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Literatura de sasha miles
anhelo salvaje (libro)
Después de la romántica historia de La mirada del lobo, volvemos a Tres Deseos para caer rendidas ante el atractivo de dos cambiantes renegados. El honor de la bestia y Sweet D
atrapada entre tus brazos (libro)
Romance, pasión y ternura reunidos en una serie de índole paranormal y fantástica con toques eróticos que pretende hacer disfrutar al lector. El segundo de tres relatos cortos
canto de sirena (libro)
Romance, pasión y ternura reunidos en una serie de índole paranormal y fantástica con toques eróticos que pretende hacer disfrutar al lector.
canto de sirena (relato)
El salón infernal estaba completamente vacío, a excepción de los dos amigos que discutían sobre la próxima misión. Sabían que se había producido un altercado en las provincias
de camino a tu amor (libro)
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entrégame tu alma (libro)
No pactes, no sucumbas y, sobre todo, no te enamores. Nala Long sabía que nunca debió traspasar la frontera entre lo ilegal y lo legal, sin embargo no había tenido elección. Tr
eternamente mía (libro)
«Cuando el destino te ofrece un regalo, es de mala educación rechazarlo». La guerra entre cambiantes puros y mestizos está en auge. A pesar de la inestable tregua con su manada
la mirada del lobo (libro)
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¿Hasta dónde estarías dispuesto a llegar para liberarte? Hasta el final. Biel pensó que podría vencer al maestro del engaño en su propio campo, pero en cuanto aquellas inquebra
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¿Y si tuvieras que renunciar a todo lo que eres, para lograr aquello que más deseas? Uriel acabó en el Inframundo debido a una mala decisión. Siglos después de condenarse, y so
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«Nunca deseó buscarla, jamás la anheló, pero su mera presencia basta para sanarle el alma y despertar su corazón». Duncan siempre supo que ahí fuera había una mujer para él. Al
un demonio disfrazado de ángel (libro)
Cuando el amor te atrapa, el corazón olvida. Cassandra lleva meses recordando a ese ángel caído que sacudió su misma existencia, cuando tiempo atrás fue reclamada por el mismís
anhelo salvaje (libro)
Después de la romántica historia de La mirada del lobo, volvemos a Tres Deseos para caer rendidas ante el atractivo de dos cambiantes renegados. El honor de la bestia y Sweet Dreams, Hot Days nos relatan las aventuras y desventuras de un león y un oso que se han visto desarraigados de sus familias y respectivas manadas, teniendo que enfrentarse al destino y los depredadores por su propia cuenta y riesgo. Cuando llegan a Tres Deseos para una rápida parada, descubren a esas especiales mujeres que tienen el potencial de convertirse en sus compañeras designadas. Tras intrigas y enfrentamientos con viejas historias, juntos descubrirán algo muy especial que les llevará a los brazos del otro para poder afrontar las viejas penas y ser capaces de abrir sus corazones a un futuro lleno de felicidad. Sumérgete entre las páginas de esta colección y disfruta de dos intensas historias de amor.
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atrapada entre tus brazos (libro)
Romance, pasión y ternura reunidos en una serie de índole paranormal y fantástica con toques eróticos que pretende hacer disfrutar al lector. El segundo de tres relatos cortos que preceden a la serie Algo parecido al amor que estará formada por cuatro libros (novela extensa e independientes entre sí, aunque relacionadas por el mundo en el que se llevarán a cabo, así como aparición de unos personajes en otras). En este caso es un RELATO ERÓTICO aunque no necesariamente el resto lo serán.
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canto de sirena (relato)
El salón infernal estaba completamente vacío, a excepción de los dos amigos que discutían sobre la próxima misión. Sabían que se había producido un altercado en las provincias del norte, en el desierto del eterno suplicio, donde las almas malditas vagaban sin rumbo, con la esperanza de encontrar su salvación. Sin embargo, en el inframundo, nunca nada era tan fácil.
Ambos sabían que, en unas horas, deberían retomar sus respectivas obligaciones; pero por ahora, se conformaban con sentarse, tomar un refrigerio y descansar.
—Espero que el jefe valore lo que estamos haciendo, empiezo a notar los achaques de la edad —dijo el siempre contento y bromista Arock, mientras hacía crujir los huesos de su espalda. Era un ángel caído que, tras una larga eternidad en las tierras infernales, había olvidado hasta el color verdadero del cielo.
Su compañero resopló, lo miró y negó.
—Ese no valora nada, menos desde que encontró a su compañera. ¡Un demonio necesita divertirse! Y este demonio lo único que hace es trabajar y trabajar. Estoy pensando en liderar una revolución...
El otro divertido chasqueó la lengua mientras negaba.
—Lo que tú necesitas es una compañera de cama que te alegre las tristes y frías noches que estamos teniendo últimamente. Podrías tomar una, la Sala del placer está a tu disposición.
