Yo no soy Sidi Jamete ni tampoco soy John Wayne, ya me hubiera gustado, pero tampoco me ha ido mal en este escenario soleado siendo Pancho, componente de una familia afortunada pues por ella desfilaron personajes importantes, mis padres y Charli y ahora las gemelas, nuestras sucesoras. Esta es una historia en el tiempo, fenómeno del que nunca sabemos qué nos va a deparar y a veces parece una película de las que hacía mi hermano cuando era joven, como aquella de 'Cita en la llanura', porque hizo una que se llamaba así y en la que aparecía una chica rubia sentada en un soto en el campo (era Claudia) que miraba una brújula y un planisferio como si quisiera orientarse. Al principio lucía el sol, pero luego anochecía y asomaban las estrellas, y al final se observaba un fabuloso amanecer sobre un ingente mar de nubes entre altísimas montañas... En el fondo de la cripta, su bodega del pueblo, en donde no guarda más que herramientas, velas, cajas de cervezas y algunas botellas buenas de vino y champán que siempre terminan por estropearse –ya es lástima, pero nos ha sucedido varias veces–, envuelto en un sobre de plástico y dentro de una antigua caja de lata de galletas encontré este ingente cuento mecanografiado, y como tal lo traigo. No sé si es una conjetura o un legado, sólo Charli podría decirlo, pero no se lo voy a preguntar. Él siempre ha escrito historias, y esta seguramente sea especial; si la escondió allí, ello tiene que significar algo.

Crucita, niña rizosa, poetisa, trigueña, ojizarca..., y lo que es más, chavala espectacular, parlanchina a más no poder y señalada por el dedo del Cosmos, que no es cosa que se vea todos los días. Ser privilegiado, en suma, cuyas andanzas son largas y enrevesadas, sí, muy aparatosas y teatrales, y movidas...

Culebrón, porque es una novela por entregas, y yeyé, porque en ella se relatan las aventuras de los yeyés, aquellos personajes legendarios que al principio sólo fueron conocidos como melenudos, pero que posteriores leyendas describen como los de las lanas al viento, los vaqueros, las puestas de sol en las playas, las guitarras y los pañuelos rojos o azules en el cuello, antecedentes de muchos de los que hoy se ven por la calle, sí, y protagonistas de los desmedidos sucesos que a continuación se narran, que desmedidos resultan en ocasiones, como desmedida fue toda la época que en las presentes páginas se recrea..., de forma que este libro, aunque en principio podría parecer una cosa histórica, en realidad es una novela de aventuras.

Culebrón, porque es una novela por entregas, y yeyé, porque en ella se relatan las aventuras de los yeyés, aquellos personajes legendarios que al principio sólo fueron conocidos como melenudos, pero que posteriores leyendas describen como los de las lanas al viento, los vaqueros, las puestas de sol en las playas, las guitarras y los pañuelos rojos o azules en el cuello, antecedentes de muchos de los que hoy se ven por la calle, sí, y protagonistas de los desmedidos sucesos que a continuación se narran, que desmedidos resultan en ocasiones, como desmedida fue toda la época que en las presentes páginas se recrea..., de forma que este libro, aunque en principio podría parecer una cosa histórica, en realidad es una novela de aventuras.

Culebrón, porque es una novela por entregas, y yeyé, porque en ella se relatan las aventuras de los yeyés, aquellos personajes legendarios que al principio sólo fueron conocidos como melenudos, pero que posteriores leyendas describen como los de las lanas al viento, los vaqueros, las puestas de sol en las playas, las guitarras y los pañuelos rojos o azules en el cuello, antecedentes de muchos de los que hoy se ven por la calle, sí, y protagonistas de los desmedidos sucesos que a continuación se narran, que desmedidos resultan en ocasiones, como desmedida fue toda la época que en las presentes páginas se recrea..., de forma que este libro, aunque en principio podría parecer una cosa histórica, en realidad es una novela de aventuras.

Un personaje ficticio –Ramón el calatravo– narra su existencia entera, que se cumplió a caballo de los siglos XII y XIII. Aprendiz de cantero, agricultor, herrero, siervo, soldado, señor de la guerra y constructor de catedrales góticas, desde el cenobio que habitó en las postrimerías de su vida rememora los lances que el albur le llevó a contemplar, entre los que descuellan la batalla de Alarcos y la de La Nava de la Losa, episodios que han pasado a la historia con letras mayúsculas. Bereberes, traficantes, castellanos, reyes, ángeles y demonios, bailarinas y juglares, nobles y siervos, caballeros y labradores, gente de armas y de letras, dromedarios, sabuesos, simios, alanos, mulos y corceles y otros muchos animales que sería excesivo citar, componen la multitud que poblaba el mundo que le tocó vivir. Uno más de los eslabones de la inagotable cadena de la humanidad, aquella que entre cerradas nieblas persigue fantasmas para concluir con las palabras que dicen, ¡vanidad de vanidades...!, todo es vanidad.

Este es un libro básico sobre La cocina española de siempre, de antaño y de nuestros días, cuyos métodos más interesantes no han variado mucho en los últimos cien años. Es un libro de recetas en el que se pasa revista a la mayor parte de las preguntas que la gente suele hacerse: ¿qué son unas «migas»?, o ¿cómo se cuecen verduras?, o bien, ¿cómo se hace un pudin de pescado?, o también, ¿cuál es el procedimiento para acabar sacando a la mesa un magnífico e historiado cocido madrileño?..., y quien dice cocido puede decir carnes, pescados, huevos, postres, sopas, salsas y casi todo lo que le ocurra

A casa de los barones de Casa Vuín llega, como institutriz, una mulata jamaicana, una chavala muy guapa llamada Patricia, políglota, experta nadadora, lectora empedernida, estudiosa de la historia antigua y amante de las mejores formas. Durante las cuatro estaciones de marras convive con sus protegidos (el chaval y su hermana, un año mayor que él) y la totalidad de los numerosos habitantes de aquella gran casa. Los señores, la pandilla del barón, la muy diversa servidumbre, los mismos niños y sus amigos...; todos ellos tendrán mucho que decir sobre lo que sucedió entre aquellas cuatrocientas paredes durante el año al que nos referimos.