Literatura de artur rajull
as de trébol (libro)
PRESCOTT retuvo entre sus dedos, temblorosos por la impresión recibida, el extremo de la sábana que cubría la causa de su emoción. Resultaba imposible contemplar aquella visión
bajo la superficie (libro)
El sudor corría copiosamente por el barbado rostro del oficial, mientras sus brazos, caídos con indolencia sobre las guías del periscopio, le hacían girar con lentitud, recorri
la muerte silbante (libro)
TODO comenzó de una manera absolutamente vulgar aquella calurosa mañana de julio. Ante el insistente repiqueteo del timbre del teléfono, el teniente O’Rurke, de la Policía Metr
mano de hierro (libro)
JEREMIAS Ascott observó a su visitante con expresión dubitativa. La noticia había sido recibida sin el más leve pestañeo, y una sorda irritación comenzó a adueñarse de él al re
as de trébol (libro)
PRESCOTT retuvo entre sus dedos, temblorosos por la impresión recibida, el extremo de la sábana que cubría la causa de su emoción. Resultaba imposible contemplar aquella visión de horror sin sentir una espantosa opresión en el estómago y una sequedad intolerable en la garganta. Finalmente, y venciendo la morbosa atracción que sobre él ejercía aquel rostro, o, por mejor decir, lo que de aquel rostro quedaba, dejó que la sucia tela que cubría el cadáver ocultara piadosamente los despojos mortales del que en vida llevó por nombre el de Fredy Discoll.
bajo la superficie (libro)
El sudor corría copiosamente por el barbado rostro del oficial, mientras sus brazos, caídos con indolencia sobre las guías del periscopio, le hacían girar con lentitud, recorriendo la infinita extensión de la llanura líquida. Con la cara pegada a la mirilla, la gorra inclinada sobre la nuca y la guerrera abierta sobre la camiseta empapada de sudor, el oficial giraba al unísono con el bruñido cilindro de acero, mientras los miembros de la tripulación le observaban en silencio con la excitación de la espera pintada en sus semblantes, pálidos a causa del prolongado encierro en el vientre de acero del sumergible. ..
la muerte silbante (libro)
TODO comenzó de una manera absolutamente vulgar aquella calurosa mañana de julio. Ante el insistente repiqueteo del timbre del teléfono, el teniente O’Rurke, de la Policía Metropolitana, se apartó de la absorta contemplación del bullicioso hormigueo que llenaba la Lombard Street, y con el habitual gesto de aburrimiento pintado en su rostro irlandés, puso fin al impaciente campanilleo, por el expeditivo procedimiento de descolgar el auricular y aproximarlo a su oído.
mano de hierro (libro)
JEREMIAS Ascott observó a su visitante con expresión dubitativa. La noticia había sido recibida sin el más leve pestañeo, y una sorda irritación comenzó a adueñarse de él al reconocerse incapaz, pese a su aguda perspicacia, de descubrir la menor sombra de emoción en aquellas facciones herméticas, en las que la única señal de vida parecía haberse concentrado en el brillo metálico de unos ojos increíblemente negros, cuya mirada, fría como el acero, hería como un cuchillo hecho, del mismo metal.