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Literatura de ronald peek
no queria morir (libro)
La batalla había terminado. El escuadrón de blindados se hallaba diseminado por la llanura. Cada uno de ellos, lo mismo que un cangrejo negro y chamuscado por el fuego con el c
trampa de pelos (libro)
El avión descendió raudo sobre la carretera, dando la primera pasada. El ametrallador apuntó la línea llena de soldados alemanes. Pulsó el gatillo y la ametralladora comenzó a
no queria morir (libro)
La batalla había terminado. El escuadrón de blindados se hallaba diseminado por la llanura. Cada uno de ellos, lo mismo que un cangrejo negro y chamuscado por el fuego con el caparazón ennegrecido y destrozado. Cada blindado ofrecía una visión particular de las múltiples maneras en que un vehículo tan formidable puede ser destruido. Todos estaban allí, desparramados como manifiesto espectáculo de la derrota. Detenidos, ladeados, volcados lo mismo que si un poderoso tomado se hubiese desatado azotándolos. Todavía, de algunos, se alzaban densos penachos de humo brotados de las torretas. Otros estaban con las «cadenas» sueltas, lo mismo que collares que se hubiesen desprendido de una muñeca o de una garganta de acero. Asimismo, en el terreno, quedaba el testimonio de las víctimas que, a pesar de haber alcanzado a salir de los ataúdes metálicos, se habían derribado a poca distancia, en tierra.
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trampa de pelos (libro)
El avión descendió raudo sobre la carretera, dando la primera pasada. El ametrallador apuntó la línea llena de soldados alemanes. Pulsó el gatillo y la ametralladora comenzó a tabalear furiosamente echando fuego y plomo por el cañón. Los ojos del sargento ametrallador John Birg estaban fijos en la carretera y en la doble línea de infantes que caminaban por cada lado en fila india. Les vio a unos caer alcanzados por las balas y a otros que a tiempo se tiraban a la cuneta.
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