Cuando la señorita Withers no recibe una tarjeta de Navidad de una antigua vecina que era extremadamente diligente en estas cosas, comienza a investigar qué pasó con la mujer. Al preguntar al Inspector Piper si sabía cuantas mujeres de mediana edad, solitarias y sin familia desaparecían en Nueva York cada año este respondió: No las suficientes. Pronto descubre relación con otras mujeres desaparecidas, que habían entrado en posesión de una cierta cantidad de dinero, y que se alojaban en un hotel de lujo en el centro de Nueva York. Fue un desliz el que produjo una caída —la caída de una tal Harriet Bascom desde el piso treinta y ocho de dicho hotel en Manhattan— lo que puso a «Miss» Withers tras la pista de las cuatro señoras perdidas. Haciéndose pasar por una mujer rica «Miss» Withers se aloja en el hotel y con la ayuda de la sobrina de su vecina desaparecida, descubren a un Barba Azul que podría estar relacionado con las desapariciones. El caso se complica ya que en la mayoría de los casos, las víctimas no han sido encontradas. A lo que la policía se enfrenta es a un aparente suicidio y a un cuarteto de mujeres desaparecidas, sin relación entre sí. El inspector Piper supone que, aburridas con el tipo de vida que llevaban, se mudaron a un lugar desconocido.

Un comediante está muerto, falta un testigo y solo la señorita Witherscan arregló las cosas. En la comedia, el tiempo lo es todo. Si Tony Fagan fuera mejor cómico, quizás hubiera sabido cuándo mantener la boca cerrada. Tras semanas de bromas a costa del empresario Winston H. “Junior” Gault, el patrocinador del programa de televisión de Fagan, se encuentra a Fagan con la cabeza golpeada y se acusa a Gault del asesinato. El caso parece abierto y cerrado, pero Gault tiene el dinero para comprarse una absolución. El único testigo en su contra es Ina Kell, una soñadora de un pequeño pueblo que vino a Nueva York para encontrar la fama, y ella desapareció. Depende de Hildegarde Withers, una maestra de escuela jubilada con experiencia en resolver crímenes, encontrar al testigo desaparecido. Puede que Ina haya venido a Nueva York en busca de emociones, pero no se merecía quedar atrapada en la línea de fuego.

Para los estudiantes de tercer grado de la Escuela Jefferson, una excursión es siempre un placer. Pero un día en el Acuario de Nueva York, se emocionan mucho más de lo que esperaban. Un carterista pasa corriendo, bolso robado en mano, y se dirige a la salida cuando su maestra, la estricta Hildegarde Withers, lo derriba con su paraguas. Para cuando la policía y los guardias de seguridad terminan de discutir sobre qué hacer con Chicago Lew, él se ha escapado y Miss Withers ha encontrado algo mucho más interesante: un corredor de bolsa asesinado flotando en el tanque de pingüinos. Con la ayuda del detective Oscar Piper, esta solterona sensata se embarca en la primera de sus muchas aventuras. El misterio es desconcertante, el asesino es peligroso, pero para una mujer que puede controlar a un grupo de ruidosos alumnos de tercer grado, el asesinato no da miedo en absoluto.

Un grupo de norteamericanos, entre los que se encuentra un senador y su esposa, así como un inspector de la policía de Nueva York, van a disfrutar de unas breves vacaciones, en México, invitados por el Gobierno. Comienzan a sucederse una serie de incidentes que hacen pensar que alguien desea atentar contra la vida de la esposa del senador. Los incidentes culminan con la muerte de un «gigoló» en la plaza de toros de México, al cual le clavan en la espalda una banderilla azul. Todo vuelve a indicar que se buscaba acabar con la mujer del senador, pero «miss» Hildegarde Withers, una estrafalaria y aguda detective «amateur», no se dejará engañar por las apariencias.

La maestra Hildegarde Withers está disfrutando de unas merecidas vacaciones en Hollywood, cuando, sorprendentemente, le ofrecen un trabajo como consejera técnica en una nueva película sobre Lizzie Borden (a ella le preocupa que el productor piense que fue coetánea de «Miss» Borden). No había hecho más que acomodarse en su nueva oficina, cuando muere, misteriosamente, la guionista de la oficina de al lado, aparentemente tras romperse el cuello. Naturalmente, «Miss» Withers empieza a investigar, y parece que el asesino tiene la intención de convertirla en su próxima víctima, para gran consternación del viejo amigo de «Miss» Withers, el inspector Piper de la policía de Nueva York.

