Literatura de nora gambel
elisa vive (libro)
Hay muchos tipos de relaciones. Algunas se convierten en cárceles de las que no sabemos escapar. Elisa siente que su vida pende de un hilo, y el miedo lo tiñe todo. Pero el ver
elisa vive (relato)
Un tiempo después… Han pasado varios meses desde que Elisa y Raúl, nerviosos como si fuera la primera cita de su vida, igual que quinceañeros enamorados, se encontraran en la c
la mujer de otro (libro)
Una sola decisión puede desencadenar la mayor catástrofe a la que nunca antes haya tenido que enfrentarme. El deseo, la lujuria y un poco de alcohol serán los atenuantes para q
elisa vive (libro)
Hay muchos tipos de relaciones. Algunas se convierten en cárceles de las que no sabemos escapar. Elisa siente que su vida pende de un hilo, y el miedo lo tiñe todo. Pero el verdadero amor puede romper las cadenas más fuertes y ayudarte a salir del peor infierno.
elisa vive (relato)
Un tiempo después…
Han pasado varios meses desde que Elisa y Raúl, nerviosos como si fuera la primera cita de su vida, igual que quinceañeros enamorados, se encontraran en la cafetería. Él no sabía si ofrecerle una silla o sentarse sin más. Si debía pagar la cuenta o parecería machista por encargarse de todo.
Ella, ante el espejo se preguntaba si debía parecer que se arreglaba para su cita o ponerse unos vaqueros y una camiseta, como era habitual. Pero cuando se miraron por primera vez y Elisa agachó su cabeza avergonzada escondiendo una sonrisa que solo era para él, ambos supieron que no era necesario fingir ser otras personas. Ella no era la mujer fatal de esa mañana pero él la amaba con todas sus fuerzas, aunque fuera frágil e inocente a pesar de la dureza con que había sido tratada por aquel canalla. Y para Elisa, Raúl le había devuelto la ilusión, las ganas. Había conseguido en ella la fortaleza como para interponer una denuncia y no acceder a las súplicas de Luis.
Tras meses de cafés a solas, cenas en las que ambos se han ido conociendo a la perfección y él se anima a bromear y a hacer el ridículo para escuchar sus carcajadas, que le parecen el sonido ambiental más bonito del mundo, Elisa se siente lista. Su terapeuta le ha dado el visto bueno y ella ha soñado muchas veces con estar entre los brazos de Raúl.
Esta noche para él no tiene nada de especial, pero sí es su bálsamo para aguantar cualquier contratiempo y mal día en el trabajo el hecho de verla, charlar con ella y tenerla cerca del modo que sea. Dan un largo paseo que ninguno quiere que termine, cogidos de la mano, hablando de cualquier cosa que alargue la despedida y ambos sueñan con el futuro que pueda haber por delante para ellos, pero el tiempo no se detiene a pesar de que lo deseemos y frente a la casa de la madre de Elisa se funden en un beso apasionado. Raúl la sujeta por la cintura ciñéndola a su cuerpo con pasión y ella no se resiste, por el contrario disfruta de sus labios suaves, del beso posesivo que él le ofrece.
—¿Cuándo volveré a verte? —Quiere saber él entristecido porque su madre está muy enferma y cada vez tienen menos tiempo para dedicarse.
Elisa lo coge de la mano con cariño y una sonrisa enorme que no puede disimular.
—Quédate esta noche.
“Elisa, recuerda que Raúl es otra persona diferente. No tienes que temer ni rememorar tus experiencias pasadas”, recuerda que la psicóloga le ha dicho esa misma tarde. Y ella intenta dejarse llevar y solo tener los ojos bien abiertos para que su cabeza no vuele a la tragedia. Enreda sus dedos entre el cabello oscuro de Raúl y él mirándole a los ojos, le dice:
—No tienes que hacerlo, puedo esperar lo que sea necesario, princesa.
La única respuesta que le da es colocar sobre su boca el dedo índice de su mano para callarlo. Abre la puerta de su casa y con él agarrado a su cintura camina hasta su habitación. Pequeña, humilde y con pocos adornos. Todo indica que no se ha sentido con ánimos y habla del largo tiempo que ella ha estado fuera.
Elisa se sienta en la cama y golpeando el colchón con la palma de su mano le invita a acompañarla. Raúl besa sus labios con ansiedad, está hambriento de ella desde hace tanto y a pesar de sus deseos sabe que no puede estropear el momento, para ella es importante y él haría lo que fuera por borrar las huellas de su pasado.
Sus dedos se pierden por el cuello de la chica lentamente, mientras le va prodigando por su oreja mordiscos suaves que le provocan suspiros y logran que se estremezca entera. Con sus dedos desliza los tirantes de su vestido, al mismo tiempo que reparte caricias por su cuello, clavícula y hombros. En pocos segundos la ropa cae al suelo y ella apenas se ha dado cuenta, perdida entre el deseo y los interminables besos que se apoderan de cada recoveco de su piel. Le permite a Raúl apoderarse de los gemidos que mueren en cada beso que él le roba y ella consiente deseando que no se separe nunca.
Se siente más mujer y ha descubierto que por cada bofetada él le va a devolver muchas más caricias, por cada insulto el destino le ha devuelto a la persona que los borre con halagos y promesas de amor. Y se abandona por completo a sus ganas de sentirse suya, pero no de su propiedad. Ella es una mujer libre, libre de amar y ser amada. Con la fuerza suficiente para tomar sus decisiones y dejar que otro hombre bueno le haga vibrar y alcanzar el éxtasis.
