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Literatura de joe bennett
asteroide maldito (libro)
La amenaza de aquella noche plagada de incertidumbres había pasado. Al restablecerse el funcionamiento de los generadores, señal evidente de que las ondas paralizadoras enemiga
cautivos del espacio (libro)
Mercurio es el planeta más cercano en orden de aproximación al Sol. Después viene Venus, brillante cual estrella de alta magnitud, y en tercer lugar, pero descollando de todos
condenados a morir (libro)
Ready Porter no lograba salir de su asombro. Y es que aquello, la extraña y fantástica aventura que estaban viviendo angustiosamente en Venus y por completo en contra de su vol
cosmoville (libro)
Muchos han oído hablar de Cosmoville, la maravillosa superciudad creada, puesta en órbita espacial y habitada por el hombre; pero son realmente muy pocos, excepto sus pobladore
el astro prohibido (libro)
La potente cohetonave acababa de cruzar a veinte espaciomillas de distancia de la brillantísima Sirio, en la constelación del Can Mayor. El espacio negro, impenetrable, se veía
el doble fatal (libro)
El ser humano es morboso por naturaleza, y los procesos sensacionalistas atraen la curiosidad de la gente con una especie de irresistible fascinación que nadie se preocupa en c
entre marte y júpiter (libro)
Mi nombre es Ray Anderson. He nacido en la Tierra, más concretamente en la parte septentrional del Continente Norteamericano, desde hace varios siglos Primer Gobierno de la Fed
episodio en argelia (libro)
Vicent Concord dispuso su numeroso equipaje, otorgó plenos poderes a sus administradores y dejó en manos de éstos la continuidad de los negocios, pretextando que su esposa nece
fymo, nuevo mundo (libro)
Estaba anocheciendo, lo cual no dejaba de tener su atractivo para el numeroso personal terrestre que cumplía el servicio en la espaciosa Base Lunar. A pesar de los años transcu
la diosa de venusio (libro)
Dicen que era un platillo volante. Realmente, nadie pondría las manos en el fuego en este sentido. Ni siquiera dio tiempo a disparar los «flash» periodísticos para conservar un
la espacionave del terror (libro)
La frialdad extrapolar del agua le penetraba hasta los huesos, traspasándolos, no obstante la protección del equipo subacuático que cubría su cuerpo. La llave del termorregulad
la hierba del cielo (libro)
Puede que oigan ustedes incontables versiones sobre el famoso misterio espacial que comenzó al regresar de un vuelo por las zonas superiores de la Exosfera. Se ha hablado y esc
la justicia fue a pioche (libro)
La habitación del Rifle Hotel, que Cliff Meeker ocupaba desde unos veinte días antes en Winnemuca (Nevada), era pequeña, poco amueblada y carente por completo de adornos; pero,
la ley de los ferguson (libro)
Conocí al viejo Millen con motivo de una fiesta ganadera y congenié rápidamente con él. Debo admitir, no obstante, que el conocimiento no fue casual ni fortuito. Sabía perfecta
la nave de plata (libro)
Tras la Era Atómica vino la Interplanetaria. El Hombre -audaz y curioso insaciable- construyó sus naves del espacio, aprendió a romper las cadenas que lo aferraban a la Tierra
la onda invencible (libro)
Luchadores del Espacio 169 - Joe Bennett. José Luis Benet Sanchís plantea una humanidad que, imbuida de la soberbia de Prometeo, no duda en acometer acciones que habrían de aca
los aventureros de júpiter (libro)
(Segunda parte de 'LA NAVE DE PLATA') La astronave plateada y gigante, despidiendo vívidos centelleos de luz cual una estrella más, acababa de cruzar la línea imaginaria que co
motín robótico (libro)
El cargo de asesor técnico en la Fábrica Nacional de Espacio-cohetería producía suficientes quebraderos de cabeza como para dejarse invadir, a veces, por un mal humor de todos
náufragos del universo (libro)
Había muerto Koassis, la atormentada criaturilla de las estrellas. La radiactividad fue la causa del fatal desenlace y todos mis esfuerzos profesionales para impedir la tragedi
regresaron dos muertos (libro)
Podría empezar este relato hablando de mí. Nadie me lo impediría y, por otra parte, yo tuve una participación bastante destacada en los acontecimientos. Pero no voy a hacerlo.