Cuando una mujer joven, la irascible y saludable modelo Violet Feverel, es encontrada muerta en el suelo, se presume en un principio que su caballo la tiró, pero cuando «Miss» Withers encuentra una mancha de sangre en una de las patas del caballo, incluso el Inspector Piper tiene que reconocer que algo sospechoso ha sucedido. A medida que surgen más pistas que indican de manera concluyente que la mujer ha sido asesinada, van apareciendo un mayor número de sospechosos: el exmarido, encarcelado por no pagar la pensión alimenticia; el padre de su ex; el mozo de las cuadras al que ella había despreciado cuando él se le insinuó; otro individuo llamado Eddie que había vivido la misma experiencia; el desagradable propietario de las cuadras Thwaite deseoso de adquirir a Siwash, el caballo de ella; el marido, dócil como una «lady», y más. Hildegarde Withers y el Inspector Piper se unen de nuevo para resolver la muerte una hermosa mujer, la identidad del propietario de una pipa de brezo y el secreto que se esconde tras una carrera de caballos.

Los pasajeros, a punto de finalizar un corto viaje en avión a la Isla de Catalina, frente a la costa de California, descubren que el viajero, al que habían atribuido una fobia a volar, está muerto en su asiento. Al jefe de policía le hubiera gustado cerrar lo antes posible el caso pero, lamentablemente para él, Miss Hildegarde Withers, que está pasando sus vacaciones escolares en la isla, sospecha que lo que podría parecer en principio un ataque cardíaco, en realidad es un asunto criminal. Esto se hace evidente cuando descubre que, el hombre muerto, era un testigo involuntario en un caso de corrupción con una recompensa de 15000 dólares sobre su cabeza. Pero ¿qué pasajero había querido tener unos ingresos extra… el director de cine, la rubia ambiciosa, los recién casados, el vendedor de cerámica, el capitán del buque noruego o quizás alguno de los pilotos? Además la desaparición del cuerpo no ayuda mucho a la investigación.

Cae la nieve en las escaleras de la Biblioteca Pública de Nueva York mientras una fila de autos se mueve lentamente por la Quinta Avenida. Ajeno al tráfico, un Chrysler azul irrumpe en la calle, choca con la acera y se empotra en un taxi. El coche está vacío y su conductor yace media manzana atrás. Está muerto, el cigarrillo sigue encendido, y lleva una soga atada firmemente alrededor del cuello. En primer lugar aparece en la escena el detective Oscar Piper, seguido de cerca por Hildegarde Withers, una maestra de escuela, con un interés más que pasajero en el crimen. Son una pareja muy unida y estarían ahora casados si un asesinato no se hubiera cruzado en el camino. Piper y la señorita Withers tienen que correr a través de Nueva York, tratando de explicar cómo un hombre puede ser ahorcado mientras conduce, y hacer lo que sea necesario para evitar que su gemelo sufra la misma suerte.

Hildegarde Withers pensaba que sólo eran unos días de vacaciones cuando se embarcó para Inglaterra a bordo del «SS American Diplomat». Pero aún no se había acostumbrado al balanceo del mar cuando sus compañeros de viaje comienzan a ser asesinados, y los asesinatos continúan después de que el buque haya atracado en Londres. Hildy ofrece sus servicios al escéptico inspector jefe Cannon de Scotland Yard, pero es su joven y bien educado sargento, John Secker, el que está más que dispuesto a escucharla. Hildegarde acepta una invitación para visitar la casa de Cornwall de un compañero de viaje, el Honorable Emily Pendavid que vive en el castillo habitado más antiguo de Inglaterra, junto con su sobrino y un adorable gato persa plateado, y es ahí donde las piezas finalmente comienzan a caer en su lugar.

En un día húmedo en Staten Island, un coche a gran velocidad pasa como un rayo delante de una pareja de policías y se estrella contra una camioneta de reparto. En el asiento delantero está Andy Rowan, pálido e inconsciente. En la parte trasera hay una bella rubia, desnuda y muerta. Ella era una aspirante a Miss América, criada en la selva de Brooklyn, y él era el agente de prensa que quiso hacer de ella una estrella. Ahora no volverá a caminar de nuevo por una pasarela. La policía, el juez y jurado, todos consideran que el caso está cerrado, y un año más tarde, Andy está a la espera de su turno en la silla eléctrica. Hildegarde Withers cree que el pequeño hombre asustado es inocente del asesinato, cuando se entera de que piensa dejar parte de su dinero a su amigo, el inspector Oscar Piper. Esto coloca al inspector en una posición incómoda, ya que a los periódicos les gustaría publicar la historia. Mis Withers tiene nueve días para salvar su vida. Se necesitará un milagro, pero Miss Withers, ha hecho milagros antes.

Pat Montague acaba de licenciarse del ejército tras el final de la guerra y decide visitar a la novia que tenía antes de alistarse a pesar de que ésta sea ahora una mujer casada. Al llegar a la casa de su ex novia Elena, Pat encontrará un cadáver flotando en la piscina: el marido de Elena. Fugado y buscado por la policía Pat se encuentra con un abogado que le aconseja ir a visitar a una maestra jubilada y detective aficionada retirada, la señorita Withers, para que le ayude a demostrar su inocencia.

