Literatura de david llorente
el bufón (libro)
Los bufones que vemos asomados al televisor sólo se inquietan por el volumen de silicona que deben inyectar en sus pechos o en su cerebro para resultar rentables e incrementar
kira (libro)
Nadie, ni siquiera una mujer que ejerce de maga y es capaz de leer el porvenir en los poros de la lengua, puede descifrar cuál es la inevitable tragedia que anuncia Kira, una p
madrid:frontera (libro)
Soy «Madrid:frontera» (y me dirijo a ti, lector): Sabes que hay gente a la que le han quitado la voz y ya solo les queda el llanto o el silencio. Tú mismo, en algún momento, ha
te quiero porque me das de comer (libro)
Max Luminaria era un chico muy callado. Sacó la mejor nota de selectividad de toda España y decidió estudiar Medicina. Una vez más, fue el mejor en los exámenes, el mejor en la
el bufón (libro)
Los bufones que vemos asomados al televisor sólo se inquietan por el volumen de silicona que deben inyectar en sus pechos o en su cerebro para resultar rentables e incrementar índices de audiencia. En un pueblo sin sol y sin edad, contaminado por la enfermedad de la tristeza, la única medicina posible es «El bufón». Pero el bufón de este libro se pregunta por el peso de su existencia. Con un lenguaje exuberante y unas imágenes que parecen escapar de un cómic de Metal Hurlant o de un cuadro de El Bosco, David Llorente traza una parábola sobre la sociedad sumisa y la rebelión del individuo. Pero conquistar la libertad requiere atravesar la pesada cortina de los miedos. Tras recibir con «Kira», su primera novela, el Premio Francisco Umbral, «El bufón» le ha supuesto el Premio Ramón J. Sender de Narrativa. Trayectoria imparable para un escritor que esgrime palabra e idea. «El bufón» no es una lectura para avestruces que ocultan su cabeza en un hoyo de golf. Hay que encender la luz de la mesilla y emprender un viaje al centro de uno mismo.
kira (libro)
Nadie, ni siquiera una mujer que ejerce de maga y es capaz de leer el porvenir en los poros de la lengua, puede descifrar cuál es la inevitable tragedia que anuncia Kira, una perra famélica que todas las noches aúlla sobre un montón de arena. El amor está al alcance de la mano hasta que un día nos quedamos solos, masticando el salobre y agotado rayo que el sol desprende antes de hundirse en el horizonte. Entonces sabemos que somos humanos y que nadie cambiará el transcurso del mundo.
madrid:frontera (libro)
Soy «Madrid:frontera» (y me dirijo a ti, lector): Sabes que hay gente a la que le han quitado la voz y ya solo les queda el llanto o el silencio. Tú mismo, en algún momento, has apretado los puños ante la injusticia y cargas sobre la espalda más peso del que se puede soportar. Seguro que has contemplado la desesperación ante ti, pero te niegan lo que has visto con tus propios ojos y te dicen que eso de lo que hablas no ha existido nunca. Probablemente creas que a ti también te están dejando sin voz y te preguntas si no acabarás como los demás, condenado al llanto o al silencio. Bien. Debes saber que yo he venido a poner las cosas en su sitio para ajustar cuentas con el pasado. Que llego de la mano de un escritor que de repente toma conciencia de su enorme responsabilidad y te agarra de las solapas y te grita: ¡Despierta! Que vengo a hablarte de la verdad, aunque mis páginas quemen. Yo soy eso, el punto de inflexión. Y vengo a decirte que jamás debes perder la esperanza.
te quiero porque me das de comer (libro)
Max Luminaria era un chico muy callado. Sacó la mejor nota de selectividad de toda España y decidió estudiar Medicina. Una vez más, fue el mejor en los exámenes, el mejor en las prácticas y el mejor en el quirófano. Se lo rifaban todos los hospitales. No hubo cirujano más preciso ni vecino al que más quisieran los habitantes de Carabanchel. Lo saludaban por la calle. Le daban las gracias. Todos tenían a un familiar al que el doctor Maximiliano Luminaria había salvado la vida. Su vida, fuera del quirófano, era diferente, ¿o a lo mejor no? La realidad es que no podrás, nunca más, sentirte aliviado porque se haya descubierto al asesino, porque, querido lector, los asesinos caminan entre nosotros.