rio sucio (libro)
Los cuatro jinetes cubiertos de polvo y rendidos por la fatiga que cabalgaban en dirección Oeste al valle sabían aquello… y algo más. Altus Deer no sólo era rico, fuerte y ambi
se llamaba ringo (libro)
En el año 1870 el negocio ganadero se hallaba en pleno auge. Manadas y más manadas de reses llegaban a Kansas procedentes del Sur, territorios casi integrados por vastos pastiz
separación asteroidal (libro)
Tenía los nervios de punta y me mordía los labios a causa de la indescriptible ansiedad que me dominaba. ¡Un segundo de retraso podía ser fatal para el profesor Harring y el pl
submares de muerte (libro)
Ha llegado a resultar axiomático el hecho de que hasta los secretos mejor guardados se descubren tarde o temprano. La nequicia en el ser humano recorre toda la babilónica escal
tierra de enigmas (libro)
Aun desde aquella altura el monstruo ofrecía un aspecto trágicamente amenazador. Sandro acababa de dar la orden de ataque al llegar a los cien metros y una vez arriba, dando un
vacío siniestro (libro)
Al fin habían logrado localizar al enigmático ser que durante tanto tiempo mantuvo en vilo a los cinco tripulantes de la espacionave. Nunca consiguieron verle y por ello, a cau
valle ataúd (libro)
El pueblo se llamaba Horca Grande y eran muy pocas las personas al Sur de Tejas en 1893 que desconociesen su existencia y el macabro origen de aquel nombre. En realidad, Horca
¡ha muerto la tierra! (libro)
La aterradora catástrofe ocurrió mucho antes de lo que todos esperaban. En realidad, nadie tenía derecho a sorprenderse, porque el profesor Varis, un neerlandés famoso en el pl
asteroide maldito (libro)
La amenaza de aquella noche plagada de incertidumbres había pasado. Al restablecerse el funcionamiento de los generadores, señal evidente de que las ondas paralizadoras enemigas dejaron de actuar sobre ellos, la luz volvió a iluminar las dependencias del campamento y los miembros del Grupo Diamante hicieron patentes demostraciones de alegría. ¡Eran los vencedores! Los extraños visitantes radiodirigidos de Fymo no pudieron conseguir el objetivo propuesto. Y esta victoria, tras las oscuras jornadas de intrincados enigmas, significaba mucho en el corazón de todos los terrestres y les infundía enorme confianza en sí mismos, en sus medios defensivos y, especialmente, en la capacidad organizadora de Sandro Warren.
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cautivos del espacio (libro)
Mercurio es el planeta más cercano en orden de aproximación al Sol. Después viene Venus, brillante cual estrella de alta magnitud, y en tercer lugar, pero descollando de todos los restantes por la maravillosa representación viva de sus audaces pobladores, aparece la Tierra, el planeta dueño y señor del espacio, el único capaz de regir, conquistar y dominar la infinita vastedad de los espacios siderales. Bill Sanders se sentía enormemente feliz de pertenecer a la Tierra mientras accionaba los mandos subalternos de la poderosa astronave en su rauda evolución hacia la masa oscura y turbia de Júpiter. Había llegado al término de su viaje y comenzaba a imprimir escapes de deceleración en los estabilizadores tangenciales consciente de que esta habitual maniobra completaba la última etapa del vuelo interplanetario.Joe Bennet es el seudónimo de José Luis Benet Sanchís. De origen valenciano, nacido en 1928 publicó más de veinte novelas en la colección Luchadores del Espacio
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condenados a morir (libro)
Ready Porter no lograba salir de su asombro. Y es que aquello, la extraña y fantástica aventura que estaban viviendo angustiosamente en Venus y por completo en contra de su voluntad, era capaz de volver loco al hombre de cerebro más equilibrado. Primero, fue la estatuilla de metal dorado cuyo extraordinario poder causó la teleportación de sus cuerpos en un fantasmal e inconcebible viaje a través del espacio-tiempo, la fabulosa cuarta dimensión que todos los científicos terrestres soñaban obtener, llevando como gentil compañera a la aterrada Melinda Kingman. Después, el escalofriante despertar en la jungla y los violentos avatares del pantano poblado por chapoteantes monstruos prehistóricos.