—No, gracias. Esas súcubos lo único que hacen es disminuir mis fuerzas. Sin contar que sus atenciones no me producen ninguna satisfacción. Están tan corrompidas y usadas que... Lo que yo necesito es un alma pura, alguien a quien pervertir. —Relamió sus labios, gruñó y aspiró un aroma que sabía no debía estar ahí. ¿Acaso su Señor le había escuchado?—. ¿Hueles lo mismo que yo o estoy soñando?
Su amigo ya se había puesto en pie y escrutaba cada rincón de la inmensa sala con intención de descubrir donde se hallaba la invitada.
—Lo que yo sospecho es que acabas de lanzar una oferta que alguien al otro lado ha decidido aceptar, colega.
El día había sido una auténtica mierda. En realidad, el último año.
Violeta tenía treinta años, un futuro prometedor y estaba completamente sola. Sabía que no era la mujer más bonita del mundo, que su metro sesenta, su pelo y ojos castaños y su busto poco prominente no llamaban precisamente la atención, pero ¿acaso no había justicia divina en el mundo?
Durante toda su vida, desde que tenía conciencia al menos, había deseado enamorarse y ¿qué había conseguido? Un par de relaciones sin sentido, que la habían devastado a nivel emocional y la habían dejado completamente insatisfecha a nivel sexual.
¿Es que solo hay hombres incompetentes en esta galaxia?
Bajó del coche en mitad del campo, se acercó a una encina y le pegó una patada, tratando de deshacerse de su malhumor y frustración. Cuando sintió el dolor recorrerle los dedos de los pies y subir por su tobillo suspiró, se detuvo y se dejó caer sobre el tronco.
Si yo solo quiero a alguien que me haga pasar un buen rato. Algo que cuente. Sexo caliente y desenfrenado con un par de orgasmos. Tres, quizá. ¿Es que eso solo pasa en los libros? ¡Necesito encontrar mi liberación sexual! ¿Me oyes? —gritó asomándose y mirando el cielo—. Si estás ahí arriba... ¡haré cualquier cosa por un buen polvo!
El viento se levantó alborotándole el pelo y haciendo que volaran varias hojas a su alrededor. Eso sin contar que juraría haber escuchado una risa.
Ronca, perversa y muy erótica.
Se frotó los brazos sintiendo frío de pronto, durante un par de minutos. Después, no sintió nada más que la ingravidez seguida de la nada.
Arock y Harr se acercaron al cuerpo de la mujer que había aparecido en medio de la sala. Entre los dos cerraron todas las posibles vías de acceso, no querían invitados.
De alguna manera, alguien les había entregado un delicioso regalo. ¿Lo aprovecharían o lo dejarían pasar?
Los ojos rojos de su compañero estaban fijos sobre el cuerpo de la mujer y su roja lengua recorría los labios con la precisión de un depredador salvaje que sabía exactamente cómo procurar todo lo que aquella pequeña humana estaba pidiendo a gritos.
Supo que la joven no tendría salvación, hecho que le hizo sonreír con aire perverso y complacido, mientras se inclinaba para buscar posibles marcas. Si ella había llegado allí, viva como estaba, se debía a que algún demonio o criatura la había dejado entrar en sus dominios. Si era así, el ser al que perteneciera, la habría reclamado como suya y ninguno de ellos podría ponerle las manos encima; al menos si querían conservar cierta parte de su anatomía.
—No las hay —dijo Harr sin dejar de mirar a la joven. Su cuerpo estaba completamente listo para el sensual ataque—. No tiene dueño. Ella es nuestra.
—¡El viejo Luci ha decidido colaborar! Aunque nunca hace nada sin motivo, quizá sea mejor que la enviemos de vuelta a su lugar de procedencia.
—¿Qué más intención necesita que pagarnos por nuestro esfuerzo? —inquirió Harr, descartando las posibles objeciones de su compañero. El caído a menudo pecaba de tener ramalazos de conciencia y, en ese momento, después de la última jornada, ambos merecían tanto el descanso, como la deliciosa recompensa.
Arock fijó su vista en la mujer sintiendo la propia respuesta física ante la gloriosa contemplación. Sus atractivas alas, negras desde su caída, se extendieron en un acto reflejo a su espalda, haciendo añicos su camisa mientras su erección se erguía dispuesta, en toda su magnitud, para complacer a la inesperada dama.
—¿Nuestra? —preguntó con los ojos azules inyectados en fuego. Era una de las pocas cosas que conservaba, junto con sus extremidades aladas, de su época en el firmamento.
Harr asintió.
—Nuestra.
La chica se removió mientras los hombres la levantaban del suelo, le quitaban los zapatos y se deshacían, con una inmensa habilidad, de su traje de ejecutiva. Un gruñido complacido salió de la boca del caído cuando observó el conjunto de encaje rojo que cubría sus partes femeninas y elevaba unos redondos, firmes y pequeños pechos que su boca ansiaba probar.
