Literatura de françois furet
el pasado de una ilusión (libro)
El régimen soviético ha salido por la puerta trasera del escenario de la historia, al que había entrado con bombos y platillos. A tal punto constituyó la materia y el horizonte
pensar la revolución francesa (libro)
La Revolución no es un tema de la Historia como otros pues constituye un patrimonio político y moral, más que una curiosidad intelectual. A tal punto que, si reconocemos que ha
el pasado de una ilusión (libro)
El régimen soviético ha salido por la puerta trasera del escenario de la historia, al que había entrado con bombos y platillos. A tal punto constituyó la materia y el horizonte del siglo, que su fin sin gloria después de tan breve duración contrasta de manera sorprendente con el esplendor de su curso. No es que la enfermedad de postración que afectaba a la URSS no pudiese ser diagnosticada: pero la disgregación interior se disimulaba a la vez en el poderío internacional del país y en la idea que le servía de estandarte. La presencia soviética en los asuntos del mundo era como un certificado de la presencia soviética en la historia del mundo. Por otra parte, nada era más ajeno a la opinión que la perspectiva de una crisis radical del sistema social instaurado por Lenin y Stalin. La idea de una reforma de ese sistema se encontraba casi por doquier desde hacía un cuarto de siglo, y nutría en formas muy diversas un revisionismo activo pero siempre respetuoso de la superioridad de principios del socialismo sobre el capitalismo. Ni siquiera los enemigos del socialismo imaginaban que el régimen soviético pudiera desaparecer, y que la Revolución de Octubre pudiese ser 'borrada'; y menos aún que esta ruptura pudiese originarse en ciertas iniciativas del partido único en el poder. Y sin embargo, el universo comunista se deshizo por sí solo. Esto se puede ver en otra señal, esta vez diferida: sólo quedan los hombres que, sin haber sido vencidos, han pasado de un mundo a otro convertidos a otro sistema, partidarios del mercado y de las elecciones, o bien reciclados en el nacionalismo. La Revolución de Octubre cierra su trayectoria no con una derrota en el campo de batalla, sino liquidando por sí misma todo lo que se hizo en su nombre. En el momento en que se disgrega, el Imperio soviético ofrece la característica excepcional de haber sido una superpotencia sin haber encarnado una civilización.
pensar la revolución francesa (libro)
La Revolución no es un tema de la Historia como otros pues constituye un patrimonio político y moral, más que una curiosidad intelectual. A tal punto que, si reconocemos que hay tantas historias de una revolución como familias políticas obligadas a definirse con respecto a ella, todas estas historias ofrecen a través de sus opiniones opuestas una obsesión común: el aniversario de un punto cero. En consecuencia, la línea divisoria en la historiografía de la Revolución no es, en términos intelectuales, aquella que separa políticamente, sino la que enfrenta a la historia conmemorativa con la historia conceptual: Michelet y Tocqueville en nuestro caso. Partiendo del ejemplo de la Revolución Francesa, François Furet trata de comprender en qué formá se puede elaborar una historia conceptual de la Revolución. Devolver a ésta la frescura creadora de su propia dinámica y descubrir lo que el acontecimiento presenta como radicalmente nuevo o la continuidad que se asume bajo las apariencias de la ruptura, presupone reconstituir el objeto de estudio diferenciándolo de un desarrollo lógico que lo incluiría fatalmente. Una de las dificultades mayores para el historiador es escapar al cautiverio de la seducción revolucionaria o contrarrevolucionaria, no identificarse con el discurso de la época cuestionada. Así pues, François Furet investiga un fenómeno particular, la Revolución Francesa, pero preocupado por la producción de conceptos científicos su ensayo apunta más allá: a la ideología de la revolución. Al hacerlo así, Furet se aparta de la interpretación dominante, marxista, de la Revolución, que considera ésta como como un hecho exclusivamente económico-social derivado de la lucha de clases, y pasa a fijarse en el problema de la cultura política. Recuperando, en parte, los trabajos del injustamente olvidado Augustin Cochin, Furet defiende la idea de una revolución de las elites, iniciada en 1787, que se habría visto frustrada por el Terror de 1793 —cuyos orígenes y antecedentes sitúa Furet en fecha tan temprana como 1789—, al tiempo que señala «una posible consonancia entre el Terror y la Revolución en su totalidad». No sin polémica, los libros de Furet sobre la Revolución francesa han creado escuela, siendo muchos los historiadores que hoy siguen sus líneas metodológica y de investigación.