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cosmoville (libro)
Muchos han oído hablar de Cosmoville, la maravillosa superciudad creada, puesta en órbita espacial y habitada por el hombre; pero son realmente muy pocos, excepto sus pobladores, los que hasta la fecha han tenido la venturosa ocasión de contemplarla. Ello solo es posible desde Marte, y únicamente en circunstancias favorables, empleando el completísimo cosmo-observatorio que ocupa la tercera parte de Deimos, su luna más lejana.Joe Bennet es el seudónimo de José Luis Benet Sanchís. De origen valenciano, nacido en 1928 publicó más de veinte novelas en la colección Luchadores del Espacio
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el astro prohibido (libro)
La potente cohetonave acababa de cruzar a veinte espaciomillas de distancia de la brillantísima Sirio, en la constelación del Can Mayor. El espacio negro, impenetrable, se veía punteado por la maravilla extraordinaria de los astros celestes que pueblan la Galaxia. Sandro Warren, que permanecía muy atento a los mandos direccionales de la cohetonave, repitiose mentalmente que -pese a su veteranía- siempre encerraba algo de brujo cada viaje sideral de inspección a través de la zona asignada del Sistema Solar.Joe Bennet es el seudónimo de José Luis Benet Sanchís. De origen valenciano, nacido en 1928 publicó más de veinte novelas en la colección Luchadores del Espacio
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el doble fatal (libro)
El ser humano es morboso por naturaleza, y los procesos sensacionalistas atraen la curiosidad de la gente con una especie de irresistible fascinación que nadie se preocupa en contrarrestar. Le seduce la crítica, la maledicencia, los escándalos de todo tipo. Le satisface ver a un semejante en apuros -y aunque en la mayoría de los casos tiende su mano para sacarlo del atolladero en el momento crítico- siente una extraña atracción por cuanto signifique retruécano y laberinto.Joe Bennet es el seudónimo de José Luis Benet Sanchís. De origen valenciano, nacido en 1928 publicó más de veinte novelas en la colección Luchadores del Espacio
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entre marte y júpiter (libro)
Mi nombre es Ray Anderson. He nacido en la Tierra, más concretamente en la parte septentrional del Continente Norteamericano, desde hace varios siglos Primer Gobierno de la Federación Terráquea. No soy ni un político, ni un hombre de ciencia ni, siquiera, un escritor cuya brillantez literaria autorice a emitir juicios certeros a través de sus libros. He cursado la carrera de Medicina y me doctoré hace unos seis años. Así pues, debo confesar, de buenas a primeras, que mi humilde condición de médico sólo me autoriza a tratar de temas relacionados con la profesión que practico. He oído decir a veces que la Medicina es, más que un oficio, un sagrado sacerdocio. Los doctores vivimos consagrados a mitigar las dolencias del género humano y esto forma el triángulo equilátero que define nuestros juramentos profesionales, el espíritu de sacrificio necesario para el noble desempeño de la misión y el desinterés que debe guiarnos en cada una de nuestras acciones.
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episodio en argelia (libro)
Vicent Concord dispuso su numeroso equipaje, otorgó plenos poderes a sus administradores y dejó en manos de éstos la continuidad de los negocios, pretextando que su esposa necesitaba una cura de reposo en la patria y su hija parecía cansada de la monótona vida marroquí. No empleó la palabra «monótona», desde luego, porque hacerlo hubiese equivalido a suscitar apagadas risitas. Pero dejó bien sentado —o al menos intentó dejarlo— que si abandonaba Argel no era a causa de los trágicos disturbios, sino porque el mes de diciembre convenía a sus propósitos de iniciar unas vacaciones, saludar a viejos conocidos del continente y disfrutar de la Pascua en París.