El demonio se unió a él en su gesto de apreciación. Ambos estaban más que necesitados. Por eso, cuando la mujer abrió los ojos, la ayudaron a erguirse pegándose a ella sin dejarle apenas espacio para removerse o respirar.
—No te asustes, pequeña —la tranquilizó Arock—, cuidaremos de ti. Solo queremos hacer que lo pases muy bien. Queremos escuchar tus gritos de placer.
—Si algo no te gusta, di infierno y todo se detendrá —explicó Harr mordiendo su cuello y dejando una pequeña marca allí, mientras sus manos se aventuraban hasta su cadera, jugando con los dedos en el borde de sus bragas tirando hacia abajo de ellas.
—No me llamo pequeña —rechistó ahogando un gemido de placer con toda su anatomía tensa por la expectación.
Su cuerpo traidor respondía no solo al toque perverso del desconocido, sino también a su intensa cercanía y a la masculina excitación. Sus ojos se clavaron en los dos hombres sin entender cómo había llegado hasta aquella inmensa sala, llena de figuras jocosas y escasos muebles, en ropa interior.
Ambos la miraban como si se tratara de su próximo almuerzo, enviando una descarga de pura energía eléctrica a todas las terminaciones nerviosas de su cuerpo, especialmente, a las zonas más incómodas.
Podía sentir la humedad entre sus piernas, mientras sus pezones reaccionaban endureciéndose ante las apreciadoras miradas. Sin querer, sus ojos vagaron sobre ambos observadores. Se sentía nerviosa, pero no pensaba dejar que lo notaran. Su estabilidad mental y emocional dependía de ello.
—Entonces, ¿cuál es tu nombre, dulce sirena? —preguntó Harr—. A mí me pareces una seductora. ¿Qué dices, Arock?
—Sirena, me gusta. ¿Qué opinas tú, chiquita?
El de las alas, Arock si el otro hombre lo había llamado por su verdadero nombre, era guapísimo. Tenía un rostro hermoso, un torso bien trabajado (con vello en las zonas apropiadas) y unos apretados vaqueros negros, que marcaban un trasero casi perfecto. Seguramente aquel espécimen, fuera lo que fuere, no tendría problemas para seducir a cualquier mujer que deseara.
El otro, por su parte, era un poco más bajo que el primero; su pelo claro y ojos rojo intenso, junto a sus rasgos aguileños y su figura grácil y esbelta, lograban que no solo mujeres, sino también los hombres, se sintieran tentados de acercarse y ponerse a sus pies, deseando tomar todo lo que este quisiera darles; bien fuera bueno o malo, tierno o salvaje.
—Me llamo Violeta y no respondo a otro nombre.
—Es una auténtica pena, Sirena. Planeábamos hacértelo pasar muy bien —dijo Arock apartándose de su espalda y disparando a través de cada minúscula célula del femenino cuerpo aquella sensación de soledad que conocía tan bien.
—No —gritó. Lo quería cerca, los quería a los dos.
Eran dos hombres hermosos en toda la amplitud de la palabra. Pura belleza y perfección. La de uno, tan clara como la luz, con cierto tinte de perversión; la del otro, con una profunda oscuridad que prometía hacer realidad todas sus fantasías más perversas. Y aún así, a pesar de saber que probablemente la conducirían a su perdición, los quería. Aunque supusiera enfrentarse a todos los complejos y temores de tiempo atrás. Había pedido un buen polvo y aquellos dos lo-que-fuesen estaban completamente listos para concedérselo.
No pensaba perder aquella oportunidad, así que si querían llamarla sirena...
—¿Responderás al nombre que te impusimos, Violeta?
Escuchar su nombre en la pecadora boca del caído la hizo sentir un tirón entre sus piernas. La anticipación estaba matándola, si alguno de ellos la rozaba, aunque solo fuera un breve toque de sus dedos en la zona exacta, no podría contener su ansiada liberación.
—Sirena, Blancanieves o hasta Rojelia. Por Dios... no me dejéis así.
—No, Sirena —dijo entonces Harr—. No por Dios, si acaso por el infierno o incluso por Harr, si así lo deseas —sugirió con lascivia.
—Él es Harr, yo Arock; demonio, ángel o hasta "eh, tú". Cualquier cosa sirve —añadió volviendo a ocupar su lugar desperdigando besos por sus hombros y pequeñas mordidas, sabiendo exactamente qué le estaba haciendo.
Violeta tragó saliva con dificultad, entregándose a ellos sin oponer resistencia. El tibio aire de la sala rozaba su piel desnuda y supo que, hiciera lo que hiciese, ellos la someterían a su voluntad sin que les importara otra cosa que saciarse y saciarla. No habría ni mentiras ni falsas promesas, solo una inmensa cantidad de satisfacción y placer.
