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Literatura de angelo de tarturis
1 + 0 = 10 (libro)
El tren se deslizaba hacia el Norte, atravesando las llanuras del Transvaal. Tenía como compañeros la Gran Carretera y un río diamantífero, amén de campos cultivados que mostra
descenso al abismo (libro)
ABRIÓ suave y silenciosamente; con tanta cautela que retuvo la puerta antes de que le facilitara el paso. El viento invernal silbaba por el hueco de la escalera, retorciéndose
matanza infernal (libro)
Un cachalote mecánico se aproximaba al Círculo Polar, y doce esforzados cuidaban de que bucease a la mayor profundidad. La costra de hielo resultaba peligrosa, y mucho más las
¡warren ataca! (libro)
FRANK Warren vio perderse en la lejanía las luces de Pensylvania. Aunque Sylvia le creía poco propenso a expansiones sentimentales, no dejó de asociar aquellos puntos parpadean
1 + 0 = 10 (libro)
El tren se deslizaba hacia el Norte, atravesando las llanuras del Transvaal. Tenía como compañeros la Gran Carretera y un río diamantífero, amén de campos cultivados que mostraban la gama de distintos verdores. Ni una nube ensombrecía el risueño paisaje, y el desplazamiento del convoy era veloz en la línea inmutable. Recordaba una flecha embalada, en alas del sol, hacia la inmensidad. De repente… —¿Has oído, Mark? —preguntó un hércules, de pelo bermejo—. Diríase que la máquina anuncia su llegada a Pretoria… ¡Qué rápido!
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descenso al abismo (libro)
ABRIÓ suave y silenciosamente; con tanta cautela que retuvo la puerta antes de que le facilitara el paso. El viento invernal silbaba por el hueco de la escalera, retorciéndose y buscando el escape de una claraboya. Se oyó un lamento lúgubre, y una exclamación en voz baja.
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matanza infernal (libro)
Un cachalote mecánico se aproximaba al Círculo Polar, y doce esforzados cuidaban de que bucease a la mayor profundidad. La costra de hielo resultaba peligrosa, y mucho más las instalaciones de radar enemigas.
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¡warren ataca! (libro)
FRANK Warren vio perderse en la lejanía las luces de Pensylvania. Aunque Sylvia le creía poco propenso a expansiones sentimentales, no dejó de asociar aquellos puntos parpadeantes al recuerdo de la joven. No era preciso elevar los ojos al cielo para contemplar las estrenas. Debajo del avión de pasajeros, como dándole un adiós mudo y elocuente, cientos de luminarias le acompañaban al emprender el vuelo.
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