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fymo, nuevo mundo (libro)
Estaba anocheciendo, lo cual no dejaba de tener su atractivo para el numeroso personal terrestre que cumplía el servicio en la espaciosa Base Lunar. A pesar de los años transcurridos y del fantástico progreso científico a que los humanos habían llegado en casi sus ilimitados avances, la influencia diurna y nocturna era algo que seguía arraigando en sus psicologías y les obligaba a sentirse como en casa cuando, al fin, caía la noche. Fue ésta una de las circunstancias que más decisivamente influyeron en la adaptabilidad de los hombres que colonizaron el plateado satélite de la Tierra. En su mundo, tras el ciclo común de 24 horas, el Sol iluminaba la superficie y se ocultaba en el horizonte, dejándoles la sombra en contraste con la dorada claridad solar.
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la diosa de venusio (libro)
Dicen que era un platillo volante. Realmente, nadie pondría las manos en el fuego en este sentido. Ni siquiera dio tiempo a disparar los «flash» periodísticos para conservar una fotografía de recuerdo. Ocurrió todo de forma cegadora y fulmínea. Un vértigo que duró solo lo justo para que Russ Caldwell, el granjero, lo viese llamear en el cielo, diera la voz de alarma y se armasen las ulteriores tremolinas de comentarios fantásticos. El tal Russ Caldwell poseía una pequeña granja de labor cerca de Deadwood, en South Dakota. Cuando vio la «llama» que cruzaba el cielo -así la designó en la comisaría- iba hacia la ciudad para renovar su provisión de semillas. Viajaba en un brincante «jeep» de tipo rural, a buena velocidad porque la carretera se hallaba desierta.
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la espacionave del terror (libro)
La frialdad extrapolar del agua le penetraba hasta los huesos, traspasándolos, no obstante la protección del equipo subacuático que cubría su cuerpo. La llave del termorregulador se hallaba al máximo; pero algo debía haberle sucedido al sistema -algo estúpidamente entorpecedor- porque no irradiaba el suficiente poder calorífico para evitar la rigidez que se apoderaba de sus ateridos miembros. Por fortuna -¡gracias a Dios!- había llegado a la superficie y emergió la cabeza cubierta por la escafandra con cautelosa y a la par ávida ansiedad. ¡Superficie al fin! Casi resultaba una bendición tras las negruras e inmensidades líquidas del submar de Phoebe, el lejano y frigidísimo satélite de Saturno.
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la hierba del cielo (libro)
Puede que oigan ustedes incontables versiones sobre el famoso misterio espacial que comenzó al regresar de un vuelo por las zonas superiores de la Exosfera. Se ha hablado y escrito muchísimo sobre ello. La diferencia básica entre mi versión de los hechos y las restantes que circulan consiste en que yo -sólo yo- puedo contarles... 'la verdadera'.Joe Bennet es el seudónimo de José Luis Benet Sanchís. De origen valenciano, nacido en 1928 publicó más de veinte novelas en la colección Luchadores del Espacio
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la justicia fue a pioche (libro)
La habitación del Rifle Hotel, que Cliff Meeker ocupaba desde unos veinte días antes en Winnemuca (Nevada), era pequeña, poco amueblada y carente por completo de adornos; pero, en cambio, poseía la ventaja de ser económica. Desde su única y estrecha ventana podía contemplarse la calle, bastante concurrida al atardecer, y Cliff gustaba de acodarse en el alféizar a tales horas, entre otras razones porque aquello le permitía observar el movimiento de clientes en el Buena Suerte Saloon, campo central de sus operaciones.