La cálida boca de Arock probaba su espalda con una caricia sensual y cálida, descendiendo en un camino de besos hasta sus nalgas, donde se recreó, provocándola a placer para culminar con un mordisco de amor y dejar su señal allí.
—Ahora nadie en el infierno, a excepción de nosotros dos, te podrá tocar.
La joven sintió entonces a Harr despojarla de su sujetador y tomar su pecho en la boca, lamiendo y rodeando la excitada protuberancia, para finalmente succionar y marcarla con las puntas de sus afilados dientes.
—Eres nuestra, para tu placer y nuestro deleite, Sirena.
Violeta se estremeció al sentir la húmeda boca en su seno, lamiendo y degustando. Ninguno de sus anteriores amantes lo había hecho, no habían estado interesados en sus formas casi planas, pero aquel ser la adoraba. Sus ojos brillaban con una necesidad y pasión abrasadoras, haciéndola responder a él.
Estaba a punto de correrse y ellos seguían vestidos. No exigían nada de ella, solo estaban ofreciéndose, alimentándose en ella, haciéndole creer que aquello era todo lo que necesitaban.
—Harr —susurró entre dientes arqueándose hacia él, en una muda súplica.
Como respuesta, el demonio rozó con sus nudillos el otro pezón sin soltar el pecho que tenía en su boca.
Violeta sintió la explosión incluso antes de que llegara. Toda la presión, la necesidad y el deseo empujaban en su interior hasta hacerla colapsar en un orgasmo intenso que transformó sus piernas en mantequilla. De no haber estado sujeta por aquellos dos fuertes hombres, ahora yacería despanzurrada y completamente saciada en el suelo, como un helado derretido bajo los potentes y calurosos rayos del sol.
Pero ninguno de los dos lo permitió, siguieron devorándola. Harr atendiendo sus pechos, Arock entre sus piernas.
El caído separó sus nalgas exponiéndola a él con descaro, la contempló y se relamió los labios, gruñendo entre dientes con voz ronca.
—Gloriosa. Sabrosa. —Atacó su sexo sin darle cuartel, degustó los fluidos producto de su orgasmo y recogió el prodigioso néctar con la lengua, devorándola por completo, demorándose perezoso en su exploración.
Violeta no logró contener el gemido que escapó entre sus labios, pegándose más a su boca, colocándose de forma que quedara más expuesta a él.
—Por favor —suplicó. No podía esperar, no quería hacerlo. Quería más que su boca, lo quería a él, pero Arock no estaba dispuesto a complacerla; aún no.
Su dedo índice sustituyó a su lengua, que jugaba indolente en la delicada y empapada gruta que respondía ante ellos con devoción. La caricia experta no se detuvo al escuchar sus súplicas y gemidos, así como la boca de Harr continuó torturando sin pausa a la arrebolada mujer, que ansiaba cada vez un poco más.
El demonio soltó su pecho para atacar su boca y beber de ella sus gemidos. Tomó su mano y la llevó a su duro miembro, que amenazaba con rasgar la ropa para colarse directamente en ella.
Violeta no se hizo de rogar, lo acarició por encima de la áspera prenda sin dejar de responder al beso que le robaba el aliento y la hacía desearlo con intensidad. Con habilidad, desabrochó el botón y bajó la cremallera buscando una ropa interior inexistente. El miembro grande, grueso y duro cayó directamente en la palma de su mano. Apenas lo podía abarcar.
Interrumpió el beso para mirarlo con la sorpresa clara en sus finos y delicados rasgos:
—Eres demasiado grande...
—Soy un demonio —contestó él sin darle importancia, gruñendo al sentir su caricia; al principio tentativa, después segura y glotona—. Estoy así por tu culpa, Violeta.
Escuchar su nombre procedente de aquella boca perversa, junto a la caricia de Arock, estuvieron a punto de catapultarla al colapso de nuevo, pero de alguna manera ellos lo evitaron.
—Aún no, preciosa —susurró el caído frotándose en su trasero, permitiéndole notar que ya estaba completamente desnudo y cómo su miembro, caliente y duro, se preparaba para penetrar profundo en su interior—. Quiero tomarte por todas partes. Follar ese culo delicioso y apretado que tienes para mí, mientras Harr se clava en tu coño y te hacemos gritar de forma salvaje.
—Aunque quizá... —dijo el demonio entonces— no deberías gritar. Hay muchos de los nuestros ahí fuera. Si te escuchan, intentarán unirse a la fiesta.
—¿Quieres que se unan, Violeta? —preguntó Arock pronunciando su nombre real con deliberada lentitud sin dejar de frotar su miembro en su trasero, llevándola a la locura en un vaivén de sensaciones—. Una sola palabra tuya y dejaremos que vean lo caliente que estás y cómo gritas de placer mientras te marcamos como nuestra.
—Ninguno te tocará sin ser invitado —aseguró Harr.
—Pero si los invitamos...
