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Literatura de cesar torre
de la misma sangre (libro)
César Torre es el pseudónimo del escritor Antonio Martínez de la Torre
delirante (libro)
EL coche, un modelo europeo, deportivo, importado a un alto precio, rodaba suavemente por entre las Colinas de Puente, por la carretera del Brea Canyon. La vegetación era impre
el fuego del diablo (libro)
El ruido era producido por las grandes puertas correderas de los vagones del tren «Chicago-Burlington & Quincey», que estaban siendo descorridas con violencia. En primer lugar
el futorólogo (libro)
LA entrevista era en directo, ante las cámaras de la B.B.C. No había auditorio. Únicamente los técnicos, algún jefe de programa, y media docena de esos personajes incontrolados
el monstruo encadenado (libro)
EL camino estaba bordeado de viejos muros de piedras sueltas, cubiertos de trepadoras. Tras de ellos se prolongaban los bosques, ya amarillentos por el otoño que se iniciaba, d
la noche es para asesinar (libro)
En el pequeño mundo del gran edificio bancario, las castas se clasificaban de acuerdo con el ascensor que estaban autorizados a utilizar, y la altura a que podían ascender en e
los hijos del cataclismo (libro)
SOLO faltaban algunos vendedores de “perros calientes” y varios puestos de ventas de refrescos, para que la pisoteada explanada pareciera el escenario de un “picnic” dominical.
peter adan y el poder invisible (libro)
Aquel lugar se encontraba situado exactamente a mitad de camino entre La Habana y Pekín. Esto no tenía demasiado de extraño, pero sí lo tenía el que la distancia que le separar
plenilunio sangriento (libro)
El pequeño aviso colocado junto a la puerta del local, la Sala de Actos del Centro Cívico de la ciudad, anunciaba: «Esta noche, actuación extraordinaria de Melvin Carlisle en e
semilla de violencia (libro)
John Linden era el representante de la Compañía en Centerville. Un representante activo, que gustaba de ver personalmente las cosas, como en el asunto de la diligencia de Carso
un hombre del este (libro)
A la derecha de la casa se iniciaba el Cañón Chaco, que conducía directamente a la reserva de los indios «pueblo». A la izquierda, y por el frente, estaba la zona desértica de
de la misma sangre (libro)
César Torre es el pseudónimo del escritor Antonio Martínez de la Torre
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delirante (libro)
EL coche, un modelo europeo, deportivo, importado a un alto precio, rodaba suavemente por entre las Colinas de Puente, por la carretera del Brea Canyon. La vegetación era impresionante, y la joven que iba junto al conductor del coche, dijo: —Siempre me sorprende que, a poca distancia de Los Ángeles, existan lugares como este, tan bellos y agrestes.
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el fuego del diablo (libro)
El ruido era producido por las grandes puertas correderas de los vagones del tren «Chicago-Burlington & Quincey», que estaban siendo descorridas con violencia. En primer lugar sonaba el trueno de la pesada puerta, deslizándose por el carril. Luego, una voz que preguntaba algo. Y después, golpes, golpes leves propinados sobre el hierro, con otro hierro.
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el futorólogo (libro)
LA entrevista era en directo, ante las cámaras de la B.B.C. No había auditorio. Únicamente los técnicos, algún jefe de programa, y media docena de esos personajes incontrolados que siempre aparecen en estos lugares, con la tarjetita de libre circulación colgando de la solapa. Se habían encendido toda clase de luces rojas de aviso, y cinco cámaras rodeaban la sencilla mesa tras de la que se encontraba sentado el entrevistado, ya que el entrevistador lo interrogaba desde la cabina de mezclas. Habían dejado solo al personaje, ante un fondo oscuro, iluminado con mucha astucia para llenar de sombras los acusados rasgos del rostro y, especialmente, la mirada. Solo de vez en cuando, una luz caía sobre los ojos para hacerlos brillar, saliendo de la sombra.
