Literatura de salvador novo
antología 1925-1965 (libro)
En el teatro mexicano el papel de Novo es de capital importancia. En la formación de cuadros dramáticos y en llevar obras a escena su intervención es larga y ha sido fructuosa;
las locas, el sexo, los burdeles (libro)
Hubo siempre locas en México. Entre los oficios y dignidades que sus enterados informantes explicaron ante Sahagún, y que el sapientísimo franciscano expone en el Libro X de su
antología 1925-1965 (libro)
En el teatro mexicano el papel de Novo es de capital importancia. En la formación de cuadros dramáticos y en llevar obras a escena su intervención es larga y ha sido fructuosa; antes de los veinticuatro años funda, con Xavier Villaurrutia, el Teatro «Ulises»; cuando es Jefe del Departamento de Teatro del Instituto Nacional de Bellas Artes, organiza y dirige la Escuela de Teatro, crea actores, adapta, traduce, anima. Su actividad de creación estética la divide entre la poesía y el teatro. Como autor dramático su obra es original y valiosa. Ha escrito una docena de piezas, de diversa extensión, de las cuales se han representado más de la mitad. Su teatro es variado, pero predomina en él la crítica social y los temas y personajes que puedan expresar una visión intencionada, maliciosa, a veces satírica del mundo de nuestro tiempo.
las locas, el sexo, los burdeles (libro)
Hubo siempre locas en México. Entre los oficios y dignidades que sus enterados informantes explicaron ante Sahagún, y que el sapientísimo franciscano expone en el Libro X de su Historia, aparecen los «sométicos», y de ellos se dice que «el somético paciente es abominable, nefando y detestable, digno de que hagan burla y se rían las gentes, y el hedor y fealdad de su pecado nefando (es acaso aquí donde aparece por primera vez esta muletilla o frase hecha del “pecado nefando”, que tanto habrá de repetirse —el pecado y su definición o calificación de nefando— a lo largo del virreinato: cada vez que en los documentos se menciona su incidencia, y su castigo) no se puede sufrir, por el asco que da a los hombres; en todo se muestra mujeril o afeminado, en el andar o en el hablar, por todo lo cual merece ser quemado». Parece ocioso recordar que el nombre de «sodomitas» (que los españoles esdrujulizaron «sométicos») es patronímico de los habitantes de la bíblica ciudad pecaminosa de Sodoma, gemela de aquella Gomorra en que las ciudadanas del bello sexo emulaban a los varones del otro bando con dedicarse al aplauso. Sí cabe señalar que desde aquella lejana fecha, el fuego llovió como castigo celestial sobre los ardorosos sodomitas que habían hallado irresistiblemente tirables a los purísimos ángeles destacados, como inspectores de reglamentos, a calibrar la incidencia local del pecado nefando.