Violeta sintió la respuesta erótica de su cuerpo. Nunca había sido una mujer de orgías, pero aquellos dos la estaban volviendo loca. No sabía qué le habían hecho, pero desde luego, algo. Porque estaba planteándose la posibilidad de aceptar y dejar que todos la vieran; y porque estaba a punto de correrse otra vez, si nadie lo impedía.
Y aquello era demasiado para una mujer que nunca antes había tenido un orgasmo.
—Estás tan caliente que lo necesitas, ¿verdad? —preguntó Arock entonces—. Solo con imaginar a todos esos demonios mirándote, quizá masturbándose, mientras ven cómo respondes a nuestras caricias. Tu cuerpo empapado y deseoso de sentirnos bien profundo y clavados en ti al mismo tiempo...
No la estaban tocando, no la estaban estimulando, pero el mero roce de sus palabras en su oído, el sentir los ojos de aquellos que ni siquiera estaban allí presentes, la hicieron ir más lejos del límite y colapsar en un sinfín de sensaciones que la llevaron a gritar incluso con más potencia que la vez anterior.
Antes de que su orgasmo finalizara y los espasmos desaparecieran, Arock se abrió paso en su trasero y Harr retomó de nuevo el ataque a sus pechos, apretando con su mano la de ella para que no cesara de acariciarlo.
—Te has mojado el culo, Sirena. Estás estrecha, cálida y deliciosa. ¿Puedes sentirme? —gruñó Arock en su oído mordiéndole la oreja mientras la penetraba de forma completa haciéndola contener el aire.
—Dios… nunca… —gimió entre dientes. Era la primera vez que alguien la tomaba de esa manera y aún así se sentía perfecto, como si lo hubiera estado esperando durante mucho tiempo.
—Nunca te han follado por aquí, pero eso está cambiando justo en este momento.
Harr descendió por su cuerpo, succionó con intensidad sus pechos un par de veces más, haciendo que sus pezones excitados casi dolieran al perder la calidez de aquella boca masculina que la estaba volviendo completamente loca.
—Más —susurró—. Necesito más
—Más tendrás —gruñó el demonio llegando a su sexo y separando sus pliegues con sus pulgares, observándola empapada, jugosa y caliente—. Sangriento infierno, mujer. Chorreas.
No le dio tiempo a contestar, sino que hundió la boca en su sexo mientras el caído la poseía por detrás embistiéndola una y otra vez, llenándola y enviando mil sensaciones a cada rincón de su cuerpo. Se sentía caliente y lujuriosa, pecadora, pero no quería que aquello terminara nunca.
Su cuerpo reaccionó a la boca experta del demonio en el instante en que la lengua penetraba en su interior y sus dedos torturaban su hinchado clítoris, ansioso de aquellas caricias que la catapultaban al vacío, una caída que temía pero que necesitaba, incluso aunque su cerebro no fuera capaz de procesarlo.
—Déjate ir —susurró Arock hincando su miembro de nuevo, permaneciendo en su interior un momento para dejarla vacía después—. Danos lo que necesitamos de ti, entrégate a nosotros.
—Sí —murmuró entre dientes, tenía los ojos cerrados sintiendo incrementado su placer por mil.
Harr se apartó de sus piernas y la miró. Sus ojos rojos brillaban con una intensidad abrumadora, su pecho subía y bajaba casi tan rápido como el suyo propio y su erección la apuntaba orgullosa.
Arock la impelió a abrir más las piernas y entonces el demonio la penetró, con una sola embestida, llenándola y estirándola, mientras el ángel se clavaba una vez más en su trasero.
La presión amenazaba con hacerla estallar, se sentía repleta, como nunca antes se había sentido y, aún así, no quería que se detuvieran nunca. Un gemido de impaciencia abandonó su garganta y fue la única señal que los hombres necesitaron para iniciar el vaivén en su interior; uno entraba, el otro salía, en una marcha erótica sin fin que amenazaba con dividirla en mil pedazos, cual cristal vibrante que no puede hacer nada por impedir tan devastador final.
—Abre los ojos —exigió Harr—. Quiero que veas quién está dentro de ti.
—Abre los ojos —añadió Arock—. Debes ser consciente del espectáculo que estás dando.
Cuando Violeta miró a Harr y después a su alrededor, el orgasmo la reclamó de nuevo, haciéndola gritar con intensidad tan potente liberación. Al menos una veintena de demonios los observaban mientras se acariciaban al contemplar cómo aquellos dos, sus generales, la reclamaban como suya.
Arock se dejó llevar con ella al sentir cómo la mujer lo apretaba, su cuerpo estremeciéndose contra su duro miembro, que ya no quería esperar más. Salió de ella y terminó en su espalda, con un gruñido de gran satisfacción.
Los demonios que los rodeaban se acercaron un poco más, para tener una vista más cercana. Harr expuso su trasero mientras seguía poseyéndola, con toda la intención de catapultarla por aquel precipicio de placer una última vez.
