprecio la palabra espía? No te dé vergüenza. Los que militamos en los Servicios Secretos sabemos dominar nuestros impulsos. Estamos acostumbrados a que se nos considere como a seres viles, sin alma…
¡yo no maté a forrest! (libro)
Los dos hombres y la mujer se detuvieron en la ancha acera, tambaleantes. La noche era cálida. En el cielo parpadeaban las estrellas, como si se burlaran de unos seres que buscaban la alegría en el alcohol. —No cantamos mal del todo, ¿verdad, Emily? —inquirió un joven de unos veinticinco años que, apoyado en el brazo de sus camaradas, hacía inauditos esfuerzos por mantenerse en pie. —¡Eres un artista! ¡Tiemblo pensando en una posible competencia! El que había hablado primero se detuvo, y con la seriedad característica de los beodos, dijo: —No será posible, aunque me agradaría. Cualquier cosa es mejor que reparar automóviles en un mísero garaje. ¡Eres insustituible, Emily! No puede imitarte nadie. La mujer sonrió complacida mostrando una blanca dentadura tras los labios rojos y sensuales.