Año 2015. Tras varios años adscrito al Centro Nacional de Inteligencia, Rafael Perteguer ha regresado al Cuerpo Nacional de Policía y ha ascendido a Inspector Jefe. Sin embargo las puertas de la Brigada de Homicidios están cerradas para Perteguer tras la jubilación del comisario Velázquez, ya que el nuevo jefe de la brigada, Javier Callahan, ha vetado su regreso a la unidad. Entretanto, en la ciudad de Madrid aparecen tres mujeres muertas por quien parece ser un imitador del asesino de la Dalia Negra, y que juega con la policía dejando junto a los cadáveres un poema de Rosalía de Castro. Una aparente casualidad hará que las investigaciones de los homicidios se crucen con una de las llevadas a cabo por la Comisaría de Distrito de Cervantes, cuyo Grupo de Policía Judicial dirige ahora Perteguer.

El cadáver de una joven estudiante aparece en el campus de una Universidad con una fórmula química grabada en su piel. Esa fórmula, de un compuesto experimental rechazado hace décadas, relaciona el crimen con otro cometido treinta años antes en el mismo campus, llamado por la prensa de entonces «El caso de los químicos» y en el que un estudiante de Ciencias Químicas murió envenenado. Perteguer y su grupo han sido reclutados por una unidad de investigación del Centro Nacional de Inteligencia dirigido por Santalla y la Policía les solicita ayuda al encontrar inexplicables y macabras coincidencias entre ambas muertes.

Un militar retirado aparece ahorcado en su casa de Madrid y bajo su cadáver hallan doce cuartillas en blanco. La Policía Nacional sospecha que no se trata de un simple suicidio al encontrarse con casos similares y que tienen una única coincidencia: una docena de misteriosas cuartillas sin nada escrito en ellas. Entretanto Santalla, un alto cargo del Centro Nacional de Inteligencia, está en la cárcel acusado de un asesinato ocurrido en Elche años atrás. Desesperado y convencido de que tras su encarcelamiento existe una conspiración, pide ayuda a su amigo, el inspector Rafael Perteguer, con el fin de que este inicie de manera extraoficial una investigación paralela que ayude a resolver el asesinato y dar con el verdadero autor. Pero todas las pruebas apuntan a Santalla y Perteguer duda de la inocencia de su antiguo amigo. Con la premura por resolver ambos casos, el policía deberá decidir qué partido debe tomar y asumir que Santalla puede ser el único culpable.

Una serie de desgraciados accidentes en Madrid está llevando a una aseguradora al borde de la quiebra. En los análisis de los siniestros la Policía Científica encuentra un curioso hallazgo: alguien está dejando anónimos en verso tras cada accidente, revelando que son en realidad asesinatos preparados minuciosamente por un fanático de la poesía medieval. Entretanto, Patricia lleva varias semanas sin dar señales de vida y Perteguer no tarda en descubrir que su último trabajo había sido para el departamento de investigación de siniestros de la misma compañía de seguros implicada en los extraños sucesos.

España es el tablero de ajedrez que se disputan las organizaciones de narcotraficantes más poderosas del planeta como una privilegiada puerta a Europa: los clanes que controlan el tráfico de hachís por el Estrecho de Gibraltar comienzan a resultar molestos para los cárteles de la cocaína sudamericanos que trabajan en la península desde los años ochenta. La costa este y las islas mediterráneas parecen rendidas a las drogas de diseño y en Madrid los nuevos jefes de la droga provenientes de Asia comienzan a repartirse el pastel de la heroína y a extender sus tentáculos por ambientes políticos, policiales y judiciales. Una salvaje matanza en la Cañada Real de Madrid urdida por uno de los capos más perseguidos por la justicia, inicia una guerra entre las familias haciendo que las investigaciones de tres policías se crucen dramáticamente en Madrid. Alexia, Inspectora de la Policía Nacional, Mikel, suboficial de la Ertzaintza y Quevedo, un sargento de la Guardia Civil se involucrarán tanto en las investigaciones que pondrán en peligro sus carreras y hasta sus propias vidas.

Dos extrañas muertes sin aparente relación en el centro de Madrid en el año 2000 tienen descolocados a los miembros de la Brigada de Homicidios del Cuerpo Nacional de Policía. El Inspector Rafael Perteguer, recién ascendido, asume el caso con ganas de impresionar a sus superiores pero se topa con una extraña red en torno a una siniestra secta que está siendo investigada por los Servicios Secretos Italianos a petición del Vaticano. Con la aparición en escena de Patricia, una misteriosa y atractiva joven y Cortés y del Estal dos miembros del CNI español, Perteguer descubrirá que no solo la Policía quiere resolver rápidamente estos casos.

El equipo de Perteguer trata de cruzar la frontera del Líbano para llevar a cabo una operación secreta del Centro Nacional de Inteligencia español iniciada meses atrás y que relaciona a un poderoso traficante de armas, antiguo general soviético y miembro del KGB con la búsqueda de unas reliquias muy especiales: los clavos de Cristo. En el camino se cruzará con dos viejos conocidos: de una parte, el oficial del Servicio de Inteligencia Italiano Álvaro Chiesa, y de otra el asesino a sueldo Sandro Salazar, elegante, preciso y con un curioso código de honor. Cualquier desliz en una zona tan tensa como oriente medio puede desencadenar un conflicto bélico a tres bandas, sin embargo al Servicio Secreto español no le queda otra opción que intervenir en el caso. Cuarta de las novelas que componen la serie denominada «Perteguer, Inspector de Homicidios» iniciada por Novela de intriga y continuada con El caso de los químicos y Segundo advenimiento a las que seguirá una quinta, que se publicará a principios de 2015.

El inspector Rafael Perteguer ha regresado al grupo de Homicidios de la Brigada Provincial de Madrid. En el primer caso tras su retorno se enfrenta al misterio de una cabeza cercenada enterrada en un parque frente a un instituto de secundaria. Cuando se descubre que la cabeza pertenece a uno de los profesores y el número de sospechosos empieza a crecer, una cinta de música es encontrada en el lugar del crimen para acabar de desconcertar a los investigadores. El artista es José Luis Rodríguez, El Puma, y la grabación tiene por nombre «Voy a perder la cabeza por tu amor».