—Están viendo tu culo y cómo mi polla entra en ti —susurró con voz ronca en el femenino oído—. Se mueren por escuchar tus gemidos para correrse también. Canta para nosotros, Sirena.
Violeta sentía las duras embestidas del demonio que la llenaba, la estiraba y la hacía enloquecer. No creía poder soportar aquello mucho tiempo más. Era demasiado intenso, demasiado exótico y perfecto.
¡No quería que terminara nunca!
Le clavó los dientes en el cuello marcándolo mientras lo montaba con desesperación. Sus sonidos de placer y jadeos repercutían en toda la estancia, mientras se dejaba llevar en aquella danza erótica sin final. No iba a terminar, nunca. Cuando se corriera iba a exigir que la reclamara otra vez.
Los gruñidos de todos aquellos que los rodeaban se escucharon mientras alcanzaban de forma secuenciada su liberación, llevando una corriente de exquisito placer a su cuerpo.
Arock rugió satisfecho mientras su amigo hacía que Violeta culminara una última vez y Harr se perdía en su interior, derramándose profusamente en ella, marcándola y reclamándola para sí.
—Mía, Sirena —proclamó tomando su boca en un beso devastador que dejaba clara su pertenencia—. Toda mía y de nadie más —terminó dejándola en el suelo.
Sus pechos expuestos subían y bajaban con rapidez, su respiración agitada y su cuerpo saciado la hacían sentir adormilada, mientras el demonio la atraía a su pecho.
—¿Harr? —preguntó. La somnolencia la estaba atrapando, sentía que no podía mantenerse despierta, le costaba demasiado mantener los ojos abiertos.
Arock habló a su espalda.
—Tu petición ha sido saldada, Violeta —pero su voz sonó lejana, casi como si estuviera al otro lado de una habitación abarrotada.
—La mía aún no —gruñó Harr.
Fueron las últimas palabras que la mujer pudo escuchar.
Violeta despertó en su cama. Sentía el cuerpo pesado y dolorido, sus pechos y su sexo tensos. ¿Habría sido solo un sueño?
Salió de la cama y se encontró completamente desnuda frente al espejo, su primer instinto fue cubrirse, pero le pareció ridículo, no había nadie más allí. Solo ella, en la oscuridad de su dormitorio, frente al espejo de la puerta de su armario.
Suspiró y negó con tristeza.
“Solo fue un sueño” dijo al vacío de la habitación.
—Lo cierto es que no, Sirena —desmintió la voz de Harr a su espalda, haciéndola girarse con rapidez, hasta tropezar y casi caer al suelo. Él se movió a la velocidad de la luz; pues de estar al otro extremo, llegó a su lado, atrapándola y evitando que se hiciera daño—. No te asustes.
—No estoy asustada —contestó ella con sinceridad pasando sus brazos por el cuello de aquel hombre, ansiando pegarse a él y reclamarlo para nunca más alejarse.
—¿No? —sonrió de lado y negó aleccionador—. Deberías estarlo, mi preciada y deliciosa Sirena. Soy un demonio.
—Me da igual. —Lo besó de nuevo, anhelando recrearse en aquel sabor que se había vuelto adictivo para ella—. Sabes como el chocolate, me gusta el chocolate.
—Tú sabes a fresas, a una mañana cálida de verano y a pureza —ronroneó el demonio con su voz perversa—. No soy bueno para ti, pero ya no podrás deshacerte de mí. Eres mía, te reclamé.
—¿Lo hiciste? Entonces, ahora yo te reclamo a ti.
La voz cálida del hombre repercutió en toda la habitación mientras la llevaba a la cama y se sentaba con ella.
—Sí, creo que eso es algo que fue hecho, aunque diré que me alegra escucharlo. —Acarició su rostro con dos dedos y sonrió—. Eres mía, ahora y siempre. Para tu placer y también el mío.
—¿Con Arock?
Los ojos rojos del demonio parpadearon un instante, volviéndose de un negro intenso, como el más frío vacío, pero de inmediato retornaron a su tono habitual.
—Si lo deseas —aceptó con una pequeña inclinación de su cabeza—. Aún así, me pertenecerás, solo a mí.
Violeta sintió un escalofrío al escuchar aquella declaración “me pertenecerás solo a mí”; algo la arengó a aceptar sus palabras con un asentimiento y a besarlo de nuevo.
—Solo a ti.
—Para tu placer y el mío —añadió él.
—Así es —confirmó ella.
—Por toda la eternidad —terminó—. Serás mía para siempre, para deleitarme en ti y que te deleites en mí, de las formas más lascivas de tu existencia y de las del más allá.
—¿Con testigos? —preguntó ella lamiéndose los labios, sintiendo repentinamente la boca reseca.
—En ocasiones, quizá —aceptó Harr.
