El 17 de junio de 1942 zarpó de la base de submarinos de Lorient, en la Bretaña francesa, el U-166 (asignado a la 10ª U-Flotille como Frontboot) llevando a bordo un misterioso pasajero, con rango de Korvettenkapitän en la Kriegsmarine y perteneciente a las SS de Himmler. Desde el 30 de julio del mismo año, se dio por desaparecido al sumergible a 45 millas al sur del Delta del Mississippi. Su pecio no fue encontrado hasta 2001 en que unos buzos de una compañía petrolífera, mientras hacían prospecciones de hidrocarburos en la zona, lo hallaron partido en dos a escasas tres millas de donde se suponía había sido hundido. Los restos del U-Boot 166 fueron declarados tumba de combatientes por las autoridades norteamericanas, con la prohibición expresa de cualquier tipo de prospección o rescate, y rango de materia clasificada. Hasta 2003 no se volvería a hacer una nueva extracción de restos y documentos del sumergible por nuevos buzos de la misma compañía de hidrocarburos, y no se publicaría un informe de lo encontrado en el lecho marino a 100 brazas de profundidad.

En Flor de Tecoma, el lector se vuelve a encontrar con los principales personajes de Las hojas gualdas, de la que constituye la segunda parte. Ha pasado más de un año desde que los protagonistas quedaron momentáneamente olvidados tras la muerte de Jorge Antuña, y ahora es el tiempo de que se resuelvan la mayor parte de las incógnitas planteadas. Un acto terrorista, que conmociona a la opinión pública mundial, va a ser determinante de las nuevas vivencias y peripecias de Nacho Alonso y del resto de los personajes de Las hojas gualdas, que, atrapados en la vorágine de un viaje de placer por el paraíso de las Bahamas, ven como la muerte de uno de los protagonistas, y la desaparición de otro de los miembros del grupo en el misterioso Triángulo de las Bermudas, trunca unas minivacaciones programadas para olvidar las secuelas de un suceso dramático. Una historia de intriga, mezclada con cierta dosis de dramatismo, en la que no faltan tampoco los celos, y las ardientes y a veces incontroladas pasiones, constituye el hilo conductor de una ficción en la que el lector, ávido de llegar al desenlace inesperado como en todas las obras de César Weiss, se pregunta si a veces la realidad no superará la ficción.

Jorge Antuña nunca se había podido imaginar, que, nada mas poner los pies en América en pos de una misteriosa cita, los recuerdos del pasado y las circunstancias que congregan le iban a convertir en un presunto culpable, vigilado y perseguido por varias policías. La muerte en extrañas circunstancias de Nacho, su íntimo amigo, y de Anna, una mujer de explosiva belleza ex amante de éste, y an-tes también de Jorge, genera en Antuña un confuso sentimiento en el que los deseos de venganza se entremezclan con otros de pasión, desencadenando unos acontecimientos que amenazan con causar tremen-das consecuencias en un lugar donde la pena de muerte está vigente. La implacable persecución, a la que es sometido por parte del FBI y las policías de los diferentes condados del Estado de Florida, genera una trama de amistad, pasiones, muerte, sexo y drogas, creadora de una desenfrenada acción hasta llegar al inesperado desenlace. Las hojas gualdas es una apasionante novela de acción, intriga y pasiones descontroladas en la que siempre hay un margen para la duda.

Esta nueva, y definitiva entrega de la Trilogía de Jorge Antuña, viene a dar solución a las incógnitas planteadas en los dos volúmenes anteriores: Las hojas gualdas y Flor de Tecoma, sin que por ello deje de constituir en sí misma una unidad argumental independiente de las partes que la preceden. Milienko, tras conseguir escapar de los EEUU y regresar a Europa, desde donde es reclamado por sus jefes, coincide en Túnez con Cristina, que por extraños avatares del destino trabaja ahora para el mismo jeque que el terrorista bosniaco. La obsesión de éste, por eliminar a la única testigo de sus excidio del 11-M, se convierte en su única finalidad existencial. La implicación de la célula de Al Qaeda, de la que depende Milienko, en un tremendo atentado en fase de ejecución contra la costa Oeste de los EEUU, hace que la sub trama de la intriga, por desmantelar el acto terrorista en ciernes, se entremezcle con la venganza del joven bosniaco contra Cristina y su marido Jorge, consiguiendo que la narración discurra por extraños lugares del sur de Túnez, hacia donde la pareja se ve abocada a huir para escapar de su implacable perseguidor. La intriga, que acompaña a este Thriller en el que el lector va de sobresalto en sobresalto, no impide en absoluto el desenvolvimiento de la historia de amor y sentimientos encontrados que subyace, a veces casi olvidada, en el relato de Ocaso en Chebika con espectacular colofón en los oasis de montaña de Túnez, que proporcionan a César Weiß el marco adecuado para otro de sus sorprendentes finales a los que nos tiene acostumbrados.

Sólo queda la huída constituye el desenlace de las hojas gualdas publicada en 2006 y que constituía la primera parte de la trilogía de Jorge Antuña. En Sólo queda la huída se vuelven a encontrar todos los personajes de la primera novela, y las pasiones desatadas, los amores y desamores mezclados con una trama de terrorismo internacional que lleva a los protagonistas por América, Europa y Norte de África para terminar en nun apadionante final, sorprendente como todos los del autor César Weiss.