Se alegra en especial de haber vuelto de la oscuridad. Porque antes estaba muerta en vida y ahora; Elisa vive.
Han pasado varios meses desde que Elisa y Raúl, nerviosos como si fuera la primera cita de su vida, igual que quinceañeros enamorados, se encontraran en la cafetería. Él no sabía si ofrecerle una silla o sentarse sin más. Si debía pagar la cuenta o parecería machista por encargarse de todo.
Ella, ante el espejo se preguntaba si debía parecer que se arreglaba para su cita o ponerse unos vaqueros y una camiseta, como era habitual. Pero cuando se miraron por primera vez y Elisa agachó su cabeza avergonzada escondiendo una sonrisa que solo era para él, ambos supieron que no era necesario fingir ser otras personas. Ella no era la mujer fatal de esa mañana pero él la amaba con todas sus fuerzas, aunque fuera frágil e inocente a pesar de la dureza con que había sido tratada por aquel canalla. Y para Elisa, Raúl le había devuelto la ilusión, las ganas. Había conseguido en ella la fortaleza como para interponer una denuncia y no acceder a las súplicas de Luis.
Tras meses de cafés a solas, cenas en las que ambos se han ido conociendo a la perfección y él se anima a bromear y a hacer el ridículo para escuchar sus carcajadas, que le parecen el sonido ambiental más bonito del mundo, Elisa se siente lista. Su terapeuta le ha dado el visto bueno y ella ha soñado muchas veces con estar entre los brazos de Raúl.
Esta noche para él no tiene nada de especial, pero sí es su bálsamo para aguantar cualquier contratiempo y mal día en el trabajo el hecho de verla, charlar con ella y tenerla cerca del modo que sea. Dan un largo paseo que ninguno quiere que termine, cogidos de la mano, hablando de cualquier cosa que alargue la despedida y ambos sueñan con el futuro que pueda haber por delante para ellos, pero el tiempo no se detiene a pesar de que lo deseemos y frente a la casa de la madre de Elisa se funden en un beso apasionado. Raúl la sujeta por la cintura ciñéndola a su cuerpo con pasión y ella no se resiste, por el contrario disfruta de sus labios suaves, del beso posesivo que él le ofrece.
—¿Cuándo volveré a verte? —Quiere saber él entristecido porque su madre está muy enferma y cada vez tienen menos tiempo para dedicarse.
Elisa lo coge de la mano con cariño y una sonrisa enorme que no puede disimular.
—Quédate esta noche.
“Elisa, recuerda que Raúl es otra persona diferente. No tienes que temer ni rememorar tus experiencias pasadas”, recuerda que la psicóloga le ha dicho esa misma tarde. Y ella intenta dejarse llevar y solo tener los ojos bien abiertos para que su cabeza no vuele a la tragedia. Enreda sus dedos entre el cabello oscuro de Raúl y él mirándole a los ojos, le dice:
—No tienes que hacerlo, puedo esperar lo que sea necesario, princesa.
La única respuesta que le da es colocar sobre su boca el dedo índice de su mano para callarlo. Abre la puerta de su casa y con él agarrado a su cintura camina hasta su habitación. Pequeña, humilde y con pocos adornos. Todo indica que no se ha sentido con ánimos y habla del largo tiempo que ella ha estado fuera.
Elisa se sienta en la cama y golpeando el colchón con la palma de su mano le invita a acompañarla. Raúl besa sus labios con ansiedad, está hambriento de ella desde hace tanto y a pesar de sus deseos sabe que no puede estropear el momento, para ella es importante y él haría lo que fuera por borrar las huellas de su pasado.
Sus dedos se pierden por el cuello de la chica lentamente, mientras le va prodigando por su oreja mordiscos suaves que le provocan suspiros y logran que se estremezca entera. Con sus dedos desliza los tirantes de su vestido, al mismo tiempo que reparte caricias por su cuello, clavícula y hombros. En pocos segundos la ropa cae al suelo y ella apenas se ha dado cuenta, perdida entre el deseo y los interminables besos que se apoderan de cada recoveco de su piel. Le permite a Raúl apoderarse de los gemidos que mueren en cada beso que él le roba y ella consiente deseando que no se separe nunca.
Se siente más mujer y ha descubierto que por cada bofetada él le va a devolver muchas más caricias, por cada insulto el destino le ha devuelto a la persona que los borre con halagos y promesas de amor. Y se abandona por completo a sus ganas de sentirse suya, pero no de su propiedad. Ella es una mujer libre, libre de amar y ser amada. Con la fuerza suficiente para tomar sus decisiones y dejar que otro hombre bueno le haga vibrar y alcanzar el éxtasis.
Se alegra en especial de haber vuelto de la oscuridad. Porque antes estaba muerta en vida y ahora; Elisa vive.
la mujer de otro (libro)
Una sola decisión puede desencadenar la mayor catástrofe a la que nunca antes haya tenido que enfrentarme. El deseo, la lujuria y un poco de alcohol serán los atenuantes para que mi existencia se convierta en un viaje peligroso y sin salida. Hay secretos que jamás deberían salir a la luz. Mentiras que preferiríamos no poner al descubierto y traiciones imperdonables, En el trayecto por descubrir todo todo cuanto me rodea, y qué papel juega cada persona en mi vida, sortearé obstáculos sin permitirme la derrota. Cuando nada es lo que parece, todos tienen un interés oculto y solo cuentas con la verdad como baza, una carrera a contrarreloj es tu única opción. Vencer tus miedos y no fiarte de nadie es lo único que puede servirte. ¿Me acompañas? Prometo compartir mi secreto.