Literatura de svetlana aleksiévich
el fin del «homo sovieticus» (libro)
Con la sola ayuda de una grabadora y una pluma, Svetlana Aleksievich se empeña en mantener viva la memoria de la tragedia que fue la URSS, en narrar las microhistorias de una g
la guerra no tiene rostro de mujer (libro)
Casi un millón de mujeres combatió en las filas del Ejército Rojo durante la segunda guerra mundial, pero su historia nunca ha sido contada. Este libro reúne los recuerdos de c
los muchachos de zinc (libro)
Voces soviéticas de la guerra de Afganistán Una obra maestra con una perspectiva única y desgarradora sobre la guerra de Afganistán, de la Premio Nobel de Literatura 2015, Svet
últimos testigos (libro)
La Segunda Guerra Mundial dejó casi trece millones de niños muertos y, en 1945, solo en Bielorrusia vivían en los orfanatos unos veintisiete mil huérfanos, resultado de la deva
voces de chernóbil (libro)
Chernóbil, 1986. «Cierra las ventanillas y acuéstate. Hay un incendio en la central. Vendré pronto». Esto fue lo último que un joven bombero dijo a su esposa antes de acudir al
el fin del «homo sovieticus» (libro)
Con la sola ayuda de una grabadora y una pluma, Svetlana Aleksievich se empeña en mantener viva la memoria de la tragedia que fue la URSS, en narrar las microhistorias de una gran utopía. «El comunismo se propuso la insensatez de transformar al hombre “antiguo” , al viejo Adán. Y lo consiguió [...]. En setenta y pocos años, el laboratorio del marxismo-leninismo creó un singular tipo de hombre: el Homo sovieticus, condenado a desaparecer con la implosión de la URSS.En este magnífico réquiem, la autora reinventa una forma literaria polifónica muy singular que le permite dar voz a cientos de damnificados: a los humillados y a los ofendidos, a madres deportadas con sus hijos, a estalinistas irredentos a pesar del Gulag, a entusiastas de la perestroika anonadados ante el triunfo del capitalismo, a ciudadanos que plantan cara a la instauración de nuevas dictaduras...Un texto extraordinario por su sencillez, que describe de un modo conmovedor la sobrecogedora condición humana.
la guerra no tiene rostro de mujer (libro)
Casi un millón de mujeres combatió en las filas del Ejército Rojo durante la segunda guerra mundial, pero su historia nunca ha sido contada. Este libro reúne los recuerdos de cientos de ellas, mujeres que fueron francotiradoras, condujeron tanques o trabajaron en hospitales de campaña. Su historia no es una historia de la guerra, ni de los combates, es la historia de hombres y mujeres en guerra. ¿Qué les ocurrió? ¿Cómo les transformó? ¿De qué tenían miedo? ¿Cómo era aprender a matar? Estas mujeres, la mayoría por primera vez en sus vidas, cuentan la parte no heroica de la guerra, a menudo ausente de los relatos de los veteranos. Hablan de la suciedad y del frío, del hambre y de la violencia sexual, de la angustia y de la sombra omnipresente de la muerte. Aleksievich deja que sus voces resuenen en este libro estremecedor, que pudo reescribir en 2002 para introducir los fragmentos tachados por la censura y material que no se había atrevido a usar en la primera versión.
los muchachos de zinc (libro)
Voces soviéticas de la guerra de Afganistán Una obra maestra con una perspectiva única y desgarradora sobre la guerra de Afganistán, de la Premio Nobel de Literatura 2015, Svetlana Aleksievich, «la voz de los sin voz». Entre 1979 y 1989 un millón de tropas soviéticas combatieron en una guerra devastadora en Afganistán que provocó más de 50 000 bajas y acabó con la juventud y la humanidad de varias decenas de miles de soldados más. Los muertos soviéticos volvían a casa en ataúdes de zinc sellados mientras el estado no reconocía ni la mera existencia del conflicto. Los muchachos de zinc generó una inmensa polémica y mucha indignación cuando fue publicada originalmente en la URSS: las críticas acusaron a su autora de haber escrito un «texto fantasioso lleno de injurias» y de ser parte de «un coro histérico de ataques malignos». En el libro, Svetlana Aleksievich presenta el testimonio cándido y emocionante de los oficiales y los soldados rasos, de las enfermeras y las prostitutas, las madres, los hijos y las hijas que describen la guerra y sus duraderos efectos. El resultado es una historia turbadora por su brutalidad y reveladora en su parecido a la experiencia estadounidense en Vietnam y más tarde en Irak y el mismo Afganistán. Svetlana Aleksievich expone la verdad de la guerra afgano-soviética: la belleza del país y los brutales abusos del ejército, las muertes y las mutilaciones, la profusión de productos occidentales, las vidas humilladas y destrozadas de los veteranos. Los muchachos de zinc ofrece una perspectiva única, desgarradora e inolvidable sobre la realidad de la guerra.
últimos testigos (libro)
La Segunda Guerra Mundial dejó casi trece millones de niños muertos y, en 1945, solo en Bielorrusia vivían en los orfanatos unos veintisiete mil huérfanos, resultado de la devastación producida por la guerra en ese país. A finales de los años ochenta la premio Nobel Svetlana Aleksievich entrevistó a aquellos huérfanos, y estos testimonios componen un emocionante relato de una de las mayores tragedias de la historia. Esta obra maestra constituye un retrato personal y profundamente conmovedor del conflicto en Bielorrusia, una historia en la que la propia autora no interviene más allá del prólogo: son sus protagonistas los que hablan y conforman con sus palabras una especie de memoria coral original, auténtica y fascinante de la guerra.
voces de chernóbil (libro)
Chernóbil, 1986. «Cierra las ventanillas y acuéstate. Hay un incendio en la central. Vendré pronto». Esto fue lo último que un joven bombero dijo a su esposa antes de acudir al lugar de la explosión. No regresó. Y en cierto modo, ya no volvió a verle, pues en el hospital su marido dejó de ser su marido. Todavía hoy ella se pregunta si su historia trata sobre el amor o la muerte.Voces de Chernóbil está planteado como si fuera una tragedia griega, con coros y unos héroes marcados por un destino fatal, cuyas voces fueron silenciadas durante muchos años por una polis representada aquí por la antigua URSS. Pero, a diferencia de una tragedia griega, no hubo posibilidad de catarsis.