Literatura de federico fellini
el jeque blanco. i vitelloni. la strada. il bidone (libro)
Entre 1952 y 1955 Federico Fellini (Rimini, 1920) dirigió —a razón de una producción por año— sus cuatro primeras películas, sobre argumentos y guiones propios (en colaboración
giulietta (libro)
Desde las alturas de un mongolfier, Giulietta, la protagonista de esta novela, pregunta a su abuelo si algún día volverán a tierra, a casa. El abuelo le contesta: «Siempre se v
el jeque blanco. i vitelloni. la strada. il bidone (libro)
Entre 1952 y 1955 Federico Fellini (Rimini, 1920) dirigió —a razón de una producción por año— sus cuatro primeras películas, sobre argumentos y guiones propios (en colaboración con Tullio Pinelli y Ennio Flaiano). El presente volumen reúne los tratamientos literarios de los cuatro filmes, con la novedad de que se incluyen en el texto las partes de los guiones que no se llegaron a rodar o que fueron descartados en el montaje definitivo. Ciertamente, ha sido una peculiar manera de utilizar el lenguaje cinematográfico —aprovechando al límite las claves expresivas peculiares de ese universo significativo— lo que confiere su valor a la obra fílmica del gran realizador italiano; sin embargo, la lectura atenta de los diálogos y de los apuntes ambientales de sus películas permite una profundización en aspectos que muy difícilmente se dejan captar en las salas de proyección. «El Jeque Blanco» es, además de una divertida sátira de la industria subcultural, una primera aproximación al mundo sentimental felliniano; «I Vitelloni» constituye una crítica ambigua —tanto por el blanco contra el que se dirige como por el espíritu que la anima— de los «tarambanas», los señoritos calaveras de la pequeña burguesía provinciana italiana; «La Strada» es tal vez la más notable película de toda la filmografía felliniana; «Il Bidone», por último, representa un intento de comprender las zonas marginales de la moderna sociedad industrial.
giulietta (libro)
Desde las alturas de un mongolfier, Giulietta, la protagonista de esta novela, pregunta a su abuelo si algún día volverán a tierra, a casa. El abuelo le contesta: «Siempre se vuelve, pero el mundo es tan grande, está tan lleno de cosas que ver… que hacer… ¿Verdad, tesoro?». Y estas últimas palabras las dirige a su amante, una «chanteuse», que por toda respuesta estalla en una carcajada feliz y comienza a entonar una melodía contagiosa… A sus setenta años, y convertido ya en un mito viviente, Fellini también parece pensar que el mundo está lleno de cosas que ver, que hacer, y en plena madurez creadora debuta como novelista con un texto en el que retoma —«siempre se vuelve»— los fantasmas y obsesiones que han nutrido sus magistrales películas. «Giulietta» narra las tribulaciones de una mujer apocada e introvertida que un mal día descubre la infidelidad de su marido. Asediada por su propia conciencia, Giulietta mezcla los miedos del pasado y las inquietudes del presente en una sucesión de visiones en las que realidad y fantasía confunden sus fronteras y abren las puertas a una portentosa galería de personajes. Una médium, un padrastro, un fascista, un abuelo vividor, un iracundo eremita, un criado chino, un mago, el Duce, Casanova, gatos y espíritus, hombres enamorados, mujeres desdeñosas, bellísimas, jinetes invasores: todo un inolvidable tropel de criaturas inconfundiblemente fellinianas desfilan aquí, hechas con la consistencia de los recuerdos, de los sueños, de los deseos. «Giulietta» trae el recuerdo de uno de los filmes más queridos de Fellini, «Giullieta degli spiriti», expresamente ideado para ser protagonizado por Giulietta Massina, su mujer. Pero nada hace pensar aquí en un guión novelado. Fellini ha construido en esta ocasión un magnífico relato psicológico, lleno de ironía y de fantasía desenfrenada, pero lleno también de sensibilidad y delicadeza, en el que se ha valido de su genio como cineasta para fabricar imágenes poderosísimas que sirven con asombrosa eficacia a un espléndido mecanismo literario. «El de «Giulietta» es un mundo mágico en la medida de algunas personalísimas deformaciones mías en las que el humorismo juega siempre un papel de primera importancia». (Federico Fellini)