Decidida, impulsiva y coqueta, Lucía está en un momento en el que más bien se siente apática e insegura. Una cita absurda será el desencadenante para que aparezca de nuevo la soñadora a la que le apasionan los retos, y él supondrá un gran reto. De la mano de su incondicional Adriana y la dulce Vanesa, se embarcará en una pelea por encontrar el amor sin perderse a sí misma. Pero el destino se encargará de recordarle que no se puede subestimar el poder de la atracción, y que cualquier casualidad puede ser en realidad la señal que siempre ha estado esperando.

Después de un descanso para disfrutar y curar heridas, Lucía vuelve con las ideas muy claras: ella será la única con poder suficiente como para desbaratar su vida de ahí en adelante. Poner en marcha su negocio junto a Vanesa, y que Adriana vea cumplido su sueño de abrir su propio restaurante, serán los objetivos en los que pretenderá concentrar todo su esfuerzo y atención, pero no tardará en descubrir que tratar de dejar atrás el pasado, no logrará hacer que este desaparezca y, por tanto, todo y todos los que un día pretendió olvidar estarán esperándola cuando regrese. Lucía tendrá que enfrentarse a las dudas, al miedo a dejarse llevar, a entregarse por completo, pero cuando decida amar hasta las últimas consecuencias, ninguno de sus temores resultará ni de lejos la sombra de lo que está por llegar.

**Para algunos, las heridas que sangran no son más que un bálsamo para sobrellevar las que están bajo la piel y nunca cicatrizan.** Gael lleva demasiado tiempo huyendo de sí mismo, de esa verdad que todavía no es capaz de afrontar. Pero está agotado de vivir sin rumbo, porque, vaya donde vaya, cada vez es más consciente de que no logrará dejarla atrás. Decidido a avanzar, se aferrará a ese par de manos que saben mucho más que él de cómo salir adelante, con la esperanza de que los nuevos momentos a su lado, la vida que empieza a recuperar, acaben sepultando los viejos recuerdos y el dolor se mitigue. Pero lo peligroso de enterrar una parte de sí mismo es que, cuando acabe saliendo a la luz, quizá haya errores de su pasado que no todos estén dispuestos a perdonar. Tal vez él mismo sea quien no pueda hacerlo.

En ocasiones, hasta la más dulce de las sonrisas esconde heridas que no han logrado sanar. Alex intenta construir una nueva vida dejando atrás un pasado al que le duele regresar. Mientras huye de una parte de él, elevando muros a su alrededor para protegerse de repetir viejos errores, se aferra a la otra como el salvavidas que fue por años. No tardará en comprender que, a veces, la única razón por la que levantamos barreras es para esperar que alguien tenga el valor de derribarlas, de empujarnos a confiar, haciendo que los miedos y las inseguridades acaben cayendo con ellas. Pero cuando todo parece por fin encajar, los fantasmas que creía enterrados reaparecerán poniendo en peligro todo lo que siempre deseó y haciendo más reales que nunca cada una de sus cicatrices.