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Literatura de léon bloy
cuentos descorteses (libro)
Léon Bloy, coleccionista de odios, no excluyó de su amplio museo a la burguesía francesa. La ennegreció con lóbregas tintas que justifican el recuerdo de los sueños de Quevedo
cuentos feroces (libro)
En «Cuentos feroces», Léon Bloy recoge, literariamente reelaborados, episodios crueles hasta el límite vividos u oídos en la guerra francoprusiana (1870-1871), en la que el aut
de un experto en demoliciones (libro)
Este libro supone la primera prueba de cómo Léon Bloy adquirió su fama como «verdugo de la literatura contemporánea». En este temprano panorama crítico, que marcó su salida a l
en tinieblas (libro)
«En tinieblas», última y póstuma obra del escritor Léon Bloy, constituye el amargo diario espiritual de las postrimerías del más encendido místico moderno. Escrita en 1917, año
exégesis de los lugares comunes (libro)
Poeta místico encerrado en la sempiterna contemplación de las armonías invisibles y su criptografía, despiadado polemista (entre la delicadeza y la furia), antimoderno (en el s
la mujer pobre (libro)
«Mi cólera es la efervescencia de mi piedad», escribió alguna vez Léon Bloy. Cólera y piedad abundan en las páginas de «La mujer pobre», segunda de las dos únicas novelas que n
cuentos descorteses (libro)
Léon Bloy, coleccionista de odios, no excluyó de su amplio museo a la burguesía francesa. La ennegreció con lóbregas tintas que justifican el recuerdo de los sueños de Quevedo y de Goya. No siempre se limitó a ser un terrorista; uno de sus más curiosos relatos “Les captivs de Longjumeau” prefigura asimismo a Kafka. El argumento puede ser de este último; el modo feroz de tratarlo es privativo de Bloy. (…) Nuestro tiempo ha inventado la locución “humor negro”; nadie lo ha logrado hasta ahora con la eficacia y la riqueza verbal de Léon Bloy. Jorge Luis Borges
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cuentos feroces (libro)
En «Cuentos feroces», Léon Bloy recoge, literariamente reelaborados, episodios crueles hasta el límite vividos u oídos en la guerra francoprusiana (1870-1871), en la que el autor combatió como voluntario del Ejército del Loira. Para Bloy, la guerra no es una maldición, sino un principio de liberación, una repetición del Armagedón del Apocalipsis que, al precipitar la historia, traerá necesariamente la consumación de los tiempos y el anhelado Reino de Dios. Pero más allá de la materia bélica, omnipresente, todos los cuentos de esta selección están presididos por las obsesiones de Bloy, que otros, que él mismo, llamaba fe: la interpretación en clave sobrenatural de sucesos históricos, la convicción religiosa inconmovible, la diatriba virulenta, el ejercicio fanático del nacionalismo francés, el tono profético, de dureza extrema, el desprecio absoluto por lo burgués, identificado con lo demoníaco, etc.
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de un experto en demoliciones (libro)
Este libro supone la primera prueba de cómo Léon Bloy adquirió su fama como «verdugo de la literatura contemporánea». En este temprano panorama crítico, que marcó su salida a la palestra literaria parisina, y una auténtica demolición de la misma, Bloy alimenta ya la propia leyenda de crítico intolerante, panfletario, dado al vituperio y «especialista de la injuria» que diría Borges. Entre sus derribos: Hugo, Zola, Renan, Mendès, Dumas padre, Jules Vallès, Richepin, el pintor Willette, el papa León XIII (entre sus «favoritos» siempre) y una caterva de personajes hoy de segundo orden, pero entonces lo suficientemente notables como para ejercer un silencioso castigo a semejante «niño terrible». La única tabla de salvación a ese triste sino de escritor abandonado, silenciado por la crítica, será precisamente su enorme talento literario, del que este libro es un botón de muestra, y por el que hoy es considerado entre los mejores prosistas de Francia. «De un experto en demoliciones», publicado originalmente en 1884, reúne las colaboraciones de Léon Bloy en «Le Chat Noir», órgano artístico y literario del famoso «cabaret» homónimo, el «Gato Negro», símbolo del París modernista de finales del siglo XIX. Bloy, conocido ya por su catolicismo intolerante y su talante radicalmente antimoderno, era entonces capaz de convivir «en la más ecléctica de las redacciones» y en los ambientes de la vanguardia artística más radical, junto a sus colegas hydropatas, hirsutos o fumistas. De hecho, serán éstos los que se salven de la particular quema de este libro, «siempre y cuando no me toquen las narices».