Un cómico esta muerto, un testigo ha desaparecido y solo la señora Withers puede resolver la situación. En comedia, el tiempo lo es todo. Si Tony Fagan fuera mejor cómico, tal vez hubiese sabido cuando cerrar la boca. Tras semanas de bromas a costa del empresario Winston H. “Junior” Gault, el patrocinador de su programa de televisión, Fagan es encontrado con la cabeza reventada y Gault es acusado de asesinato. Parece un caso muy sencillo, pero Gault tiene el dinero para comprarse la absolución. El único testigo en su contra es Ina Kell —una pueblerina soñadora que vino a Nueva York a encontrar la fama— y ha desaparecido. Depende de Hildegarde Withers, una maestra retirada con experiencia resolviendo crímenes, el encontrar al testigo desaparecido. Es posible que Ina haya venido a Nueva York en busca de emociones, pero no merecía quedar atrapada en la línea de fuego.

Nadie salió nunca del «racket» más que del modo como lo hizo Kid Vanilla, con los pies hacia adelante.La vida del gángster es efímera. Las ametralladoras interpretan la obertura y la Muerte dirige la orquesta.Burbujas Deegan, como tantas otras muchachas, se dejó seducir por la fascinación de una vida de aventuras sin cuento, una existencia fastuosa y erizada de peligros. Varias veces la Parca rozó su cuello con la afilada hoja de su guadaña, hasta que un día…Burbujas Deegan es una de las pocas «gun-molls» que ha vivido lo suficiente para contar su historia y aquí la tenéis. Tal vez no aprobéis su modo de vivir, pero no tendréis más remedio que admirar su lealtad, su bravura y su estricta adhesión a los preceptos de un código que era el de los suyos.«La única que sobrevivió» os proporcionará unas horas de aventuras escalofriantes, poniéndoos en estrecho contacto con esa raza especial de hombres que viven al margen de la ley: los «racketeers» y «gunmen», que nosotros conocemos bajo el apelativo genérico de «gángsters».

Una mujer es asesinada en su habitación de hotel, y ella es solo la primera en morir. Con una herencia de setecientos dólares en el bolsillo, la bibliotecaria de un pequeño pueblo, Harriet Bascom, fue a las carreras. Cuando salió, tenía miles, suficientes para vivir la vida de la manera que ella siempre había querido: con champán, música y amor. El champán y la música fluyen libremente una vez que llega a la ciudad de Nueva York, pero es el amor lo que trae problemas, cuando ella descubre que su amado tiene un terrible secreto; ella comete el error de estar sola cuando lo confronta, y ni siquiera grita cuando muere. Harriet es una de las tres mil mujeres que desaparecen en Nueva York cada año, las mujeres de las que Hildegarde Withers quiere saber más. Infelizmente jubilada, esta ex maestra de escuela primaria tiene hambre de acción. Investigar el caso de Harriet, y las otras tres damas que la siguen hasta la muerte, proporcionará toda la acción que la señorita Withers podría desear.

La novela policial se ha desarrollado intensamente en los países de habla inglesa. Los Estados Unidos pueden ostentar con orgullo un grupo, bastante numeroso ya, de autores que dominan dicha rama literaria: Ellery Queen, Rex Stout, Dashiell Hammett, Alice Osory, William Irish, etcétera. Entre esta pléyade destaca con luz propia Stuart Palmer, que desde hace cerca de dos décadas viene ofreciéndonos frecuentes testimonios de su habilidad y maestría para manejar los recursos de tan difícil género.Stuart Palmer, cuyas novelas anteriores le habían ganado un numeroso público, desarrolla en «Pobre payaso» una trama con todo el mágico sabor del mundo del circo, que seguramente deleitará a sus admiradores y le ganará muchos nuevos.

Al finalizar las clases en la Escuela Jefferson, la Srta. Withers se encuentra en su aula con uno de sus alumnos castigado. Al escuchar unos sonidos desacostumbrados en el pasillo sale a investigar y halla el cadáver de Anise Halloran, la joven maestra de música, en el guardarropa. Cuando, poco después, vuelva acompañada de su buen amigo Oscar Piper, inspector de policía, el cuerpo habrá desaparecido y al iniciar su búsqueda el policía sufrirá una terrible agresión. A partir de ese momento Hildegarde Withers se pondrá al mando de la investigación policial. Un boleto premiado, un conserje borracho, una maestra en paradero desconocido, un famoso criminólogo vienés… estos serán algunos de los elementos con que este Sherlock Holmes con faldas deberá lidiar para encontrar el cadáver y al asesino.

“Oscar, la llave está bajo el tapete. Si no he regresado cuando llegues, búscame en la morgue…”.Con ese sentimiento jovial, Hildegarde Withers echa abajo la casa, en una nueva novela policiaca, cuyo ambiente es el mundo loco de un famoso estudio de caricaturas animadas.El inspector Oscar Piper, todavía miembro de “Los Más Sagaces de Nueva York”, la formidable Hildegarde y su perro de lanas, “Talleyrand”, unen sus fuerzas contra el crimen una vez más… esta vez en la costa occidental, donde está viviendo retirada la gran dama. O, más bien, estaba viviendo retirada, hasta que el asesinato se interpuso entre ella y su bien ganado descanso.