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la ley de los ferguson (libro)
Conocí al viejo Millen con motivo de una fiesta ganadera y congenié rápidamente con él. Debo admitir, no obstante, que el conocimiento no fue casual ni fortuito. Sabía perfectamente de quién se trataba aun antes de que me hubiese presentado y, por lo tanto, busqué la ocasión propicia para conocerle más a fondo. No tardó mucho en presentarse esta misma ocasión, dado el carácter típicamente vaquero de la fiesta. TERMINA EN EL PROXIMO NÚMERO
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la nave de plata (libro)
Tras la Era Atómica vino la Interplanetaria. El Hombre -audaz y curioso insaciable- construyó sus naves del espacio, aprendió a romper las cadenas que lo aferraban a la Tierra y viajó por las zonas interestelares hacia otros mundos de su Sistema Solar. Al principio fueron balbuceos, pasos torpes de niño. Luna, Marte, Venus... Luego, caminó con firmeza.Joe Bennet es el seudónimo de José Luis Benet Sanchís. De origen valenciano, nacido en 1928 publicó más de veinte novelas en la colección Luchadores del Espacio
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la onda invencible (libro)
Luchadores del Espacio 169 - Joe Bennett. José Luis Benet Sanchís plantea una humanidad que, imbuida de la soberbia de Prometeo, no duda en acometer acciones que habrían de acarrear consecuencias dramáticas para otros habitantes del universo, el autor insiste mucho en que no estamos solos en el cosmos, sólo neutralizadas por la intervención de seres superiores que se encargarán de poner orden impidiendo que tan imprudentes iniciativas sean llevadas a cabo.
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los aventureros de júpiter (libro)
(Segunda parte de 'LA NAVE DE PLATA') La astronave plateada y gigante, despidiendo vívidos centelleos de luz cual una estrella más, acababa de cruzar la línea imaginaria que constituía frontera entre el espacio negro y la zona cósmica de Júpiter propiamente dicha. El velocísimo viaje interestelar desde el Grupo de Hilda -los seis planetoides ricos en minerales y perdidos en el último extremo del Reino de los Enanos- tocaba a su fin.Joe Bennet es el seudónimo de José Luis Benet Sanchís. De origen valenciano, nacido en 1928 publicó más de veinte novelas en la colección Luchadores del Espacio
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motín robótico (libro)
El cargo de asesor técnico en la Fábrica Nacional de Espacio-cohetería producía suficientes quebraderos de cabeza como para dejarse invadir, a veces, por un mal humor de todos los diablos. Walter Trimmer llevaba disfrutando del cargo dos años seguidos, y podía decirse de él que conoció épocas de abatimiento, de irritación y de frenesí casi constante.Joe Bennet es el seudónimo de José Luis Benet Sanchís. De origen valenciano, nacido en 1928 publicó más de veinte novelas en la colección Luchadores del Espacio
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náufragos del universo (libro)
Había muerto Koassis, la atormentada criaturilla de las estrellas. La radiactividad fue la causa del fatal desenlace y todos mis esfuerzos profesionales para impedir la tragedia se estrellaron contra un organismo corroído ferozmente y ulcerado por las quemaduras atómicas. Luchó con denuedo en su agonía para revelarme los enigmáticos peligros que aguardaban a Isótom 81 nada más se produjese el fallecimiento. Yo recordaba perfectamente sus últimas palabras, musitadas entre estertores preletales que todavía dificultaban más su torpe pronunciación del idioma terrícola. Cuando Marcia y yo abandonamos la habitación en cuyo lecho yacía durmiendo el eterno sueño de la muerte, para dirigirnos a mi despacho particular a fin de comunicar al profesor Harring lo ocurrido, no cesaba de darles vueltas en la mente.
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regresaron dos muertos (libro)
Podría empezar este relato hablando de mí. Nadie me lo impediría y, por otra parte, yo tuve una participación bastante destacada en los acontecimientos. Pero no voy a hacerlo. Quiero, ante todo, decirles algo sobre el doctor Gerhard von Boutcher, ese hombre realmente sabio al que debemos el descubrimiento del isotocom, el carburante para cohetes capaz de revolucionar la trepidante Era Interplanetaria que ahora vivimos.Joe Bennet es el seudónimo de José Luis Benet Sanchís. De origen valenciano, nacido en 1928 publicó más de veinte novelas en la colección Luchadores del Espacio
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rio sucio (libro)
Los cuatro jinetes cubiertos de polvo y rendidos por la fatiga que cabalgaban en dirección Oeste al valle sabían aquello… y algo más. Altus Deer no sólo era rico, fuerte y ambicioso; era, también, el dueño y señor de Goodnight, el pueblo más importante de la región. Había invertido buena parte de su capital en las empresas de transporte, almacenes generales y tabernas. Su pálida mano andaba metida en cuantos negocios ofrecían posibilidades de lucro. Nadie tomaba un acuerdo sin antes consultar previamente a Altus Deer.