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en tinieblas (libro)
«En tinieblas», última y póstuma obra del escritor Léon Bloy, constituye el amargo diario espiritual de las postrimerías del más encendido místico moderno. Escrita en 1917, año en que todavía resuenan los cañones de la Primera Guerra Mundial, «En tinieblas» es la crónica de un mundo en descomposición y del reflejo que esa universal podredumbre va dejando en el alma, espejo de enigmas, del más enconado de los testigos de cargo. Ensayo perturbador, a lo largo de sus páginas se acotan y enriquecen los grandes conceptos, las «palabras mayores», que han jalonado el itinerario del ser humano en pos de lo Absoluto: la fe, la muerte, el dolor, la guerra, la pobreza, la insatisfacción permanente, la trascendencia. Para Léon Bloy, la ceguera es la metáfora cabal del mundo. Las tinieblas exteriores son la contrapartida de la ceguera congénita, la universal ceguera, que aflige a los hombres. El ciego, en su interpretación, se erige así en símbolo de linaje humano, que en su máxima expresión, el ciego de nacimiento del Evangelio, es la imagen invertida de Jesucristo vista en el espejo enigmático de san Pablo.
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exégesis de los lugares comunes (libro)
Poeta místico encerrado en la sempiterna contemplación de las armonías invisibles y su criptografía, despiadado polemista (entre la delicadeza y la furia), antimoderno (en el sentido que le da Antoine Compagnon) y profundamente antiburgués, Léon Bloy empezó a escribir en 1900 esta Exégesis de los lugares comunes, que continuó en 1913 con una segunda entrega. Su objetivo final era retratar a «los imbéciles, lamentables y definitivamente idiotas de este siglo». De lectura feliz, singularmente rotundo e invectivo, el libro diseca una colección de frases hechas que atestiguan tanto su vaciedad estricta como la de quien las formula. Un retrato inmisericorde hecho por quienen palabras de Remy de Gourmontfue uno de los mejores creadores de imágenes que haya dado el mundo.
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la mujer pobre (libro)
«Mi cólera es la efervescencia de mi piedad», escribió alguna vez Léon Bloy. Cólera y piedad abundan en las páginas de «La mujer pobre», segunda de las dos únicas novelas que nos dejó. El estilo es el característico de todas las obras del autor: las palabras muerden, se retuercen, crepitan; las frases, con sus contorsiones abruptas, recuerdan el verso de Racine: «sa croupe se recourbe en replis tortueux». Como el mismo Bloy se encarga de puntualizarlo en una de las páginas del libro: «sólo un estilo lleno de tumulto puede conferir a las ideas una “amplitud prodigiosa” y dar cuenta con exactitud del “violento color” de un escritor». Nada más adecuado: tumulto, anatemas, verbo en constante ebullición; pero, construido con esos materiales desmesurados, cada capítulo esplende como un áspero poema en prosa. Cólera y piedad en ambos sentidos de esta última palabra. Novela de inspiración religiosa, «La mujer pobre» es la obra de un profeta ígneo que maneja el lenguaje con un virtuosismo que hace palidecer el de Céline; hagiografía desconcertante y perturbadora surcada por livideces de Grünewald y horrores salidos del infierno de Hyeronimus Bosch. En el centro de esa hagiografía se yergue la figura prístina de Clotilde, personaje de una pureza absoluta tan improbable en nuestra época como lo era ya, sin duda, en la del autor. Bien podemos preguntarnos por qué tendríamos que leer, nosotros, hijos de tiempos abiertos a todas las libertades y a todos los relativismos, las páginas de un escritor que no vacila en descargar sobre nuestras cabezas, a la manera de mazazos, certezas inconmovibles. En la pregunta está la respuesta. Léon Bloy, nuestro «extemporáneo» capital.
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