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el monstruo encadenado (libro)
EL camino estaba bordeado de viejos muros de piedras sueltas, cubiertos de trepadoras. Tras de ellos se prolongaban los bosques, ya amarillentos por el otoño que se iniciaba, de olmos y hayas. Y en cada entrada, en cada camino lateral que conducía a alguna pequeña casa de piedra y pizarra, las flores estallaban: tornasoles, malvas rosas, fucsias... Flores modestas, las últimas del año, sobre las praderas amarillentas, doradas.
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la noche es para asesinar (libro)
En el pequeño mundo del gran edificio bancario, las castas se clasificaban de acuerdo con el ascensor que estaban autorizados a utilizar, y la altura a que podían ascender en ellos. Así, los empleados menores, se mezclaban con el público para llegar a sus puestos de trabajo, utilizando los ascensores de las veinte primeras plantas. En cambio, los jefes, los triunfadores, los importantes, utilizaban los pequeños, elegantes y rápidos elevadores que les llevaban hasta oficinas lujosas y silenciosas, a las cuales, muy pocos clientes tenían acceso.
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los hijos del cataclismo (libro)
SOLO faltaban algunos vendedores de “perros calientes” y varios puestos de ventas de refrescos, para que la pisoteada explanada pareciera el escenario de un “picnic” dominical. Porque había todo lo demás: coches alineados junto a un camino terrero, algunas furgonetas, gentes con trajes claros... Y algo no tan habitual en las fiestas campestres: un gran camión con un grupo electrógeno, otros vehículos de carga con equipos fotográficos, pantallas reflectoras y focos. Todo lo necesario para rodar documentales y grabar en “video”.
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peter adan y el poder invisible (libro)
Aquel lugar se encontraba situado exactamente a mitad de camino entre La Habana y Pekín. Esto no tenía demasiado de extraño, pero sí lo tenía el que la distancia que le separara de La Habana fuese de unos veinte kilómetros, y de Pekín cerca de treinta. Los habitantes de Bloon, nombre por otra parte bastante curioso, solían divertirse con aquella circunstancia cuando se encontraban en viaje, fuera de su Estado, y finalmente explicaban que La Habana y el Pekín a que se referían, eran pequeñas ciudades de Illinois, en Estados Unidos, donde eran frecuentes los nombres pintorescos y exóticos de las poblaciones.
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plenilunio sangriento (libro)
El pequeño aviso colocado junto a la puerta del local, la Sala de Actos del Centro Cívico de la ciudad, anunciaba: «Esta noche, actuación extraordinaria de Melvin Carlisle en el monólogo del que es autor, titulado “Aullidos en la Noche”. ¿Existen los hombres-lobo? Ayudante, señorita Carlisle. Se ruega a las personas impresionables no acudan a la representación». Debía haber muchas personas impresionables en la comunidad de Indian Rouge, porque la sala, no muy grande, se mostraba tan solo ocupada en la mitad de su cabida, cuando Melvin Carlisle, viejo actor de repertorio shakesperiano, levantaba un poco la cortina para comprobar la entrada.
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semilla de violencia (libro)
John Linden era el representante de la Compañía en Centerville. Un representante activo, que gustaba de ver personalmente las cosas, como en el asunto de la diligencia de Carson City. El hombre no tenía una gran agudeza, pero sí la suficiente como para comprender que algo muy extraño andaba revuelto con la desaparición de los hombres del vehículo.
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un hombre del este (libro)
A la derecha de la casa se iniciaba el Cañón Chaco, que conducía directamente a la reserva de los indios «pueblo». A la izquierda, y por el frente, estaba la zona desértica de San Juan, en la que se alzaban montículos de piedra rojiza y altos cactos «sotol». No había caminos ni pistas; algunas rodadas se perdían en cualquiera dirección. La casa era baja y larga. A un lado, un gran corral. Frente a la casa, un porche, de cuyo tejadillo colgaban esteras de alegres colores. En el suelo, cacharros de barro cocido. Sobre la puerta, muy bien cerrada, un letrero: «Mateo Villard, Agencia India». El interior era una mezcla de almacén y taberna. Un tosco mostrador, estanterías con ropas baratas, algunos utensilios, carabinas, que habían pasado por muchas manos desde los lejanos tiempos de su fabricación, en alguna armería de Kentucky.
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