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se llamaba ringo (libro)
En el año 1870 el negocio ganadero se hallaba en pleno auge. Manadas y más manadas de reses llegaban a Kansas procedentes del Sur, territorios casi integrados por vastos pastizales, donde la cría de vacunos fructificaba con facilidad. El Sur tenía carne en abundancia. El Norte y Centro Oeste la necesitaba para abastecer sus mercados. Este problema, que podía definirse también como el mejor negocio después de las estrecheces de la Guerra Civil, hubiese tenido fácil solución a no ser por las grandes distancias. Conducir una manada de levantiscos longhorns desde Tejas, Arizona o Nueva Méjico hasta las ciudades ganaderas de Kansas requería, aparte de una enorme experiencia profesional, voluntad férrea, mano dura y la promesa de un equipo de hombres sin miedo a nada. A nada, porque los peligros, naturales o accidentales, eran tantos que sólo individuos superdotados llegaban a resistirlos favorablemente.Los precios, debidos a la constante alza de las carnes, alcanzaban en el Norte y Este cifras fabulosas. Saliendo de Tejas, pasando mil penalidades y logrando fregar sin grandes quebrantos a Ellsworth, Dodge Cay, Wichita o Topeka, se realizaba el más lucrativo negocio de aquellos tiempos. Una res vendida en San Antonio de Béier valía, cuanto más, cinco a seis dólares. La misma res, conducida a Kansas y entregada a los compradores de Wichita, por ejemplo, rendía de veinte a treinta dólares. Casi no cabía punto de comparación entre las cifras. Pero esto, aparentemente sencillo, entrañaba la gran dificultó, a veces insuperable del transporte, las sendas desconocidas y los increíbles riesgos alzados en el largo trayecto que, por motivo de su origen, fue designado comúnmente como Ruta de Tejas. Muchas manadas sallan del Sur y sólo la mitad conseguían entrar en las llanuras polvorientas de Kansas. Esto lo sabían todos. Los que emprendían el viaje y los que, renunciando a vencer los obstáculos, preferían quedarse en su rancho. Esto lo sabía, también, Ray Thompson, el ganadero que entonces conducía su equipo de vaqueros tejanos hasta la entrada del ancho prado que se extendía ante Wichita. Pero se sentía feliz.
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separación asteroidal (libro)
Tenía los nervios de punta y me mordía los labios a causa de la indescriptible ansiedad que me dominaba. ¡Un segundo de retraso podía ser fatal para el profesor Harring y el planetoide que habitábamos! ¡Acaso ya había sido atacado por la abominable influencia psicopática que amenazaba con volvernos locos a todos! Con las manos crispadas en torno a los mandos del bicohete y la mirada fija en la pantalla de teleexploración, luchaba para extraer la máxima potencia del pequeño aparato destinado a servicios rápidos de urgencia. A mi lado, tan excitada como yo, se hallaba Marcia Randall. Confieso que desde que abandonamos apresuradamente mi despacho del Centro-hospital no le había dedicado la menor atención, porque tenía demasiadas cosas en que ocupar mi cerebro.