—Sí —afirmó confirmando su aceptación—. Me parece bien la eternidad.
El demonio se rio sintiendo cómo el pacto se cerraba entre ellos. Violeta no era consciente de lo que significaba hacer tratos con un demonio, pero pronto lo descubriría.
No había ni una sola pauta de rescisión en el contrato.
Ella sería suya para siempre.
Una compañera.
Eterna.
“Mía” pronunció en su interior el demonio, un instante antes de aplastarla sobre la cama y proceder a demostrarle todo lo que había ganado con aquel escueto sí.
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canto de sirena (libro)
Romance, pasión y ternura reunidos en una serie de índole paranormal y fantástica con toques eróticos que pretende hacer disfrutar al lector.
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de camino a tu amor (libro)
«¡Necesito vacaciones y me las merezco!» Con ese pensamiento en mente, Anabel se presentó ante Haziel. El futuro de su custodiado estaba en entredicho; si no se apresuraba, no le quedaría nada. Y si para eso tenía que enfrentarse al Cielo entero, ¡lo haría! Adrián, un hombre demasiado normal, ha perdido la esperanza. Con un trabajo que odia y una familia demasiado exigente, se encuentra solo, perdido y desahuciado. Pero en el momento en que aquella diminuta mujer llegue a su vida... Todo cambiará para siempre.
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el honor de la bestia (libro)
Cuando el destino decide, no hay escapatoria posible. Helena nunca ha creído en las segundas oportunidades. Una mujer solo ama una vez en la vida y su tren ya pasó. Viuda y con un hijo de 12 años, no quiere las complicaciones del sexo ocasional. Sin embargo, el tiempo pasa y el mundo parece girar cada vez más rápido, arrastrándola hacia los brazos del hombre equivocado. La noche en que dos extraños aparecen en la puerta de su hostal, algo cambia en ella de forma irrevocable. Una llama mucho tiempo extinguida resurge con fuerza, haciéndola desear el fruto prohibido. Leonardo no puede creer lo que ven sus ojos; esa mujer es su compañera designada. El destino tiene un extraño sentido del humor enlazándolo ahora, cuando ha perdido todo lo que una vez pudo haber sido. Roto y sin saber cómo afrontar las exigencias de su bestia interior, acaba luchando contra sus más profundos temores, para tener la oportunidad de alzarse con la victoria más importante de todas. ¿Será la bestia lo suficientemente poderosa, como para alcanzar el verdadero amor?
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entrégame tu alma (libro)
No pactes, no sucumbas y, sobre todo, no te enamores. Nala Long sabía que nunca debió traspasar la frontera entre lo ilegal y lo legal, sin embargo no había tenido elección. Tras ser nombrada esclava por el ser más oscuro de la creación, sabe que solo el amor podrá darle la absolución, pero... ¿y si lograr la tan ansiada libertad se convierte en la auténtica condena? Lucifer no tenía corazón, o eso se recordaba a sí mismo cada vez que la irritante abogada batallaba con él, ahora tenían un empate técnico, pero ¿estaría el señor del Inframundo dispuesto a dar la espalda a sus deseos, para conseguir su preciada alma?
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eternamente mía (libro)
«Cuando el destino te ofrece un regalo, es de mala educación rechazarlo». La guerra entre cambiantes puros y mestizos está en auge. A pesar de la inestable tregua con su manada de origen, Ethan es consciente de que sus mestizos siguen en peligro y en el peor momento posible. Desde su visita a Tres Deseos, no ha hecho otra cosa que preparar la llegada de su compañera destinada: una humana ajena a su mundo que siente una perversa fascinación por las causas perdidas, especialmente cuando estas vienen en forma de bestia peluda. ¿Quién mejor para un alfa mestizo que su «loca de los bichos»? Gabriela está muy ilusionada con la oportunidad que le han ofrecido para estudiar el instinto de apareamiento del oso polar. ¡Y nada menos que en Alaska! El hecho de convivir, pared con pared, con un hombre tan atractivo como su anfitrión solo es un plus a su contrato. ¿Quién en su sano juicio querría negarse? Sin embargo, cuando la gente empieza a desaparecer y la alarma del complejo se dispara ante la llegada de intrusos violentos, todo el velo de la realidad cae y lo imposible se convierte en posible, acercándolos en un entorno hostil lleno de violencia. ¿Será suficiente el amor para hacer frente a las adversidades o terminarán distanciándose para siempre?
