la apuesta era la vida (libro)
Arlie Thompson colocó la chaqueta en el respaldo de la silla. Era un hombre muy ordenado. —¿Qué tal anoche, Arlie? —le preguntó Sally, su compañera de mesa. —La resaca no me ha dejado dormir hasta las cinco de la mañana. Estoy hecho cisco. ¿Ha habido alguna novedad? —Sí, te han llamado por teléfono, pero no me han querido dejar el nombre. ¿Te traes algo entre manos? —No. Tan solo cuatro o cinco novias a la vez —contestó irónico—. ¿Han dicho si volverán a llamar? —No. Pero me imagino que lo harán. La persona que llamó parecía algo apurada. —¿Era hombre o mujer? —inquirió Arlie.