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submares de muerte (libro)
Ha llegado a resultar axiomático el hecho de que hasta los secretos mejor guardados se descubren tarde o temprano. La nequicia en el ser humano recorre toda la babilónica escala de clasificaciones y, de fijo, no deja parangón posible para equipararla con la tan cacareada maldad de las criaturas de otros mundos habitados. Dígase lo que más guste, el hombre -aunque adornado con indiscutibles virtudes- es el más perverso de los seres. Precisamente, y en materia de secretos, debía implantarse un régimen punitivo que escarmentase de una vez para siempre a los violadores. Sin embargo, desde que el mundo es mundo -y en él impera el despreciable dinero- no existen prácticamente secretos que puedan tildarse de desconocidos para esa prolífera legión de indeseables que se dedican a descubrirlos, utilizando los resortes de mil maneras innobles, para hacer uso de ellos, no sólo indebido, sino lamentablemente nefasto.
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tierra de enigmas (libro)
Aun desde aquella altura el monstruo ofrecía un aspecto trágicamente amenazador. Sandro acababa de dar la orden de ataque al llegar a los cien metros y una vez arriba, dando un manotazo a la palanca, se dirigió en un picado casi rectilíneo sobre él. Clifford y Morgenston, que no iban provistos de los eficaces fusiles anestésicos, abrieron dos alas en abanico al derivar hacia los costados. El teniente Falk se zambulló inmediatamente detrás de Sandro y los seis soldados que componían el pelotón zumbaron hacia abajo en un avispeo que la estela de gases de los cohetes convertía en alucinante. Parecían furibundos halcones humanos embistiendo temerariamente contra una jirafa cuyas patas hubiesen sido acortadas por un capricho de la Naturaleza.
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vacío siniestro (libro)
Al fin habían logrado localizar al enigmático ser que durante tanto tiempo mantuvo en vilo a los cinco tripulantes de la espacionave. Nunca consiguieron verle y por ello, a causa del misterio, llegó a trastornarles tan profundamente que entre ellos nació la enemistad, la desconfianza y el temor. Pero el temor fue lo peor de todo, lo más nefasto. Acabó agarrotándoles física y moralmente. En el espacio interestelar, surcando la ruta emprendida en la Base que la COMPAÑÍA MINERA PLANETAL tenía establecida en Ganímedes -el frígido satélite de Júpiter, cualquier amenaza es siempre tenebrosa.Joe Bennet es el seudónimo de José Luis Benet Sanchís. De origen valenciano, nacido en 1928 publicó más de veinte novelas en la colección Luchadores del Espacio
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valle ataúd (libro)
El pueblo se llamaba Horca Grande y eran muy pocas las personas al Sur de Tejas en 1893 que desconociesen su existencia y el macabro origen de aquel nombre. En realidad, Horca Grande jamás fue un lugar pacífico. Todo lo contrario. La pólvora se derrochó pródigamente desde que las primeras casas de madera cruda comenzaron a levantarse en lo que de momento era aldea, luego sería pueblo y, al fin, apenas veinte años después, una ciudad de importancia en el Condado. El bandidaje y la delincuencia alcanzaron tal auge que las armerías se convirtieron en el negocio más floreciente de Horca Grande. Y esto, en verdad, era sólo el principio. Su historia podía describirse citando guerra». La gente se mató sin piedad por defender los pastos y el ganado. Volvió a matarse poco después cuando el agua escaseó y el río dejó de traer la necesaria hasta Valle Ataúd. Al fin, alguien más inteligente que los demás, demostró que esta falta podía suplirse perforando la tierra y abriendo pozos. Pero ni siquiera entonces acabaron las guerras, porque, cuando la paz parecía llegada al territorio, los Davidson y los Barton empezaron a perseguirse a tiros por las calles y el odio se agigantó hasta convertirse en terrible epidemia.
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¡ha muerto la tierra! (libro)
La aterradora catástrofe ocurrió mucho antes de lo que todos esperaban. En realidad, nadie tenía derecho a sorprenderse, porque el profesor Varis, un neerlandés famoso en el planeta, lo pronosticó con 48 horas de anticipación. Pero era tan irreal lo que aquel terrestre decía, tan fantástico y fuera de lugar, que apenas si se dignaron escucharle sin estallar en burlonas carcajadas. Joe Bennet es el seudónimo de José Luis Benet Sanchís. De origen valenciano, nacido en 1928 publicó más de veinte novelas en la colección Luchadores del Espacio
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