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la mirada del lobo (libro)
Cuando lo pierdes todo y parece que solo te queda la resignación, el amor llega y se convierte en la auténtica salvación. Diana no había tenido suerte en el amor, pero sabía que no debía cerrarse a nuevas oportunidades; por eso, cuando aquel guapo desconocido entró en su vida proponiéndole tres noches de fantasía, no dudó en aceptarlo. Y, de pronto se encontró entre dos fuegos intensos: el de la pasión y el de aquel amor que podría convertirse en su perdición. Daniel estaba acostumbrado a ir de una mujer a otra: una sola noche, un pacto entre ambos, toneladas infinitas de placer… pero siete años atrás su vida había dado un giro de ciento ochenta grados, cuando una maldita mujer de ojos verdes lo condenó a vagar una eternidad en forma de lobo. Solo las noches de luna llena podrá ser hombre otra vez para encontrarse con ella: su compañera, la única que podrá poner fin a su maldición. ¿Podrá una simple mujer enamorarse del lobo y liberar al hombre de su triste condena?
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lo que desees (libro)
¿Hasta dónde estarías dispuesto a llegar para liberarte? Hasta el final. Biel pensó que podría vencer al maestro del engaño en su propio campo, pero en cuanto aquellas inquebrantables cadenas lo ataron durante una eternidad, convirtiéndolo en el primer recolector, supo que no se libraría tan fácilmente. Solo tenía una oportunidad para resarcirse: encontrar un alma, seducirla y entregarla antes de que el plazo se acabara. Iara solo quería que el desconocido número uno la dejara en paz. Era demasiado guapo, demasiado rico y apestaba a peligro. Desde luego, no era para nada su tipo, entonces... ¿por qué seguía insistiendo? Y lo peor de todo... ¿por qué su cuerpo se empeñaba en responder a él? Sin embargo, las apariencias a menudo engañan y ambos tendrán que mirar más allá para descubrirse y encontrar la verdadera felicidad o perderse para siempre.
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mi último deseo (libro)
¿Y si tuvieras que renunciar a todo lo que eres, para lograr aquello que más deseas? Uriel acabó en el Inframundo debido a una mala decisión. Siglos después de condenarse, y solo tras encontrar a aquella que tenía en su poder la habilidad de caldear su sangre y descongelar su corazón, iniciará una carrera contra sí mismo y su mayor enemigo, aquel que codicia su más preciado tesoro: el alma de su verdadero amor. Nasla, una guerrera infernal, se encuentra perdida en un nuevo mundo, una nueva era. Las calles comerciales del siglo XXI suponen un reto más grande que el ser más peligroso de todos los tiempos, a quien le debe una venganza que la llevará a lograr su mayor deseo. Sin embargo, el antiguo arcángel no está dispuesto a perderla y para ello ofrecerá su espada y mucho más, en una lucha intensa que bien los liberará o acabará con ambos condenados por toda la eternidad.
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sweet dreams, hot days (libro)
«Nunca deseó buscarla, jamás la anheló, pero su mera presencia basta para sanarle el alma y despertar su corazón». Duncan siempre supo que ahí fuera había una mujer para él. Alguien que no solo sería capaz de perdonar los pecados del hombre, sino que también aceptaría a la bestia que habita en su interior. Sin embargo, no se ha permitido añorarla ni en sueños, hasta ese preciso momento en que un delicioso aroma irrumpe en su habitación despertando su instinto, embriagando sus sentidos y encendiendo su pasión. El oso lo tiene claro: necesita poseer a su hembra, sin discusión. Julia no quiere saber nada de relaciones serias y menos con un animal. Ni siquiera si es el único capaz de dar rienda suelta a sus más oscuros y peligrosos deseos; el único capaz de revelar sus secretos o caldear su solitario corazón. Pero cuando la vida de ambos se encuentra amenazada, todos los miedos quedan relegados a un segundo plano y el ansia de proteger los envuelve en sus finas garras alentando su unión. ¿Serán capaces de ignorar sus viejos temores y trabajar juntos para alcanzar el verdadero amor?
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un demonio disfrazado de ángel (libro)
Cuando el amor te atrapa, el corazón olvida. Cassandra lleva meses recordando a ese ángel caído que sacudió su misma existencia, cuando tiempo atrás fue reclamada por el mismísimo Lucifer para custodiar la jaula de su hermano. Sabe que ni debe ni puede rendirse a sus encantos, por más que desee sentir sus manos, besar sus labios o proclamarse dueña de su corazón. El mundo está en guerra, el Apocalipsis cada vez más cerca y ninguno de los dos tiene tiempo ni capacidad para dejarse llevar por el amor. Arock está cachondo, nervioso y desesperado. Esa mujer lo vuelve completamente loco, altera su mera existencia. Sabe que llevarla a su casa es una mala idea, pero cuando su jefe le da un ultimátum y siete días para convencerla de que vuelva, decide cumplir su misión y olvidarla. Pero el mundo y todos a su alrededor parecen confabular en su contra. Cuando Cassandra desaparece, él es el más interesado en traerla de vuelta. La necesita cerca y ni siquiera los fantasmas de su pasado lograrán que se aleje de ella. Puede tenerla una noche o conservarla para siempre, todo depende de lo que esté dispuesto a arriesgar. ¿Será una vieja traición demasiado dolorosa para que dos corazones heridos aprendan a perdonar?
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