Rybakov, el famoso autor de Los hijos del Arbat, recrea la atmósfera de terror del Moscú de los años 30, una época que su prosa nos devuelve íntegra en su fascinante y perversa belleza. Frente a frente, Stalin, hombre introvertido y dictador despiadado, que trata de llevar a cabo su designio diabólico, y Sasha, el joven deportado que regresa de Siberia e intenta reintegrarse a una sociedad agobiada por la burocracia y la penuria.

La novela desarrolla la epopeya de una familia judía asentada en la pequeña ciudad de Chernigov, donde nació también Anatoli Rybakov. La acción transcurre entre 1909 y 1942, en unos años decisivos para Rusia y para todo el mundo: la revolución soviética, la guerra civil, las dos contiendas mundiales… Tomando como telón de fondo estos grandes acontecimientos históricos, el relato va desgranando la intensa relación amorosa que viven Rajil y Iákov. El amor de estos dos personajes pasa de los ardientes impulsos juveniles a la serenidad de la edad madura. Las gentes de origen ruso, ucraniano o polaco que viven en la misma localidad que Rajil y Iákov dan aliento humano al entorno de los protagonistas. «La arena pesada» rinde homenaje al dolor callado que han sufrido miles de familias judías. Y este homenaje transcurre por los cauces humildes y entrañables de una relación amorosa de dimensión universal.

Los hijos del Arbat es una de las primeras denuncias literarias de los métodos estalinistas de represión. En 1987, cuando finalmente fue autorizado en la URSS, fue el libro más leído en aquél país, al ser una de las primeras novelas —publicada por la revista literaria Druzhba Narodov, que aumentó su tirada a 800 000 ejemplares— en denunciar en toda su crudeza la era de Stalin.La historia discurre a través de la vida del personaje ficticio Sasha Pankrátov y de otros jóvenes del barrio moscovita de Arbat.​ Sasha es un miembro leal y sincero de la Komsomol que se ve exiliado como resultado de intrigas del partido.

Los personajes nacidos de la pluma de Rybakov en Los hijos del Arbat, cuyas esperanzas y desventuras prosiguieron en El terror, encuentran su destino definitivo en este tercer volumen de la trilogía. Al hilo de sus vidas, el autor perfila, introduciendo en la narración hechos históricos reales, un pavoroso y crítico retrato de lo que fue la Unión Soviética de Stalin hasta el principio de la Segunda Guerra Mundial.